211°

Cristian se había alejado después de cortar la llamada con Alexander. Dio dos pasos atrás y observó por la ventana. Era una ventana estrecha y oscura, y se veía muy poco al exterior, pero el tronte se recostó en ella, apoyando la frente en el cristal. Su aliento producía un vapor que empañaba el vidrio, y Paloma se quedó ahí, abrazándose a sí misma.

Recibió una taza de aguapanela que le dio Rubí. Aunque quiso negarse, no le pareció correcto, así que bebió del dulce líquido y se sorprendió al saber que estaba más bueno de lo que imaginaba. No sabía que necesitaba azúcar en su cuerpo hasta ese momento.

Algo había cambiado en Cristian. Parecía tan pequeño, a pesar de sus casi dos metros y sus evidentes más de 100 kilos. Se veía pequeñito y asustado.

Paloma se acercó a él. La ventana era estrecha, así que tuvo que acercarse más para poder observar el exterior. Por la calle transitaban unas cuantas personas, pero, de resto, parecía que aquel lugar era consumido por la soledad.

Sus hombros
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