209°

Salir de la universidad fue muchísimo más fácil de lo que Paloma había imaginado. El tronte, sin duda alguna, era un completo experto en aquellos temas.

A Paloma le sorprendió la habilidad que tenía para esconderse en las esquinas, para ser capaz de hacerse entender sin pronunciar una sola palabra, solamente con señas que Paloma jamás había visto en su vida, pero que entendía a la perfección.

No pudo evitar sentirse un poco protegida por el hombre. Evidentemente, aunque su misión principal no era cuidarla a ella, sabía que era la hermana del cacique y que debía protegerla.

Le apoyaba la mano en la espalda, instándola a caminar, y la guió por el hueco de la alambrada en la parte trasera, por donde ella misma había entrado. Cuando estuvieron afuera, Paloma corrió hacia el parqueadero. En realidad, había dejado guardada su motocicleta, pero el tronte la sujetó por el codo.

— Es mejor que vayamos en mi auto — dijo.

— Una moto es mejor. Es más rápida y más ágil para escapar si es necesar
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