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CAPITULO 11 ESE CHICO

Amanda llegó hasta una mesa y sentó a Sara examinado sus brazos y cara. “¿Estás bien?”.

Sara asintió.

Amanda suspiró. “Que bien”. Ella suspiró tranquilizandose. “Oye… aléjate de ese chico, Alejandro Valdez es un mujeriego aquí en el campus”.

Sara giró para ver a la puerta donde se topó con él, pero Amanda no la dejó.

“Oye no voltees, pensara que te gusta, es un presumido, es hijo de uno de los doctores más influyentes en la ciudad”.

Sara la obedeció, pidieron su comida y salieron de la cafetería, Amanda seguía con su parloteo y Sara sonreía escuchándola.

Afuera, Alejandro miró a Sara y Amanda salir estaba sentado junto a una rubia que lo abrazaba coquetamente, él no apartó la vista de ellas. “Nos vemos bombón más tarde paso por ti”.

Ella asintió dejando a Alejandro solo, quien caminó siguiendo a las dos chicas. Hasta verlas entrar en el dormitorio de mujeres.

Observaba alrededor y algunas chicas lo saludaban coquetamente, Alejandro las saludaba regalándoles una sonrisa seductora.

La semana se terminó pronto, Simón recogió a Sara en el campus, Amanda viajaba con ella, la llevaría a su casa primero, Amanda era de una familia de clase media, no eran millonarios, pero vivían bien, su padre era maestro y su madre ortopedista.

“Gracias por el aventón Sara, nos vemos el lunes”. Miró a Simón. "Gracias Simón”. Ambos se despidieron de ella y siguieron su camino.

Sara estaba feliz de al fin tener una amiga, a veces tenía miedo de que la trataran como en el pueblo, pero aquí era diferente, la forma en que vestía y se veía la hacían ver diferente.

 Jackson se encargó de comprarle todo lo necesario a precios muy altos y de marcas que Sara ni conocía, ella solo se ponía lo más cómodo, además de entregarle una tarjeta de crédito, pero Sara no la usaba a menos que fuera una emergencia o comprar comida en el campus.

Al llegar al gran Portón negro vio una figura familiar en la calle, era Aldo.

“¡Detente Simón!”. Sara gritó saliendo del auto, corrió hacia Aldo que estaba observando la casa.

“¡Aldo!”. Ella gritó y él se giró mirándola con una gran sonrisa.

Ella se aventó encima de él abrazándolo con las piernas, Aldo la sostuvo besándola apasionadamente.

Vivan, Joaquín, Martha y Jackson veían la escena. Este último estaba molesto por el comportamiento de Sara y el chico.

Vivian los miraba intrigada por el chico, era alto y muy guapo. Martha cubría los ojos de Joaquín que forcejeaba para ver a su hermana nueva.

 Sara pegó su frente con la de Aldo. “Viniste”.

Aldo sonrió. “Te dije que vendría a verte pronto, demonios Sara te he extrañado mucho”.

“Y yo a ti Aldo, todos los días pienso en ti”.

Se escuchó un carraspeo. Ambos giraron y Aldo bajó a Sara sonriendo a la gente que se acercaba.

Sara tomó su mano. “Él es mi novio Aldo, vino a verme”.

Aldo le dio la mano a Jackson. “Soy Aldo Luján Cedeño”. 

Jackson estrechó su mano. “¿Eres algo de Ricardo Luján?”.

“Si, era mi abuelo, mi familia regresó al pueblo hace años para encargarse de la granja”.

Jackson asintió. “Te invitamos a comer con nosotros, pasen”.

Todos entraron mirando a la pareja, para Martha eran pueblerinos sin modales. Aunque Aldo se veía con porte y clase no dejaba de ser de pueblo, pero lo toleraba sólo porque era de las familias más influyentes en aquel lugar.

Después de la comida, Jackson se fue al hospital y Martha salió con Vivian, solo Joaquín se quedó en casa con la pareja, después de un tiempo conversando con ellos, Joaquín se sintió cansado y subió a su habitación.

Sara tomó la mano de Aldo y subieron entrando en la habitación de Sara, al cerrar la puerta Aldo no espero y la tomó entre sus brazos besándola frenéticamente, Sara extrañaba tanto sus caricias.

La llevó a la cama desvistiéndose y quitando la ropa de Sara, beso cada parte de su cuerpo que añoraba desde el día que se despidieron, la hizo suya como en muchas otras ocasiones, cubrió su boca para que ella no hiciera ruido, no estaban solos y el pequeño hermano de Sara estaba en la habitación de a un lado.

Al terminar Aldo se recostó con ella en sus brazos, estaban sudados y cansados, pero nunca estarían satisfechos de amarse. “Sara no podía dejar de pensar en ti, si estabas cómoda y te trataban bien”.

Sara se acurruco diciendo. “Estoy bien Aldo, me quedo en el campus, solo vengo aquí los fines de semana”.

Aldo asintió besando su frente.

Sara preguntó. “Y tú, ¿Cuándo te irás a estudiar?”.

Aldo se quedó en silencio por unos segundos. “Pronto, papá sigue recuperándose y tengo que hacerme cargo de la granja”.

Jackson dejó que Aldo se quedara en una pequeña casa construida atrás de la mansión, antes era un estudio de fotografía que usaba uno de los hermanos de Martha cuando viva con ellos, tenía una habitación con baño, una pequeña sala y cocina

Aldo aceptó, sería bueno no gastar tanto dinero que él señor Jorge Ruiz le había pagado por trabajar en su casa, sus padres no estaban contentos con que viajara a ver a Sara y recortaron su mesada a pesar de que Aldo era quien más trabajaba para sacar adelante la granja.

Sara y Aldo pasaron el fin de semana juntos, recorrieron el jardín conversando o volvían a la casa, Sara no quería salir fuera, quería estar todo el tiempo solo con él.

Por la noche, Sara se escapaba de la mansión para ir con Aldo, era lo más sigilosa posible.

Malena la descubrió una noche bajando las escaleras. Sara la miró negando y poniendo una mano en su boca para que no gritara.

“Señori… Sara me asustaste”. Ella no se acostumbraba a decirle su nombre.

Sara le susurro. “No hagas ruido”.

Malena asintió.

 La puerta de la habitación de Martha se abrió y Sara bajó las escaleras aprisa, quedándose debajo de ellas.

Martha estaba en el mismo pasillo y preguntó. “¿Quién anda ahí?”.

Malena la cubrió ayudándola a salir sin que se dieran cuenta. “Soy yo señora, la Señorita Blake dijo que tenía cólicos, le traje una pastilla y un vaso con agua”.

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