Capítulo XIII

El telón se alzó y, durante los siguientes minutos, Marisa se concentró en la magia de la acción que se desarrollaba en escena y en el canto de los actores.

El descanso llegó demasiado pronto, rompiendo el embrujo.

Angelie se puso en pie.

-¿Salimos a tomar algo?

-Yo no -dijo Marisa , y dedicó a Leonidas una sonrisa-. Pero no te quedes por mí.

-¿Stavros? -dijo Angelie con un matiz de impaciencia que él prefirió ignorar.

-No esperes por nosotros.

Angelie se encogió imperceptiblemente de hombros y se fue.

-Andarse con jueguecitos tiene un precio -dijo Stavros.

-¿En serio? Angelie parece llevar un cartel en la frente que dice mío cada vez que está cerca de ti. No me digas que no lo has notado.

-Es dueña de una boutique en Double Bay y nos relacionamos socialmente. Nada más.

-¿De verdad?

-¿Me crees?

-Yo no he dicho eso.

-Si hubiera estado con otra mujer, nunca se me habría ocurrido...

-¿Seducirme? -concluyó Marisa por él.

-Si no recuerdo mal, lo que sucedió entre nosotros aquella noche
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