La cena fue tranquila, Aldo quedo a un lado de Miriam, ella trataba de sacarle conversación, pero él nunca la tomo en cuenta, el alcalde estaba molesto por su actitud y el padre de Aldo trato de calmar los ánimos, al final cuando se fueron Aldo tuvo de nuevo una gran discusión con su padre.
"¿Como puedes tratar así a la hija del alcalde? Necesitamos de su apoyo para la granja".
Aldo molesto. "No la soporto".
Su padre gritó. "Óyeme bien Aldo tendrá que soportarla porque vendrá más seguido a la casa visitarnos y tendrás que ser amable con ella ¡Entendiste!".
Aldo salió de la casa enojado directo a la casa del árbol.
Sara llego minutos antes, le gustaba estar ahí cuando caía la noche y las primeras estrellas brillaban en el cielo.
Aldo levantó la puerta del piso y la encontró observando por el gran hueco de la ventana, trato de no hacer ruido y abrazo a Sara por detrás.
Ella se sobresaltó al sentir sus manos cálidas, pero sabía que era su novio, solo ellos conocían este lugar y la casa.
Ella se giró para quedar frente a él. “¿Qué haces aquí tan temprano?”. Ella acaricio su rostro.
Aldo coloco la cabeza en su cuello disfrutando del aroma de su piel que lo tranquilizaba al instante. “Solo quería verte”.
Sara inquieta cuestionó. “¿Cómo fue tu cena?”.
Aldo se levantó mirándola confundido. “¿Cómo te enteraste?”.
Sara hizo una mueca. “Miriam ha estado hablando con sus amigas de esa cena toda la mañana en clase”.
Aldo suspiro. “No hablemos de ella”. Beso sus labios despacio y con cuidado. Hasta bajarla a las mantas, necesitaba tenerla en ese momento, era la única que podía calmar su interior.
Al terminar Sara quedo abrazada a su pecho jugando ambas manos con sus dedos. “Sabias que el color de las estrellas depende de su temperatura”.
Aldo sonrió, Sara era fanática de todo sobre las estrellas, le gustaba leer en la biblioteca todos los libros relacionados. “No lo sabía”.
Sara siguió con su conversación. “Las más calientes brillan con un color blanco verdoso y azul, las templadas brillan en amarillo y las más frías brillan en rojo”.
Aldo beso sus manos, escuchando su explicación. Subió encima de ella.
“¿Qué haces?”. Ella sonrió.
“Quiero saber de qué color estas tu cuando estas caliente”. Beso sus labios apasionadamente y Sara se dejó llevar.
Unos días después Sara terminaba sus clases, salió del aula caminado por el jardín de la escuela, hoy Aldo no pasaría por asuntos de la granja, llego a los baños y se lavó la cara, cargo su mochila a la puerta de salida, camino por la banqueta rumbo al bar donde Celeste trabajaba, comería con ella y después se iría a su turno en el cine más tarde.
No se dio cuenta que Ernesto y otros chicos la seguían hasta que giro en la esquina, trato de caminar más rápido, pero era tarde, Ernesto la tomo de la muñeca y la metió al callejón, Sara forcejeaba, pero el chico era muy fuerte.
“Suéltame”. Sara trataba de zafarse.
Ellos se reían de ella, Ernesto la abofeteo. “Cállate”.
Sara casi cae al suelo por el golpe, pero Ernesto la detuvo aprisionándola en sus brazos. “Dime Sara, ¿Qué tienes de bueno para que Aldo este loco por ti?”.
Sara gritaba. “Suéltame”.
Los otros chicos se reían, Ernesto tomo su barbilla fuerte lastimándola. “Eres linda a pesar de ser una pobretona, debes saber muy bien”. Trato de besarla, pero escucharon una voz.
“Ernesto, ¿Qué haces?”. Celeste estaba parada frente a ellos a la entrada del callejón junto con uno de los guardias del bar.
Ernesto soltó a Sara quien cayó al suelo asustada.
El chico se acercó a Celeste, era más alto, pero ella no le tuvo miedo. “¿Qué crees que te haga tu padre cuando sepa lo que estás haciendo?”.
Ernesto venia de una familia renombrada pero su padre tenía problemas con el alcohol, golpeaba a su madre y a sus hijos, por esto Ernesto era agresivo e indisciplinado.
Ernesto la miro detenidamente y sonrió. “Eres una p**a igual que ella”. Se giro para ver a Sara sonriendo. “Nos vemos en la escuela”.
Cuando salieron del callejón Celeste se acercó a Sara. “¿Estas bien? ¿Te hicieron algo?”.
Sara negó con la cabeza, su rostro estaba lleno de lágrimas, Celeste la ayudo a levantarse y la llevaron al bar.
Celeste le entrego un vaso de agua y converso un rato con ella, Sara miro a él guardia y a Celeste agradecida. “Por favor no le digas nada a Joel, sabes cómo se pone, no quiero que tenga problemas por mi culpa”.
“Sara, esto tiene que terminar no puedes seguir así”.
Sara sonrió melancólicamente. “Pronto terminare la escuela solo son unas semanas mas y ya no tendré que verlos”.
Celeste no muy segura asintió. Sara comió poco con ella y se fue a su turno en el cine, al salir de su turno, miro a ambos lados del callejón y camino rápido hacia el bosque para llegar a la cabaña, al entrar por la puerta suspiro, tenía miedo de encontrarse con Ernesto en el camino.
Subió a su habitación, se dio un baño, se puso su pijama y se acostó cubriéndose con la colcha.
Por la madrugada alguien entro a su habitación, camino despacio hacia la cama y levantó la colcha para meterse y abrazarla.
Sara se removió al sentir a la persona, se giró despacio. “¿Aldo?”.
Aldo beso su frente. “Mmmmm”.
Sara lo vio detenidamente y toco el labio de Aldo. “¿Qué te paso?”.
Sara se levantó y encendió la lampara, encontrando a Aldo con golpes en la cara.
Aldo sonrió. “Ernesto no volverá a molestarte”.
Sara se quedó pensativa. “¿Quién… quien te lo dijo? Celeste... le dije que no dijera nada”.
Aldo acaricio su mejilla. “No fue ella, un amigo paso por ahí cuando Celeste discutía con Ernesto, después le pregunte al guardia del bar y me conto lo que paso”.
Sara negó. “No debiste pelearte con él, te atraerá problemas”.
“No me importa, hare lo que sea por ti”. Aldo la abrazo mientras Sara negaba tristemente.
Al día siguiente con los primeros rayos del sol, Sara se removió en la cama, sintiendo una espalda ancha, se levantó asustada. “¡Aldo! ¡Despierta!”. Tenía que sacarlo antes que Joel llegara de su turno de noche en la patrulla. Aldo solo respingaba. “Mama más tarde lo hago”. Sara se rio. “Aldo despierta, te quedaste en mi casa”. El abrió los ojos mirando a Sara con el pelo despeinado, desnuda y adormilada, era hermosa. Sonrió y la atrapo entre sus brazos besándola. “Aldo, detente”. Ella trataba de quitárselo de encima. Escucharon la puerta principal abrirse y la voz de Joel. “Sara, llegue”. Aldo se levantó a regañadientes vistiéndose mientras observaba a Sara que también se vestía rápidamente. “Debes irte, sal por la ventana que no te vea”. Aldo frunció el ceño. “Él sabe lo que hacemos en la casa del arbol, porque es diferente aquí”. Sara suspiro. “No quiero la charla de que la casa es sagrada y si mi mad
Ella camino hasta el hombre. “Hola”. El hombre la miro sonriendo. “Señorita Blake, soy Simón, el chofer del señor Blake, un gusto”. Ella lo saludo y Simón le pidió que subiera mientras recogía la maleta vieja, Sara quiso ayudarlo, pero él se negó. Sara no tuvo más remedio que subir al auto. En el camino ella le hizo algunas preguntas sobre la ciudad y la casa donde viviría, Simón amablemente le contestó, pero algunas preguntas él solo sonrió y dijo “Puede preguntarle a su padre”. Llegaron a un gran portón, se abrió y mostro una gran casa de dos o tres pisos, era muy grande, Sara bajo mirando alrededor del lugar y examinando la casa. Jackson salió junto con dos mujeres, una era mayor, vestía elegante, la otra era joven como ella, vestía muy bien y era simpática. “Hola hija”. Jackson dijo abrazándola, pero Sara no le devolvió el abrazo, solo incomoda le sonrió. “Ven te presentare”. Caminaron hacia las dos mujeres. “Martha, ella e
Amanda llegó hasta una mesa y sentó a Sara examinado sus brazos y cara. “¿Estás bien?”. Sara asintió. Amanda suspiró. “Que bien”. Ella suspiró tranquilizandose. “Oye… aléjate de ese chico, Alejandro Valdez es un mujeriego aquí en el campus”. Sara giró para ver a la puerta donde se topó con él, pero Amanda no la dejó. “Oye no voltees, pensara que te gusta, es un presumido, es hijo de uno de los doctores más influyentes en la ciudad”. Sara la obedeció, pidieron su comida y salieron de la cafetería, Amanda seguía con su parloteo y Sara sonreía escuchándola. Afuera, Alejandro miró a Sara y Amanda salir estaba sentado junto a una rubia que lo abrazaba coquetamente, él no apartó l
Martha la miró por unos segundos. “Ok, solo llévaselo rápido y ve a dormir”. “Sí señora”. Malena camino a la habitación de Sara toco y entro cerrando la puerta antes de que Martha se acercara. Pero Martha no tenía ninguna intención de ver a Sara y regresó a su habitación. El domingo llegó muy rápido, Aldo recogía sus cosas de la casa, Sara ayudaba a limpiar el lugar junto con Malena, Simón ya esperaba a Aldo para llevarlo al aeropuerto. Sara se acercó tristemente a Aldo y lo abrazó por detrás, llorando sin control. Malena vio a Sara y salió de la pequeña casa a conversar con Simón y darles más privacidad. Sara lloraba. “No quiero que te vayas”. Aldo la giró para que quedara
Ella regresó al dormitorio pensativa, nunca pensó que Alejandro fuera gay, pero… no era del todo gay ¿o sí? porque también salía con chicas… o ¿Solo era una farsa? Sara seguía pensando y Amanda entró en la habitación dejando sus cosas en su cama. “Hola Sara, ¿Cómo te fue en tu clase?”. Sara estaba completamente ausente. Amanda se acercó moviendo su mano frente a su rostro preguntando. “Oye Sara ¿Estás ahí?”. Sara volvió a la realidad. “¿Qué, cuándo?”. Amanda se rio. “¿Por qué estás perdida? vuelve”. Sara sonrió apenada. “Lo siento, estaba pensando en algo”. Amanda la miró intrigada. “¿En qué?” Ella se acercó a ellos. “¿Qué pasó?”. Frank se alejó de Elena quien lloraba, pero estaba sorprendida de ver a Sara en su puerta. Sara volvió a preguntar. “¿Por qué hay tanta gente?”. Frank hizo una mueca. “Es un velorio”. Ella asustada preguntó. “¿De quién? ¿Quién murió?” Frank dijo tristemente. “Mi padre”. Sara suspiró pensando en Aldo. Por un momento creyó que él había muerto. Lee lo siguiente escuchando James Arthur - Impossible... Frank giró para mirar a Elena quien entendió tácitamente lo que quería decir, ella abrió la puerta de la casa y estaba por entrar para advertirCAPITULO 14 RUMOR
Joel y Celeste discutían en la sala. “Ella debe irse Joel, no puede quedarse, será más lastimada al ver a la pareja juntos, además ella debe seguir estudiando”. Joel molesto le dijo. “Pero cómo voy a dejarla ir en ese estado, sabes bien que Jackson no es un buen padre con ella, mira que mandarla a vivir al campus y solo querer verla los fines de semana”. Celeste negó. “Así es como lo manejan en la ciudad, es muy diferente allá”. Ellos no quedaron en nada y mejor se fueron a dormir, a la mañana siguiente, Sara se levantó temprano apenas amanecía. Salió de la cabaña y camino por el pueblo, el señor Jorge Ruiz la vio. "Sara". "Señor Ruiz, ¿Cómo está? ¿Y su esposa?".
Ya era tarde y como no había muchos alumnos en el campus la vigilancia era mínima el trepó por entre las ventanas hasta llegar al tercer piso. Sara se levantó sin notar al hombre que subía, camino hacia la mesita de noche cerca de su cama y abrió el cajón, sacó la foto de Aldo para mirarla acariciando su rostro en la imagen. Después de unos segundos la guardó en el libro y lo acomodó en el estante. Escuchó un ruido en la ventana y giró para ver a un hombre parado, ella quería gritar, pero el hombre se acercó cubriendo su boca. “Sssshhh, no grites, soy yo Alejandro”. “¿Qué haces aquí?, tendré problemas si te encuentran”. “Si tu no haces ruido yo tampoco”. Se recostó en la cama de Amanda. “Estoy aburrido solo en el dormitorio de hombres”. Último capítulo