98.

―Quiero salir al jardín. 

―En un momento, aún tengo algunos pendientes que terminar. 

―Puedo ir sola, no es necesa…

―Si lo es… 

Por tres días seguidos, Albert no había permitido a Norah dejar su lado, ni por un solo instante la podía dejar salir de su vista. Desde el atentado a su vida, desde ese pequeño momento en que pensó que la perdería, sabía que se volvería loco de solo recordarlo. Tenía que tenerla a su lado, al menos por un tiempo para aliviar su corazón y su miedo. 

Albert se levantó de su asiento y caminó hasta ella. Ya había puesto una mesita especial con cientos de libros de la

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