206°

Cuando Yeison despertó, tenía un profundo dolor de cabeza. Su propio tronte le había dado un puño en la cara que lo había noqueado al instante cuando intentó bajarse del auto y salir corriendo.

Estaba atado en una silla, en una brillante habitación. Imaginó que era dentro de la casa de Carlota; se veía lujosa, antigua.

Trató de moverse, pero tenía las manos fuertemente atadas a la espalda. Tenía la boca seca, con sabor a sangre, y el corazón le latía con fuerza, como cuando despertaba de alguna pesadilla. No podía creer que ahora era él. Hacía tampoco había sido su hermana Paloma y su hermano Raúl, y ahora era él, secuestrado.

Se preguntó si la vida de todos, de ahí en adelante, sería siempre de la misma forma: secuestros y miedo constante. Probablemente así era, probablemente así sería por el resto de sus vidas.

Nunca serían capaces de tener una vida tranquila. Se preguntó cómo Ezequiel había logrado mantenerlos a salvo durante todos esos años, hasta que apareció Máximo. Ningún enemi
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