Capitulo XXIII

Marisa lo hizo así y, cuando terminó, oyó que Leonidas mascullaba una maldición.

-Es evidente que decidiste no ir en coche al trabajo.

-El coche tenía dos ruedas pinchadas. Ya me he ocupado de que las sustituyan.

Se produjo un momentáneo silencio al otro lado de la línea.

-¿Por qué tengo la sensación de que no me lo estás contando todo? -al ver que Marisa no decía nada, Leonidas añadió-: Supongo que has denunciado lo sucedido a la policía, ¿no?

-Aún no.

-Haré que Cris se ocupe de eso. Voy a tomar el próximo vuelo de regreso.

-¿Bromeas?

-Te llamaré mañana -dijo Stavros.

Marisa sintió de pronto que ya había tenido suficiente.

-No hace ninguna falta -dijo, y colgó antes de que Leonidas pudiera responder.

Cuando el teléfono sonó diez minutos después, Marisa miró a Alice.

-Sí es Leonidas dije que no quiero volver a hablar con él esta noche.

Pero era Cris.

-Veo que las noticias vuelan -dijo Marisa cuando se puso, y oyó que Cris reía.

-¿Cómo estás?

-Bien. En serio.

-Me alegra oír eso. Pero h
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