68. Desaparición.

El beta asintió y salió rápidamente del despacho del rey.

Sophie corrió desde sus aposentos hasta el despacho del rey, sintiendo a través de su lazo la turbación e ira de su alfa.

—Antuan —le llamó ella al ver el escritorio de caoba partido a la mitad y el desorden inminente en la habitación—. ¿Qué es lo que te ocurre?

El primer instinto de Antuan fue lanzarse contra quien fuera que se atreviera a interrumpirlo en ese momento. Sin embargo, tuvo que detenerse al darse cuenta de quién se trataba.

—Sophie —le llamó él, tratando de tranquilizarse.

—Sí, soy yo, mi alfa —dijo ella, tomándolo de las manos para evitar que temblaran a causa de la ira contenida—. ¿Qué es lo que te tiene alterado?

Antuan se calmó con la cercanía de su reina, a quien atrajo hacia él. Tenía los ojos cerrados mientras enterraba su nariz en el cabello de ella. Sophie sabía que su alfa estaba preocupado y frustrado por no poder hacer nada.

—Sophie —le dijo él—. Mi amor, temo lo peor para nuestra familia.

Por eso temí
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