Un ligero ruido llamó su atención mientras caminaba y, al instante, sintió que alguien la sujetaba por los hombros y trataban de tirarla al suelo.Marisa se dejó llevar por el impulso y acabó en el suelo junto con su atacante. Este lanzó una patada que la alcanzó en las costillas, con lo que ganó unos segundos para ponerse en pie.Era joven y delgado, pero llevaba un pasamontañas cubriéndole el rostro. Señaló el bolso de Marisa y al ver que ella no se lo entregaba trató de llevárselo.Cualquiera con un poco de sangre fría se lo habría entregado, pero Marisa estaba muy enfadada. Unió ambas manos y lanzó un duró golpe hacia arriba contra la mandíbula del joven. Este dio un grito de dolor y a continuación salió corriendo.Marisa se alegró más que nunca de su entrenamiento en artes marciales. Aún conservaba su bolso y su dignidad y, excepto por la patada en las costillas, estaba bien.Un joven en una bicicleta se acercó a ella.-¿Se encuentra bien, señorita? He visto al tipo. ¿Quiere que
Marisa lo hizo así y, cuando terminó, oyó que Leonidas mascullaba una maldición.-Es evidente que decidiste no ir en coche al trabajo.-El coche tenía dos ruedas pinchadas. Ya me he ocupado de que las sustituyan.Se produjo un momentáneo silencio al otro lado de la línea.-¿Por qué tengo la sensación de que no me lo estás contando todo? -al ver que Marisa no decía nada, Leonidas añadió-: Supongo que has denunciado lo sucedido a la policía, ¿no?-Aún no.-Haré que Cris se ocupe de eso. Voy a tomar el próximo vuelo de regreso.-¿Bromeas?-Te llamaré mañana -dijo Stavros.Marisa sintió de pronto que ya había tenido suficiente.-No hace ninguna falta -dijo, y colgó antes de que Leonidas pudiera responder.Cuando el teléfono sonó diez minutos después, Marisa miró a Alice.-Sí es Leonidas dije que no quiero volver a hablar con él esta noche.Pero era Cris.-Veo que las noticias vuelan -dijo Marisa cuando se puso, y oyó que Cris reía.-¿Cómo estás?-Bien. En serio.-Me alegra oír eso. Pero h
Marisa tuvo que parpadear para alejar las lágrimas que afloraron a sus ojos.-Estoy bien -murmuró, aunque sentía que se estaba derritiendo por dentro.Leonidas deslizó un dedo por su labio inferior, sintió cómo temblaba y se inclinó para besarla en el cuello. Quería desesperadamente lo que sabía que no debería tomar... y se dijo que le bastaba con abrazarla y besarla. De momento.La besó con delicadeza en los labios y se apartó de ella.Cuando había llegado a su apartamento había encontrado una copia del informe del hospital al que había acudido Marisa y otra de la denuncia presentada ante la policía que Cris le había enviado por fax. Entre ambas detallaban una narración que lo dejó helado y que hizo que aumentaran ciertas sospechas que contemplaba hacía un tiempo.Si estaba en lo cierto...Pero sólo un tonto actuaría antes de tener suficientes pruebas, y él no era ningún tonto.No le llevaría mucho tiempo. Días.., tal vez una semana. Entonces se enfrentaría al asunto.Entretanto se a
Un sonido mezcla de sorpresa y protesta escapó de entre los labios de Marisa cuando Leonidas tomó uno de sus pies y empezó a darle un masaje con los pulgares en la planta.Mientras iba sintiendo el mágico efecto del masaje, Marisa pensó que podría acostumbrarse fácilmente a aquello.-¿Estás bien?-¿Tratas de seducirme?Leonidas sonrió.-¿Está funcionando?-Creo que no debería responder a eso.-¿Te apetece contarme lo que ha pasado estos días?-No especialmente -Marisa alzó la mirada para contemplar el rostro de Stavros. Estaba ligeramente demacrado, como si hubiera pasado por alguna situación especialmente tensa-. ¿Cuándo has dormido por última vez?-¿Te preocupa mi bienestar, Marisa ?Ella ignoró la pregunta.-¿Tienes hambre?-Menuda pregunta...-Estoy hablando de comida.-¿Quieres salir a comer algo’?-Dependiendo de lo que tengas en tu nevera, podría preparar algo.Leonidas miró a Marisa con expresión divertida.-¿En serio?Marisa sabía que, si seguía entre sus brazos, su resistenc
Una cálida oleada de sensaciones recorrió el cuerpo de Marisa . Durante unos instantes fue incapaz de pronunciar palabra, pues su mente se había llenado de imágenes de la noche que pasaron juntos... y de la promesa que había en la sugerente mirada de Stavros.-¿Tienes dudas? -murmuró él.Marisa cerró los ojos y volvió a abrirlos. La tentación de volver a estar con él, de disfrutar una vez más de la intimidad que compartieron era muy fuerte.¿Llegaría a comprender alguna vez Leonidas cuánto deseaba estar con él?-Sí -dijo sinceramente-, porque nunca sería una sola noche.-¿Y eso qué tendría de malo?Marisa no respondió. No podía.-Stavros...El corazón de Marisa se encogió al oír el ya familiar ronroneo de la voz de Angelie junto a ellos.Como de costumbre, llevaba un vestido que realzaba sus exuberantes formas. El de aquel día hacia especialmente evidentes sus generosos pechos.-Qué alegría encontrarte aquí, querido. ¿Qué tal te ha ido por Nueva York?Leonidas no soltó la mano de Mar
Al notar que se acercaban al barrio en que estaba el apartamento de Stavros, se volvió hacia él.-No es justo -dijo.-¿Que haya decidido venir directamente aquí? -preguntó él.-Has dado por sentado que estaba de acuerdo.-¿Y no lo estás?Marisa permaneció en silencio. ¿A qué estás esperando?, susurró una vocecita en su interior. Seguiste tus instintos hace tres meses... ¿por qué no ahora?Además, su cuerpo sentía un anhelo que sólo Leonidas podía calmar. Le consumía la necesidad de sentir sus caricias, su calor...-Sí -murmuró.Una vez en el apartamento, los nervios le atenazaron el estómago. Se volvió hacia Stavros, indecisa, mientras él recorría la distancia que los separaba.Sin una palabra, la tomó con delicadeza por la barbilla y la besó en los labios con infinita ternura.Marisa se sintió como si por fin hubiera llegado a su hogar. Aquél era el lugar al que pertenecía, decidió mientras abría la boca para él, aturdida por las sensaciones que evocaba en ella.Cerró los ojos y se e
Leonidas se preguntó si Marisa tendría idea de lo preciosa que era, del placer que le producía tenerla desnuda en su cama. Quería abrazarla y retenerla contra sí durante el resto de su vida.Inclinó la cabeza para besarla en los pechos y luego en la boca.-Tú no has llegado orgasmo - susurro Marisa .Leonidas sonrió.-Tenemos toda la noche por delante, cariño mío.-Ahora me toca a mí darte placer -murmuró Marisa , que a continuación se irguió y se sentó a horcajadas sobre él.Adoraba el sabor de Stavros, la textura de su piel, y disfrutó besándolo, lamiéndolo, torturándolo con sus íntimas caricias.¿Podían mejorar aún más las cosas?, se preguntó largo rato después. Lo que habían compartido no había sido mero sexo. Había sido algo más. Mucho más. Al menos para ella...Se durmieron abrazados, pero a lo largo de la noche volvieron a hacer el amor semidormidos.Al amanecer compartieron una larga ducha en la que los juegos dieron paso a otra cosa. Marisa encontró intensamente excitante hac
STAVROS salió corriendo de la casa en cuanto oyó llegar el coche de Stavros.-¡Hola!Marisa salió del coche y abrazó a su sobrino.-¿Cuándo llegan tus amigos?-Dentro de una hora. Mamá me ha comprado un juego nuevo para la PlayStation -Stavros sonrió cuando Leonidas se acercó a ellos-. Me alegro de verte.-Lo mismo digo. ¿Qué juegos tienes para la PlayStation?-Os dejo charlando -dijo Marisa -. Yo voy a ayudar a Alice.Cuando fue a la cocina, encontró a Alice dando los últimos toques a un postre de aspecto delicioso.-Siento no haber estado aquí para echarte una mano.-¿Por qué? A fin de cuentas, lo mejor que puedes hacer es pasar todo el tiempo posible con él.-¿Tú crees?-Desde luego.-No me dirás que te parece una relación normal...-Ya tuviste una relación normal. Y yo. Y mira cómo nos fue.-Me ha pedido que me vaya a vivir con él.-Espero que hayas dicho que sí.-¿Acaso tratas de librarte de mí? -preguntó Marisa con una sonrisa.-Quiero lo mejor para ti.Marisa miró las ensaladas