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CAPITULO 5 UNA CITA

Sara se quedó con Aldo en la casa del árbol toda la semana amándose mutuamente, ella solo recogería su maleta en la vieja cabaña, llegaron y Aldo la espero en la camioneta.

Entro a la casa, Joel estaba en el patio trasero cortando leña, ellos no habían hablado desde esa tarde. Sara subió a su cuarto y bajo su maleta, regreso al patio y Joel seguía cortando troncos en silencio.

Ella salió avisándole. “Joel… me voy”.

Joel se detuvo por un momento para verla, pero a los segundos después siguió trabajando.

Sara lloro gritando. “¡Maldita sea Joel me largo de aquí y no te importa!”.

Joel siguió cortando los troncos, pero en el momento que ella gritó el frunció los labios.

Sara se quedó por unos segundos esperando que el reaccionara, pero Joel no lo hizo, bajo su cabeza con tristeza y susurro. “Cuídate por favor”.

Se giro caminado a la puerta de entrada donde Aldo la esperaba, subieron a la camioneta y Aldo arranco esperando unos segundos, él tenía la esperanza de que Joel saliera a despedirse.

Sara sintió las intenciones de Aldo y solo susurró. “Vámonos se hace tarde para el vuelo”.

Aldo asintió mirando la vieja cabaña, puso en marcha la camioneta. Joel escucho arrancar la camioneta vieja y salió corriendo arrepentido de no hablar con su hija, miro la parte trasera de la camioneta y corría para alcanzarlos en medio de la carretera mientras gritaba. “¡Sara!”.

Aldo se detuvo al verlo por el retrovisor, Sara también lo vio y salió de la camioneta corriendo a encontrarse con Joel.

Sara corría por en medio de la carretera mientras se observaba la luz del sol que entraba entre las ramas de los árboles, cuando al fin llegaron ambos se abrazaron fuerte llorando.

Joel lloraba mientras tomaba su cara. “Lo siento Sara, soy un estúpido”.

Sara sollozaba. “Lo se… pero aun así eres mi estúpido papá, te quiero mucho”.

Joel miro su rostro. “¿Qué dijiste?”.

Ella se rio. “Que eres mi único y estúpido papá, siempre lo serás”.

Joel se carcajeo gritando “¡Si! ¡Soy tu único y estúpido papá!”.

Aldo miraba a ambos recargado en la camioneta, sabía que Joel se arrepentiría si no se despedía.

Cuando se calmaron Joel la miro. “Iré a verte cada vez que pueda”.

Sara sonrió. “Te estaré esperando papá”.

Joel camino junto a Sara a la camioneta y miro a Aldo frunciendo la frente. “Y tu jovencito... espero que hayas usado protección estos días que te quedaste con ella, no quiero que, a mi hija, una futura doctora la dejes embarazada antes de terminar sus estudios”.

Aldo levanto las manos en señal de rendición sonriendo, Sara solo golpeo el pecho de Joel negando con la cabeza.

Se despidieron y Aldo llevo a Sara a la estación de autobuses, al llegar al aeropuerto en la ciudad tomaría un vuelo.

Aldo besaba a Sara apasionadamente. Y al soltarse suspiro. “Mal-dita sea, creo que me estoy arrepintiendo de esto, no quiero alejarme de ti”.

Sara sonrió. “Solo serán unos meses y nos veremos en vacaciones”.

Él asintió besándola de nuevo, la semana que pasaron juntos no fue suficiente.

Aldo unió sus frentes. “Cuídate Sara, extráñame”.

Ella lo miro. “Tú… ¿Me extrañaras?”.

Aldo suspiro. “Ya lo estoy haciendo…”

Sara le dio un corto beso. “Espérame Aldo volveré y seremos felices juntos”.

Él sonrió besando su frente. “Te esperare el tiempo que se necesite, te amo mi pequeña Sara”.

“Te amo Aldo”. Sara subió al autobús se acomodó en su asiento y miro a Aldo por la ventana.

Mientras recorría la carretera en el autobús recordaba los momentos vividos con Aldo…

<<Flashback>>

Sara trabajaba en el viejo cine del pueblo, atendía atentamente a las personas que comprar bebidas y palomitas, Aldo la miraba desde lejos, la amaba de una forma indescriptible, su sonrisa su amabilidad, su picardía, todo de ella le gustaba.

Una chica se acercó a ella y le dio un codazo mirando hacia donde estaba Aldo. “Ya te espera tu novio”.

Sara miro hacia donde estaba Aldo y sonrío tímida. Él siempre la recogía al terminar su turno.

“Ya puedes irte, yo me encargare de los clientes que quedan”.

Sara asintió y se adentró en las oficinas del cine para cambiarse en los vestidores, salió por la puerta de atrás y busco a Aldo, pero no estaba, él siempre la esperaba en la puerta.

Se extraño por no verlo por ningún lado y camino hacia la entrada del cine, pero antes de dar algunos pasos una mano la sujeto hacia el callejo obscuro, ella trato de zafarse asustada, pero a los segundos después sintió esa fragancia que solo a Aldo le pertenecía.

“Me asustaste”. Aldo la tenía arrinconada contra la pared, mientras besaba sus mejillas haciéndole cosquillas.

El beso sus labios frenéticamente. “Me encanta verte detrás del mostrador, me calientas al momento”.

Ella sonrió. “Aldo detente aquí no, vamos al lago”.

El la soltó suspirando. “No, hoy tendremos una cita”.

“¿Una cita?”. Ella pregunto intrigada.

Aldo asintió y tomo su mano para caminar por la calle principal del pueblo, donde se concentraban los negocios de la gente.

Llegaron a una cafetería, entraron y buscaron una mesa, Sara no era muy amante de que la gente la mirara con Aldo, en ocasiones escuchaba los comentarios despectivos sobre ella, que era pobre y mal educada, mientras Aldo era hijo de los más acaudalados del pueblo.

A Aldo no le importaba, siempre la abrazaba besándola frente a la gente y los miraba de manera retadora. La gente solo se alejaba asustada por Aldo.

La camarera llego. “¿Qué les sirvo?”.

Sara miro a la mujer mayor y después a Aldo para que él pidiera.

Aldo sonrió al ver a Sara tan tímida. “Dos hamburguesas con papas y dos malteadas”.

Cenaron juntos y conversaban del trabajo de Sara, Aldo por su parte le contaba sobre la granja, le dijo que estaría trabajando con su padre por unas semanas.

Sara sonrió tristemente porque esto sería verlo menos tiempo, pero no le importaba ya que deseaba que la granja de su familia se recuperara.

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