207°

Paloma no se podía quedar quieta; se la pasaba caminando de un lado para otro en la casa que compartía Yeison con Emilda.

Sentía que el corazón se le podía salir en cualquier momento. Los papeles ahora se habían invertido; ahora era ella la que estaba en el lugar más triste y doloroso de un secuestro, en la incertidumbre de un familiar que no sabe qué hacer.

Emilda estaba sentada en la orilla de la ventana, sostenía un rosario en las manos mientras se elevaba al cielo una plegaria para que su muchacho estuviera bien, pero Paloma sabía que aquella no serviría de mucho. Sentarse a rezar no traería a Yeison de vuelta.

Recientemente había hablado con Alexander. Su hermana le había prometido que ahora se había encontrado una nueva motivación para los trontes. Todo estaría bien y ellos traerían de vuelta a su hermano a casa.

Pero Paloma no quería quedarse de brazos cruzados, no quería sentirse una inútil que no había hecho nada. Cuando máximo, la había secuestrado. Yeison le había salvado l
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