20

La confesión seguía flotando en el aire entre nosotros, tan densa que apenas podía respirar.

Santiago Ferrer no era un hombre fácil de leer. Siempre tenía el control absoluto de su expresión, de su tono, de cada palabra que pronunciaba. Pero esta vez, no estaba segura de qué pasaba por su mente.

¿Me delataría? ¿Se alejaría? ¿Me despediría de inmediato y me sacaría de su vida como si nunca hubiera existido?

Cada segundo que pasaba en silencio, con su mirada fija en la mía, sentía cómo el pánico se enroscaba en mi pecho, apretándome con fuerza.

No debía haberle dicho nada. No debía haberle dado esta información. Me había arriesgado demasiado, y ahora no podía hacer otra cosa más que esperar su veredicto. Pero entonces, después de lo que pareció una eternidad, Santiago exhaló lentamente.

No de rabia. No de sorpresa. Era algo más. Algo más peligroso.

—No confío en ti —dijo, con su voz baja y afilada como una hoja de navaja—. Pero tampoco dejaré que te hundan.

Mis ojos se abrieron ligerame
Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP