Sara arqueó una ceja. “Somos novios Joel, hacemos lo mismo que tú haces con Celeste”. Dijo provocándolo.
Joel se levantó golpeando la mesa, Celeste lo detuvo para calmarlo y miró a Sara advirtiéndole.
Sara suspiró y se fue a su cuarto.
Joel se quedó gritándole. "Sara ven aquí estamos hablando". Pero ella hizo caso omiso. “Esa niña me va a matar de coraje”. Le decía a Celeste.
Celeste sonrió tomando su rostro. “Es joven Joel, solo habla con ella cuando estés calmado”.
Joel la miró tristemente. “¿Cómo voy a explicarle sobre los bebés y cómo cuidarse? Es muy difícil”.
Celeste se carcajeó. “No te preocupes eso lo haré yo, tú solo habla sobre esa relación y …”
Se quedó mirando a Joel triste. “Las complicaciones que tendrá si sigue con él, Aldo es un buen chico y reconozco que siempre la ha defendido, pero sus padres… nunca aceptaran a Sara”.
Joel hizo una mueca. “Cualquiera estaría feliz de tener a mi princesa en su familia”.
Ella asintió sin seguir la conversación, conocía los rumores infundados que existían en el pueblo, había tratado de convencer a Joel de vivir juntos para que esos rumores desaparecieran, pero él siempre se negó, no quería que la relación se convirtiera en algo más serio.
Celeste conocía muy bien a Joel, seguía amando a Minerva a pesar de los años y que ella ya no estaba, era igual que su amor por él, no había forma de olvidarlo y prefirió quedarse con él en una relación abierta, sabiendo que él nunca la amaría tanto como a su amiga.
“Vamos a dormir, es tarde”. Celeste tomó su mano y lo llevó a la habitación.
…………………………………….
A la mañana siguiente, Joel desayunaba solo con una cara de pocos amigos.
Sara bajó y entró a la cocina encontrando comida que Celeste siempre dejaba para ella cuando se quedaba en ocasiones con Joel.
Llevó su plato a la pequeña mesa y comió su desayuno.
Joel la miraba con las cejas fruncidas, se limpió la boca y advirtió. “Ten cuidado con ese chico y esa familia…”
Sara comía su comida sin mirarlo y le contestó. “Aldo me quiere”.
Joel suspiro. Sara… a veces el amor no es suficiente… para que una persona se quede contigo”.
Ella lo miró extrañada, no era la primera vez que él decía algo así. “Voy a seguir con él mientras Aldo quiera”.
Joel resopló enojado, se frotó los ojos y le dijo ya resignado. “Solo ten cuidado y lleva esta relación despacio”.
Sara sonrió. “Lo haré, no te preocupes soy fuerte como tú”.
Sonó la bocina de la camioneta de Aldo afuera. “Me voy a la escuela, te veré por la noche después de mi turno en el cine”.
Joel se levantó para verla irse. Ella feliz abrazó a Aldo quien la esperaba a un lado de la camioneta, la beso y sonrió, después miró a Joel con quien asintió saludándolo.
Días después, estaban juntos en la casa del árbol, Aldo compró unas hamburguesas y llevó sodas para cenar juntos.
Sara sonrió mordiendo su hamburguesa. “Me gusta más estar aquí a solas contigo, sin tanta gente”.
Aldo limpió su boca mientras masticaba. Tomó un sorbo de soda. “Te prometo que no volverán a molestarte”.
Sara lo miró y negó con la cabeza. “Me gusta más aquí, solo nosotros dos”.
Aldo asintió. “Quiero llevarte a un lugar”.
Sara se sorprendió. “¿A dónde?”.
Aldo sonrió. “Ya lo veras”.
Al terminar de comer Aldo la llevó a otro pueblo vecino, en la calle principal había todo tipo de puestos y locales comerciales, Aldo tomó su mano y entraron a un local donde hacían tatuajes.
“Hola Beni”. Aldo saludo al hombre tatuado.
Beni asintió. “Aldo que milagro y esta hermosa señorita, ¿Es Sara?”.
Sara asintió y lo saludó.
Aldo dijo. “Si, es ella, vinimos a tatuarnos”.
Sara miró a Aldo asombrada, pero se emocionó al saber qué es lo que hacían ahí.
Sara observó los tatuajes, pero ninguno le gustaba, miró las letras que llevaba tatuadas Beni y sonrió. “Quiero dos letras entrelazadas, la S y la A”.
Beni dibujó el diseño y Sara quedó encantada. Las letras las tatuaron en la parte de atrás del hombro.
Aldo le pidió que le tatuara el nombre de Sara en el pecho
Sara preguntó. “¿Estás seguro?”. Ella no quería que tuviera problemas con su familia por el tatuaje.
Aldo besó su frente. “Claro que sí, desde mi primer tatuaje ya había decidido cuál sería el segundo”.
La primera vez que Aldo se tatuó fue cuando su abuelo murió, ellos eran muy cercanos lo entendía a la perfección porque eran muy parecidos, en cambio con su padre nunca fue unido y se dedicaba al trabajo en vez de estar con la familia.
Salieron muy contentos del local despidiéndose de Beni.
Aldo tomó el rostro de Sara. "Ahora mi pequeña Sara, con este tatuaje te demuestro que eres mi única, te amo".
Regresaron al pueblo y Aldo la llevó a la cabaña.
“Te veré mañana, paso por ti”. Beso sus labios para irse.
Aldo llegó a su casa, su madre estaba regando algunas plantas en el jardín. “Aldo ¿Dónde estabas?, tu padre ha estado buscándote”.
El hizo una mueca. “Iré a verlo”.
Su madre asintió, lo observó entrando a la casa negando con la cabeza, esos dos no tenían una buena relación.
Aldo entró tocando la puerta, su padre estaba sentado en el escritorio revisando los documentos, cuando lo miró resoplo.
“¿Dónde estabas? Necesitaba la camioneta para llevar hortalizas con la familia Páez”.
“No sabía que teníamos un pedido de ellos”. Aldo conocía todo el mecanismo de la granja y como eran las entregas, sabía que solo era una excusa de su padre.
El hombre se enojó. “Estabas con esa niña en el pueblo vecino, te dije que la dejaras”.
Aldo ya molesto contestó de la mejor manera. “No la voy a dejar papá, si quiere hablar de otra cosa dime, si no me retiro a mi cuarto”.
El hombre seguía enojado, pero tendría que tranquilizarse. “El alcalde y su hija vendrán a cenar, quiero que estés presente”.
Aldo hizo una mueca, Miriam vendría a la casa.
La cena fue tranquila, Aldo quedo a un lado de Miriam, ella trataba de sacarle conversación, pero él nunca la tomo en cuenta, el alcalde estaba molesto por su actitud y el padre de Aldo trato de calmar los ánimos, al final cuando se fueron Aldo tuvo de nuevo una gran discusión con su padre. "¿Como puedes tratar así a la hija del alcalde? Necesitamos de su apoyo para la granja". Aldo molesto. "No la soporto". Su padre gritó. "Óyeme bien Aldo tendrá que soportarla porque vendrá más seguido a la casa visitarnos y tendrás que ser amable con ella ¡Entendiste!". Aldo salió de la casa enojado directo a la casa del árbol. Sara llego minutos antes, le gustaba estar ahí cuando caía la noche y las primeras estrellas brillaban en el cielo. Aldo levantó la puerta del piso y la encontró observando por el gran hueco de la ventana, trato de no hacer ruido y abrazo a Sara por detrás. Ella se sobresaltó al sentir sus manos cálidas, pero sabía qu
Al día siguiente con los primeros rayos del sol, Sara se removió en la cama, sintiendo una espalda ancha, se levantó asustada. “¡Aldo! ¡Despierta!”. Tenía que sacarlo antes que Joel llegara de su turno de noche en la patrulla. Aldo solo respingaba. “Mama más tarde lo hago”. Sara se rio. “Aldo despierta, te quedaste en mi casa”. El abrió los ojos mirando a Sara con el pelo despeinado, desnuda y adormilada, era hermosa. Sonrió y la atrapo entre sus brazos besándola. “Aldo, detente”. Ella trataba de quitárselo de encima. Escucharon la puerta principal abrirse y la voz de Joel. “Sara, llegue”. Aldo se levantó a regañadientes vistiéndose mientras observaba a Sara que también se vestía rápidamente. “Debes irte, sal por la ventana que no te vea”. Aldo frunció el ceño. “Él sabe lo que hacemos en la casa del arbol, porque es diferente aquí”. Sara suspiro. “No quiero la charla de que la casa es sagrada y si mi mad
Ella camino hasta el hombre. “Hola”. El hombre la miro sonriendo. “Señorita Blake, soy Simón, el chofer del señor Blake, un gusto”. Ella lo saludo y Simón le pidió que subiera mientras recogía la maleta vieja, Sara quiso ayudarlo, pero él se negó. Sara no tuvo más remedio que subir al auto. En el camino ella le hizo algunas preguntas sobre la ciudad y la casa donde viviría, Simón amablemente le contestó, pero algunas preguntas él solo sonrió y dijo “Puede preguntarle a su padre”. Llegaron a un gran portón, se abrió y mostro una gran casa de dos o tres pisos, era muy grande, Sara bajo mirando alrededor del lugar y examinando la casa. Jackson salió junto con dos mujeres, una era mayor, vestía elegante, la otra era joven como ella, vestía muy bien y era simpática. “Hola hija”. Jackson dijo abrazándola, pero Sara no le devolvió el abrazo, solo incomoda le sonrió. “Ven te presentare”. Caminaron hacia las dos mujeres. “Martha, ella e
Amanda llegó hasta una mesa y sentó a Sara examinado sus brazos y cara. “¿Estás bien?”. Sara asintió. Amanda suspiró. “Que bien”. Ella suspiró tranquilizandose. “Oye… aléjate de ese chico, Alejandro Valdez es un mujeriego aquí en el campus”. Sara giró para ver a la puerta donde se topó con él, pero Amanda no la dejó. “Oye no voltees, pensara que te gusta, es un presumido, es hijo de uno de los doctores más influyentes en la ciudad”. Sara la obedeció, pidieron su comida y salieron de la cafetería, Amanda seguía con su parloteo y Sara sonreía escuchándola. Afuera, Alejandro miró a Sara y Amanda salir estaba sentado junto a una rubia que lo abrazaba coquetamente, él no apartó l
Martha la miró por unos segundos. “Ok, solo llévaselo rápido y ve a dormir”. “Sí señora”. Malena camino a la habitación de Sara toco y entro cerrando la puerta antes de que Martha se acercara. Pero Martha no tenía ninguna intención de ver a Sara y regresó a su habitación. El domingo llegó muy rápido, Aldo recogía sus cosas de la casa, Sara ayudaba a limpiar el lugar junto con Malena, Simón ya esperaba a Aldo para llevarlo al aeropuerto. Sara se acercó tristemente a Aldo y lo abrazó por detrás, llorando sin control. Malena vio a Sara y salió de la pequeña casa a conversar con Simón y darles más privacidad. Sara lloraba. “No quiero que te vayas”. Aldo la giró para que quedara
Ella regresó al dormitorio pensativa, nunca pensó que Alejandro fuera gay, pero… no era del todo gay ¿o sí? porque también salía con chicas… o ¿Solo era una farsa? Sara seguía pensando y Amanda entró en la habitación dejando sus cosas en su cama. “Hola Sara, ¿Cómo te fue en tu clase?”. Sara estaba completamente ausente. Amanda se acercó moviendo su mano frente a su rostro preguntando. “Oye Sara ¿Estás ahí?”. Sara volvió a la realidad. “¿Qué, cuándo?”. Amanda se rio. “¿Por qué estás perdida? vuelve”. Sara sonrió apenada. “Lo siento, estaba pensando en algo”. Amanda la miró intrigada. “¿En qué?” Ella se acercó a ellos. “¿Qué pasó?”. Frank se alejó de Elena quien lloraba, pero estaba sorprendida de ver a Sara en su puerta. Sara volvió a preguntar. “¿Por qué hay tanta gente?”. Frank hizo una mueca. “Es un velorio”. Ella asustada preguntó. “¿De quién? ¿Quién murió?” Frank dijo tristemente. “Mi padre”. Sara suspiró pensando en Aldo. Por un momento creyó que él había muerto. Lee lo siguiente escuchando James Arthur - Impossible... Frank giró para mirar a Elena quien entendió tácitamente lo que quería decir, ella abrió la puerta de la casa y estaba por entrar para advertirCAPITULO 14 RUMOR
Joel y Celeste discutían en la sala. “Ella debe irse Joel, no puede quedarse, será más lastimada al ver a la pareja juntos, además ella debe seguir estudiando”. Joel molesto le dijo. “Pero cómo voy a dejarla ir en ese estado, sabes bien que Jackson no es un buen padre con ella, mira que mandarla a vivir al campus y solo querer verla los fines de semana”. Celeste negó. “Así es como lo manejan en la ciudad, es muy diferente allá”. Ellos no quedaron en nada y mejor se fueron a dormir, a la mañana siguiente, Sara se levantó temprano apenas amanecía. Salió de la cabaña y camino por el pueblo, el señor Jorge Ruiz la vio. "Sara". "Señor Ruiz, ¿Cómo está? ¿Y su esposa?".