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CAPITULO 8 NO DIGAS NADA

La cena fue tranquila, Aldo quedo a un lado de Miriam, ella trataba de sacarle conversación, pero él nunca la tomo en cuenta, el alcalde estaba molesto por su actitud y el padre de Aldo trato de calmar los ánimos, al final cuando se fueron Aldo tuvo de nuevo una gran discusión con su padre.

"¿Como puedes tratar así a la hija del alcalde? Necesitamos de su apoyo para la granja".

Aldo molesto. "No la soporto".

Su padre gritó. "Óyeme bien Aldo tendrá que soportarla porque vendrá más seguido a la casa visitarnos y tendrás que ser amable con ella ¡Entendiste!".

Aldo salió de la casa enojado directo a la casa del árbol.

Sara llego minutos antes, le gustaba estar ahí cuando caía la noche y las primeras estrellas brillaban en el cielo.

Aldo levantó la puerta del piso y la encontró observando por el gran hueco de la ventana, trato de no hacer ruido y abrazo a Sara por detrás.

Ella se sobresaltó al sentir sus manos cálidas, pero sabía que era su novio, solo ellos conocían este lugar y la casa.

Ella se giró para quedar frente a él. “¿Qué haces aquí tan temprano?”. Ella acaricio su rostro.

Aldo coloco la cabeza en su cuello disfrutando del aroma de su piel que lo tranquilizaba al instante. “Solo quería verte”.

Sara inquieta cuestionó. “¿Cómo fue tu cena?”.

Aldo se levantó mirándola confundido. “¿Cómo te enteraste?”.

Sara hizo una mueca. “Miriam ha estado hablando con sus amigas de esa cena toda la mañana en clase”.

Aldo suspiro. “No hablemos de ella”. Beso sus labios despacio y con cuidado. Hasta bajarla a  las mantas, necesitaba tenerla en ese momento, era la única que podía calmar su interior.

Al terminar Sara quedo abrazada a su pecho jugando ambas manos con sus dedos. “Sabias que el color de las estrellas depende de su temperatura”.

Aldo sonrió, Sara era fanática de todo sobre las estrellas, le gustaba leer en la biblioteca todos los libros relacionados. “No lo sabía”.

Sara siguió con su conversación. “Las más calientes brillan con un color blanco verdoso y azul, las templadas brillan en amarillo y las más frías brillan en rojo”.

Aldo beso sus manos, escuchando su explicación. Subió encima de ella.

“¿Qué haces?”. Ella sonrió.

“Quiero saber de qué color estas tu cuando estas caliente”. Beso sus labios apasionadamente y Sara se dejó llevar.

Unos días después Sara terminaba sus clases, salió del aula caminado por el jardín de la escuela, hoy Aldo no pasaría por asuntos de la granja, llego a los baños y se lavó la cara, cargo su mochila a la puerta de salida, camino por la banqueta rumbo al bar donde Celeste trabajaba, comería con ella y después se iría a su turno en el cine más tarde.

No se dio cuenta que Ernesto y otros chicos la seguían hasta que giro en la esquina, trato de caminar más rápido, pero era tarde, Ernesto la tomo de la muñeca y la metió al callejón, Sara forcejeaba, pero el chico era muy fuerte.

“Suéltame”. Sara trataba de zafarse.

Ellos se reían de ella, Ernesto la abofeteo. “Cállate”.

Sara casi cae al suelo por el golpe, pero Ernesto la detuvo aprisionándola en sus brazos. “Dime Sara, ¿Qué tienes de bueno para que Aldo este loco por ti?”.

Sara gritaba. “Suéltame”.

Los otros chicos se reían, Ernesto tomo su barbilla fuerte lastimándola. “Eres linda a pesar de ser una pobretona, debes saber muy bien”. Trato de besarla, pero escucharon una voz.

“Ernesto, ¿Qué haces?”. Celeste estaba parada frente a ellos a la entrada del callejón junto con uno de los guardias del bar.

Ernesto soltó a Sara quien cayó al suelo asustada.

El chico se acercó a Celeste, era más alto, pero ella no le tuvo miedo. “¿Qué crees que te haga tu padre cuando sepa lo que estás haciendo?”.

Ernesto venia de una familia renombrada pero su padre tenía problemas con el alcohol, golpeaba a su madre y a sus hijos, por esto Ernesto era agresivo e indisciplinado.

Ernesto la miro detenidamente y sonrió. “Eres una p**a igual que ella”. Se giro para ver a Sara sonriendo. “Nos vemos en la escuela”.

Cuando salieron del callejón Celeste se acercó a Sara. “¿Estas bien? ¿Te hicieron algo?”.

Sara negó con la cabeza, su rostro estaba lleno de lágrimas, Celeste la ayudo a levantarse y la llevaron al bar.

Celeste le entrego un vaso de agua y converso un rato con ella, Sara miro a él guardia y a Celeste agradecida.  “Por favor no le digas nada a Joel, sabes cómo se pone, no quiero que tenga problemas por mi culpa”.

“Sara, esto tiene que terminar no puedes seguir así”.

Sara sonrió melancólicamente. “Pronto terminare la escuela solo son unas semanas mas y ya no tendré que verlos”.

Celeste no muy segura asintió. Sara comió poco con ella y se fue a su turno en el cine, al salir de su turno, miro a ambos lados del callejón y camino rápido hacia el bosque para llegar a la cabaña, al entrar por la puerta suspiro, tenía miedo de encontrarse con Ernesto en el camino.

Subió a su habitación, se dio un baño, se puso su pijama y se acostó cubriéndose con la colcha.

Por la madrugada alguien entro a su habitación, camino despacio hacia la cama y levantó la colcha para meterse y abrazarla.

Sara se removió al sentir a la persona, se giró despacio. “¿Aldo?”.

Aldo beso su frente. “Mmmmm”.

Sara lo vio detenidamente y toco el labio de Aldo. “¿Qué te paso?”.

Sara se levantó y encendió la lampara, encontrando a Aldo con golpes en la cara.

Aldo sonrió. “Ernesto no volverá a molestarte”.

Sara se quedó pensativa. “¿Quién… quien te lo dijo? Celeste... le dije que no dijera nada”.

Aldo acaricio su mejilla. “No fue ella, un amigo paso por ahí cuando Celeste discutía con Ernesto, después le pregunte al guardia del bar y me conto lo que paso”.

Sara negó. “No debiste pelearte con él, te atraerá problemas”.

“No me importa, hare lo que sea por ti”. Aldo la abrazo mientras Sara negaba tristemente.

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