82.

Diez días pasaron después de la boda, y Norah ya se había acostumbrado al ritmo de vida en la enorme Mansión del Duque.

Se levantaba muy temprano por la mañana, tomaba un refrescante baño con agua tibia, y a veces casi fría. No entendía la razón, pero necesitaba esperar a que el agua fuera lo suficiente refrescante para apagar el calor que sentía dentro de sí cada mañana. 

Después, Nina le preparaba un desayuno delicioso y el resto del día lo aprovechaba para leer en el cuarto contiguo a su habitación. Rara vez salía al jardín a dar un paseo después de la cena, o antes.

Cuando tenía tiempo, y eso era bastante, aprovechaba para escribir y mandar cartas a su madre. Sabía que

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