Aldo se acercó besando su mejilla. “Está feliz, es papá primerizo”.
Sara hizo unamueca curiosa suspirando no muy conforme.
Aldo la miró diciendo. “Además… eso es bueno, tengo mas tiempo para estar solos los dos”.
Sara sonrió recordando sus noches con Aldo, quería recuperarse rápido.
Amanda entró a la casa necesitaba encerrarse en el baño a llorar, se sentía tan mal ver a Frank con la chica feliz.
Limpio su cara mientras se miraba en el espejo, salió del baño acercandose a la ventana para ver a través de ella el jardín donde todos conversaban.
Al girarse para regresar se encontró de frente con Frank.
Ambos se miraron en si
Frank se quedó en silencio. Amanda se apretó los ojos. “Tu silencio lo confirma…” Ella miró hacia arriba tratando de calmar sus lágrimas. “Recuerdas lo que te dije en aquella ocasión, deseo que me ame un hombre que sepa lo que quiere, te lo dije eres muy joven, necesitas conocer chicas, salir, disfrutar de tu soltería, yo quiero algo serio, no puedo estar con alguien que apenas está viviendo su vida, te falta pasar por tantas cosas Frank”. Frank negó. “Yo te amo Amanda, las cosas no son como piensas”. “Frank… por favor. Sales en televisión y dicen que estás en una relación con la chica, regresas al pueblo con ella, dices que solo es tu amiga, me hablas de que me extrañas y quieres volver conmigo, pero me entero que si tienes una relación con ella ¿A que estas jugando
Pasaron las semanas, Frank y Samara salían en revistas y noticias en televisión, pero era parte de la publicidad que al representante se le ocurrió, las ventas subieron de ambos cantantes, era un éxito, los fans querían saber más de la pareja. Frank, fastidiado, había pensado en varias ocasiones dejar el medio y volver al pueblo, seguir trabajando desde lejos. Cuando Aldo lo llamó para avisarle de los bebés se puso feliz y empaco sus cosas, mientras llamaba al representante para avisarle que viajaría. Samara lo observó. “¿Te vas?”. “Tengo que ir a mi hogar, mi hermano es papá otra vez”. Ella se alegró y preguntó. “¿Puedo ir contigo?”. El representante escuchó desde el teléfo
Conversaron recordando el pasado, la escuela, sus días en esa casa, al terminar de comer Aldo se abalanzó sobre ella besándola apasionadamente, Sara lo empujo subiendo encima de él mientras Aldo se abrazaba a su cintura besando sus pechos, esta vez ella lo complació sin inhibiciones. Aldo y Sara disfrutaron de una noche mágica, entre besos y caricias entregándose como el primer día. En otra parte del pueblo, Eduardo entraba a un restaurante de la mano de Ana junto a Elena que llevaba en brazos al pequeño Mateo. Los padres de Eduardo los observaron y sonrieron, la señora feliz dijo. “Míralos, se ven tan lindos con los niños, deseo que ya se casen rápido para ser abuela”. El señor admitió feliz, también deseaba que su hijo se casara. Frank se detuvo de los que hacía. “¿Qué?”. “Que ella mañana viajará a la ciudad para ver al doctor y poder tener un hijo”. Frank se frotó los ojos. “Entiendo, estaré esperándola”. Aldo le dio la dirección del hospital del doctor Ibáñez, al día siguiente Frank estaba de pie en la puerta del hospital esperándola. Amanda se bajó del taxi, pagó y agradeció, observó el gran hospital y suspiró. Camino hacia la entrada, pero Frank se puso frente a ella. Amanda lo observó tenia meses sin saber de él. Ella bajó su rostro y trató de caminar a un lado, pero él tomó su mano y la arrastró a un coche. “Suéltame Frank”. CAPITULO 73 SE FELIZ
Amanda rodó los ojos. “Olvídenlo, me voy a la mesa de postres”. Ella empezó a caminar curiosos, Aldo y Sara rieron juntos. Celeste se acercó con Mateo en sus brazos. “Esa mujer está apuntó de explotar”. Claudia la tía de Aldo se rio. “Me voy por un tiempo y cuando regresó todos tienen bebés o están esperando”. Observó el vientre de Celeste que también estaba creciendo. Frank se acercó a ellos. “¿Dónde está Amanda?”. Todos miraron la mesa de postres donde Amanda devoraba los postres con ambas manos. Frank suspiró. “Tengo que ir y detenerla o se comerá todo”. Todos rieron viendo como Amanda discutía y lloraba por que Frank no la dejaba comer de todo, al final la abrazo y beso alejándola de la mesa”.
Siguieron hablando mientras entraban a la oficina. Dan se carcajeo. “Bien, hablaré con ella y le preguntare”. Alex le advirtió. “No te atrevas”. Dan se puso serio. “Fue tu idea”. Alex seguía terco estaba pensando que no debió decirle nada. “Sara no, buscaremos a alguien más”. Dan le dijo. “Maite es muy bella, ¿No te gustaría otro bebe con la misma belleza que Sara?”. Alex pensó por un momento, pero después se negó. “Necesitas más que eso para convencerme”. Dan se acercó a él besándolo. Al alejarse le dijo. “Podría convencerte aquí…” Alex solo le dijo. “No lo creo, pero después de la
“¿Estás segura?”. Pregunta a la chica debajo de él. Ella respira agitadamente y lo mira a los ojos. “Si, estoy segura Aldo, quiero hacerlo contigo”. Aldo fija su mirada en su rostro que tiene un bello rubor en sus mejillas, él sonríe y la besa de nuevo despacio y con ternura. Sara pierde el nerviosismo dejándose llevar por las caricias de Aldo, quien besa su cuello, su pecho pasa por su vientre, llegando más abajo, haciendo que Sara casi llegue a lo máximo. Aldo se acomoda entre sus piernas cuando siente que ella está lista y le susurra. “Lo hare despacio, aguanta un poco ¿De acuerdo?”. Ella asiente tratando de recuperar el aliento, con su mirada un poco perdida por las sensaciones que Aldo le producía, este era el día e
Ella se frotó los ojos. “Si, debo volver a casa, Joel debe estar esperándome”. Aldo peinó el cabello de Sara con sus dedos delicadamente. “No entiendo por qué no lo llamas papá”. Ella se puso su blusa. “Desde niña siempre lo llame Joel, se enojaba y él me corregía, mamá se divertía cuando nos veía pelear, nos gustaba verla reír y con el tiempo nos acostumbramos, es por eso que lo sigo haciendo”. Aldo se levantó ayudándola a levantarse jalándola contra su pecho colocando su cabeza en su hombro respirando su aroma. Después de unos segundos la soltó un poco y observó su cara. “Mi pequeña Sara … Te amo, nunca lo olvides, pronto regresaré y le pediré tu mano a Joel para casarnos”. Sara sonrió. “Yo te voy a esperar, te amo Ald