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CAPITULO 12 PRESENTIMIENTO

Martha la miró por unos segundos. “Ok, solo llévaselo rápido y ve a dormir”.

“Sí señora”. Malena camino a la habitación de Sara toco y entro cerrando la puerta antes de que Martha se acercara.

Pero Martha no tenía ninguna intención de ver a Sara y regresó a su habitación.

El domingo llegó muy rápido, Aldo recogía sus cosas de la casa, Sara ayudaba a limpiar el lugar junto con Malena, Simón ya esperaba a Aldo para llevarlo al aeropuerto.

Sara se acercó tristemente a Aldo y lo abrazó por detrás, llorando sin control. Malena vio a Sara y salió de la pequeña casa a conversar con Simón y darles más privacidad.

Sara lloraba. “No quiero que te vayas”.

Aldo la giró para que quedara frente a él y acomodo un mechón de su cabello detrás de su oreja. “Volveré en tres semanas cuando esté más tranquilo el trabajo en la granja”.

Sara se recostó en su pecho. “Llévame contigo”.

Él sonrió besando su cabeza. “Siempre te llevo conmigo Sara, en mi corazón”.

Aldo tomó su rostro con una mano y con la otra apuntó el corazón de Sara. “Y tú, me llevas aquí, no lo olvides”.

Se besaron apasionadamente, Aldo tomó su mano y su mochila, saliendo juntos de la casa, la familia se despidió y él amablemente agradeció la estadía.

“Eres bienvenido cuando quieras Aldo”. Martha le dijo con un semblante tranquilo.

Jackson le dio la mano. “Saluda a tu familia de mi parte, espero pronto nos conozcamos todos”.

Sara miró a Jackson con ojos vidriosos, Jackson quería conocer a la familia de Aldo para formalizar, ella estaba feliz.

Vivian lo miro. “Cuídate Aldo”.

Joaquín lo abrazó, se había encariñado mucho. Aldo tocó su cabeza “Nos veremos pronto campeón”.

Joaquín asintió alejándose, Aldo miró a Sara regalándole una gran sonrisa, abrió la puerta del carro y subió, Simón hizo lo mismo conduciendo el auto afuera de la gran Mansión.

Sara sentía una gran opresión en su pecho, tenía un presentimiento, pero no entendía que podía ser.

Todos entraron a la casa dejándola sola en la entrada pensativa, Malena se acercó después de que todos se fueron y puso una mano en su hombro apoyándola, Sara giró y le sonrió melancólicamente.

Malena le dijo. “La cocinera hizo pastel de chocolate, ¿Quieres un pedazo?”.

Sara sonrió, le encantaban las cosas dulces. “Vamos”.

Ella regresó al día siguiente al campus, las clases eran entretenidas y aprendía mucho, Amanda la ayudaba con algunos temas que ya había visto, llevaba un semestre más que Sara, además era de los primeros lugares en su clase.

Se encontraba con Alejandro de vez en cuando, pero siempre estaba con una chica diferente. Sara solo lo ignoraba, pero su mirada fija en ella la ponía nerviosa. Trataba de caminar más rápido para alejarse del lugar.

Amanda le dijo que siguiera ignorándolo, lo más probable era que quería molestarla o jugar con ella, como lo hacía con las otras chicas.

Sara salió de su clase con un fuerte dolor en el estómago un día antes ella y Amanda comieron mucha comida chatarra y compraron unas cervezas recordando a un exnovio de Amanda.

Sara por apoyo moral aceptó tomar una cerveza, pero no estaba acostumbrada a beber y mucho menos a comer tanta comida.

Caminaba hacia la enfermería frotándose el vientre y antes de tocar la puerta hubo ruido desde adentro, Sara abrió mucho los ojos al escuchar que eran ruidos íntimos, alguien estaba teniendo sexo en la enfermería.

Ella pensaba en la enfermera, la había visto algunas veces, era joven y bonita pero cómo podía hacer algo así aquí, no parecía una mujer profesional.

-Qué pasaría si el director se enterara que tenía sexo con algún alumno o maestro en la institución-. Pensaba ella mientras seguía parada en la puerta.

Ella se giró para irse, pero observó al director caminar por el gran pasillo hacia ella con otras personas.

Sara se quedó en shock por un momento el ruido de adentro se intensificaba más, nerviosa empezó a golpear la puerta diciendo. “Viene el director”.

Dentro el ruido se detuvo, Sara suspiró y miró a las personas que venían. “Hola señorita Blake”.

“Hola director, estoy buscando a la enfermera, pero creo que no está”.

El hombre miró la puerta, luego a Sara y sonrió. “Debe estar en la hora de comida, dime que necesitas yo te lo recetare”.

Sara asintió y cuando empezó a explicar la enfermera llegó desde el pasillo.

El director la vio. “Señorita Pérez, tiene una paciente aquí”.

La mujer miró a Sara sonriendo amablemente. “Claro en un momento la atiendo, estuve en mi hora de comida”.

El director miró a la enfermera. “Después de atenderla la espero en la sala de juntas, me gustaría que les explicara la forma de trabajo en el campus”.

Ella asintió para abrir la puerta mientras las personas se iban.

Sara nerviosa de que abriera la puerta y se dieran cuenta de que estaban adentro negó. “Señorita Pérez, creo que ya me siento mejor, puede ir con el director, gracias”.

La enfermera la miró. “¿Estás segura?”.

Sara asintió. “Si vuelvo a sentirme mal vendré a verla”.

La enfermera asintió. “Ok, entonces me iré”. Soltó la perilla de la puerta retirándose hacia dónde se fueron todas las personas y el director.

Sara suspiró. Estaba a punto de irse cuando la puerta se abrió y salió un chico cubriendo su rostro con su chaqueta, Sara lo miró de reojo, -la chica debe estarse vistiendo- pensó.

Segundos después salió Alejandro, Sara lo miró aturdida, abrió mucho sus ojos y en su boca se formó una O.

Alejandro sonrió al ver su semblante, levantó la mano para cerrar la boca de Sara.

“Gracias princesa, te debo una”. Beso su mejilla caminando por un lado de ella.

Sara se limpió la mejilla con su mano. “Asqueroso, ni siquiera sé dónde estuvo esa boca”.

Él se carcajeó mientras caminaba por el pasillo se detuvo y le dijo. “Yo no era el que estaba usandola”.

Sara solo lo observaba negando con la cabeza.

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