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El eco de sus palabras todavía me perseguía.

"Ya no puedes manejar esto sola, Sofía. Ahora estoy involucrado."

Cada vez que cerraba los ojos, escuchaba su voz, sentía la firmeza en su tono, la determinación en su mirada. Santiago Ferrer no era un hombre que hablara en vano. No hacía promesas vacías. No decía cosas que no pensara cumplir.

Y eso me aterraba más de lo que estaba dispuesta a admitir.

Porque si Santiago estaba decidido a involucrarse, significaba que no se detendría hasta descubrir la verdad.

Toda la verdad.

Y yo no podía permitir eso.

No podía dejar que él escarbara más profundo.

Porque si lo hacía…

Si lo hacía, iba a encontrar a Víctor Del Valle.

Mi padre.

El hombre cuya sombra seguía persiguiéndome, sin importar cuánto corriera.

El hombre que, a pesar de estar encerrado tras las rejas, aún tenía poder.

Poder suficiente para que alguien intentara atacarme en un estacionamiento.

Poder suficiente para que, después de todo este tiempo, todavía lo temieran.

Necesitaba respue
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