Joel lo tomó de la camisa. “La verdad no y será mejor que te vayas no hay nada aquí para ti”.
Jackson se alejó de Joel acomodando su traje. “Vengo a conocer a mi hija”.
Joel se rio. “¿Tu hija? Qué recuerde está en la ciudad viviendo contigo”.
Jackson miró hacia la puerta que se abrió de golpe, Sara y Celeste estaban paradas en el pórtico.
Celeste reconoció al hombre. “Sara entremos, Joel arreglara el asunto”.
Trato de llevarla a dentro, pero Sara se negó. “¿Quién es el hombre? ¿Lo conoces Celeste?”.
Celeste miró a Sara, no quería contestar la pregunta.
Jackson se alejó de Joel y camino hacia la casa acercándose saludo. “Hola Celeste, mucho tiempo sin verte”.
Miro a Sara. “Eres igual a tu madre”.
Sara frunció el ceño. “¿La conoció?”
Jackson sonrió. “Si”.
Joel se acercó muy enojado. “Será mejor que te vayas Jackson no eres bienvenido aquí”.
Lo tomó del brazo para alejarlo, pero Jackson se soltó. “No vengo a verte a ti, vengo a ver a Sara”.
“¿A mí por qué? ¿Quién es usted?”. Sara lo miraba detenidamente.
“Mi nombre es Jackson Blake, Joel y yo somos hermanos… soy tu papá”.
“¿Qué?” Sara negando con la cabeza miraba a Joel y a Celeste.
Jackson se acercó para tomar la mano de Sara, pero ella se negó...
“Minerva y yo teníamos una relación hace muchos años, yo tuve que irme a la ciudad a estudiar y trabajar... nunca volví, quiero que me perdones y que vayas a vivir conmigo”.
Sara miraba a Joel quien cerró sus ojos con dolor. “¿Es cierto lo que dice?”.
Joel miró a Sara con tristeza en sus ojos. “Si, eres mi sobrina”.
Sara negó con dolor y salió corriendo de ahí.
Joel la siguió gritándole. “¡Sara!”.
Pero ella estaba ya muy lejos, corrió muy rápido hasta llegar a la casa de Aldo, tiró algunas piedras a su ventana, pero nadie respondió.
Camino hacia la puerta con miedo a que sus padres la corrieran, pero se arriesgó, necesitaba estar con Aldo en este momento.
Tocó a la puerta por mucho rato y nadie salió, todo adentro estaba en silencio, suspiro sentándose en los escalones de la entrada, pasó una hora y nadie llegó, se levantó y caminó hacia la casa del árbol.
Se quedó en la casa del árbol hasta que llegó la noche, miraba como el cielo se llenaba de estrellas, después de un rato el sueño la venció quedándose dormida.
Por la madrugada escuchó que la llamaban. “¡Sara!”.
Era Joel, ella se levantó y lo observaba detenidamente, él estaba angustiado y asustado. “¡Sara!”.
Ella se levantó y abrió la puerta del piso asomándose. “Estoy aquí”.
Joel la escuchó, caminó hacia el árbol y observó la escalera, miró hacia arriba y sonrió tranquilizando su corazón, la estuvo buscando todo el día.
Joel subió las escaleras y entró en el reducido espacio.
Sara lo miraba en silencio desde una esquina donde estaba sentada, Joel se acomodó en la otra esquina y observaba el lugar, aunque era pequeño era muy acogedor, había fotografías instantáneas de Aldo y Sara pegadas en la pared, macetas con flores que eran las preferidas de Sara, algunas mantas y almohadas en el piso por toda la casa había estrellas pegadas eran las favoritas de Sara.
“Este lugar…” Joel preguntó.
Sara miraba a Joel. “Aldo lo construyó para mí”.
Joel asintió. “Es un bonito lugar”.
Sara guardó silencio y Joel no sabía cómo empezar a hablar con Sara.
Ella frunció los labios tristemente.
Joel suspiro. “A Jackson y a mi nos gustó tu mamá al conocerla, llegó al pueblo con su abuela, la mujer ya era muy vieja y Minerva cuidaba de ella.
Cuando murió la vieja, Minerva se fue a vivir con nosotros por un tiempo, Jackson y tu mamá son de la misma edad y yo era más chico, tu madre me veía como un hermano pequeño… pero ella amaba a Jackson”.
“Cuando se presentó la oportunidad de estudiar en la ciudad Jackson no lo pensó y se fue, dejando a tu madre sola, ellos nunca formalizaron ni nada, pero yo sabía que se veían a escondidas de mis padres”.
“Él nunca le hizo promesas a tu madre y ella lo sabía, cuando se dio cuenta que estaba embarazada fue a buscarlo… lo encontró con una chica saliendo de su dormitorio muy cariñosos”.
Sara escuchaba la historia de Joel.
“Tu madre volvió al pueblo y me contó lo que pasó, ella decidió irse lejos antes de que se notara su embarazo, mis padres no estarían contentos de que ella estuviera embarazada después de darle alojo en la casa, pero sabiendo que eras mi sobrina yo no la deje irse”.
Joel suspiro. “La obligue a casarse conmigo y decir que tú eras mi hija, ella después de mucho tiempo me aceptó como su esposo, ella empezó a quererme, empezamos a convivir como una familia, cuando murieron mis padres, Jackson volvió y te conoció, pero él estaba apuntó de casarse y Minerva ya estaba casada conmigo, además tu padre nunca la amo, ignoro que eras su hija y se fue después del entierro, nunca volvió hasta ahora”.
Sara miró a Joel preguntando. “¿Qué es lo que quiere?”.
Joel resoplo. “Tuvo un accidente y casi muere, se acordó que tenía una hija desamparada con su hermano -el bueno para nada- y quiere darte una mal-dita vida de ricos”.
Sara suspiro conocía a Joel de toda la vida, era policía en el pueblo, uno de los mejores, la gente lo apreciaba a pesar de su forma de hablar maldiciendo y discutiendo, era parte de su personalidad.
Se quedaron en silencio por mucho tiempo, después Joel le habló un poco de su madre y del pasado, hasta que Joel checo la hora de su reloj. “Debo avisarle a Celeste que te encontré, está muy preocupada”.
Abrió la puerta y bajó las escaleras. “¿Vienes?”.
Sara miró al horizonte por un momento. “Me quedaré hasta mañana”.
Joel asintió. “Ok, te traeré mañana algo de comer”.
Sara sonrió. “Gracias Joel”.
Ella se quedó hasta el siguiente día en la pequeña casa, despertó sintiendo unos labios en su boca, abrió los ojos y Aldo estaba besándola, ella sonrió y siguió el beso. Aldo la beso apasionadamente mientras ella devolvía las caricias, sin decir nada Aldo siguió besándola, Sara se entregó a él disfrutando del momento, más tarde después de terminar de amarse, se recostaron en las mantas desnudos viendo el cielo por la ventana. Se escuchó un carraspeo y ambos se asomaron, Sara estaba desnuda y se cubría con la manta. Celeste y Joel miraban hacia la casa del árbol. “Será mejor que no bajes Aldo o te partiré la cara”. Joel estaba muy enojado y celoso. Aldo sonrió asomándose mientras se ponía la camisa. Sara se vistió r
Sara se quedó con Aldo en la casa del árbol toda la semana amándose mutuamente, ella solo recogería su maleta en la vieja cabaña, llegaron y Aldo la espero en la camioneta. Entro a la casa, Joel estaba en el patio trasero cortando leña, ellos no habían hablado desde esa tarde. Sara subió a su cuarto y bajo su maleta, regreso al patio y Joel seguía cortando troncos en silencio. Ella salió avisándole. “Joel… me voy”. Joel se detuvo por un momento para verla, pero a los segundos después siguió trabajando. Sara lloro gritando. “¡Maldita sea Joel me largo de aquí y no te importa!”. Joel siguió cortando los troncos, pero en el momento que ella gritó el frunció los labios. Sara se quedó por unos segundos esperando que el reaccionara, pero Joel no lo hizo, bajo su cabeza con tristeza y susurro. “Cuídate por favor”. Se giro caminado a la puerta de entrada donde Aldo la esperaba, subieron a la camioneta y Aldo arranco esperando unos segu
Casi al final de su comida, entraron algunos jóvenes que estaban con ella en la escuela, Sara no le gustaba estar cerca de ellos, aunque Aldo les advirtió que no la molestaran, ellos lo seguían haciendo a escondidas. El problema es que ahora la molestaban sexualmente, Sara era pequeña de estatura, pero era muy bonita y tenía un buen cuerpo. Vivir con su padre en el bosque había traído consecuencias, la gente decía que ella y Joel eran amantes y que Sara era promiscua en la escuela, claro que la mayoría de esos chismes eran habladurías de las chicas de la escuela que la aborrecían por estar siempre con Aldo en especial Miriam que se dedicaba a molestarla constantemente. Los jóvenes se acercaron a la mesa, uno de ellos palmeo la espalda de Aldo. “Hola amigo, ya veo por qué no quisiste ir a la fiesta de Magda”. Miro a Sara de forma viciosa. “Tenías compañía para la noche”. Aldo miro a Sara que estaba incomoda y giro para ver al chico. “Nosotros ya nos íb
Sara arqueó una ceja. “Somos novios Joel, hacemos lo mismo que tú haces con Celeste”. Dijo provocándolo. Joel se levantó golpeando la mesa, Celeste lo detuvo para calmarlo y miró a Sara advirtiéndole. Sara suspiró y se fue a su cuarto. Joel se quedó gritándole. "Sara ven aquí estamos hablando". Pero ella hizo caso omiso. “Esa niña me va a matar de coraje”. Le decía a Celeste. Celeste sonrió tomando su rostro. “Es joven Joel, solo habla con ella cuando estés calmado”. Joel la miró tristemente. “¿Cómo voy a explicarle sobre los bebés y cómo cuidarse? Es muy difícil”. Celeste se carcajeó. “No te preocupes eso lo haré yo, tú solo habla sobre esa relación y …”
La cena fue tranquila, Aldo quedo a un lado de Miriam, ella trataba de sacarle conversación, pero él nunca la tomo en cuenta, el alcalde estaba molesto por su actitud y el padre de Aldo trato de calmar los ánimos, al final cuando se fueron Aldo tuvo de nuevo una gran discusión con su padre. "¿Como puedes tratar así a la hija del alcalde? Necesitamos de su apoyo para la granja". Aldo molesto. "No la soporto". Su padre gritó. "Óyeme bien Aldo tendrá que soportarla porque vendrá más seguido a la casa visitarnos y tendrás que ser amable con ella ¡Entendiste!". Aldo salió de la casa enojado directo a la casa del árbol. Sara llego minutos antes, le gustaba estar ahí cuando caía la noche y las primeras estrellas brillaban en el cielo. Aldo levantó la puerta del piso y la encontró observando por el gran hueco de la ventana, trato de no hacer ruido y abrazo a Sara por detrás. Ella se sobresaltó al sentir sus manos cálidas, pero sabía qu
Al día siguiente con los primeros rayos del sol, Sara se removió en la cama, sintiendo una espalda ancha, se levantó asustada. “¡Aldo! ¡Despierta!”. Tenía que sacarlo antes que Joel llegara de su turno de noche en la patrulla. Aldo solo respingaba. “Mama más tarde lo hago”. Sara se rio. “Aldo despierta, te quedaste en mi casa”. El abrió los ojos mirando a Sara con el pelo despeinado, desnuda y adormilada, era hermosa. Sonrió y la atrapo entre sus brazos besándola. “Aldo, detente”. Ella trataba de quitárselo de encima. Escucharon la puerta principal abrirse y la voz de Joel. “Sara, llegue”. Aldo se levantó a regañadientes vistiéndose mientras observaba a Sara que también se vestía rápidamente. “Debes irte, sal por la ventana que no te vea”. Aldo frunció el ceño. “Él sabe lo que hacemos en la casa del arbol, porque es diferente aquí”. Sara suspiro. “No quiero la charla de que la casa es sagrada y si mi mad
Ella camino hasta el hombre. “Hola”. El hombre la miro sonriendo. “Señorita Blake, soy Simón, el chofer del señor Blake, un gusto”. Ella lo saludo y Simón le pidió que subiera mientras recogía la maleta vieja, Sara quiso ayudarlo, pero él se negó. Sara no tuvo más remedio que subir al auto. En el camino ella le hizo algunas preguntas sobre la ciudad y la casa donde viviría, Simón amablemente le contestó, pero algunas preguntas él solo sonrió y dijo “Puede preguntarle a su padre”. Llegaron a un gran portón, se abrió y mostro una gran casa de dos o tres pisos, era muy grande, Sara bajo mirando alrededor del lugar y examinando la casa. Jackson salió junto con dos mujeres, una era mayor, vestía elegante, la otra era joven como ella, vestía muy bien y era simpática. “Hola hija”. Jackson dijo abrazándola, pero Sara no le devolvió el abrazo, solo incomoda le sonrió. “Ven te presentare”. Caminaron hacia las dos mujeres. “Martha, ella e
Amanda llegó hasta una mesa y sentó a Sara examinado sus brazos y cara. “¿Estás bien?”. Sara asintió. Amanda suspiró. “Que bien”. Ella suspiró tranquilizandose. “Oye… aléjate de ese chico, Alejandro Valdez es un mujeriego aquí en el campus”. Sara giró para ver a la puerta donde se topó con él, pero Amanda no la dejó. “Oye no voltees, pensara que te gusta, es un presumido, es hijo de uno de los doctores más influyentes en la ciudad”. Sara la obedeció, pidieron su comida y salieron de la cafetería, Amanda seguía con su parloteo y Sara sonreía escuchándola. Afuera, Alejandro miró a Sara y Amanda salir estaba sentado junto a una rubia que lo abrazaba coquetamente, él no apartó l