88.

El sonido de la pluma en el suelo despertó a los dos de su distracción. Norah sintió un extraño miedo subir por su espalda. No esperaba que él la encontrara tan pronto.  

―Yo… ―No sabía cómo explicar la situación. Cualquier excusa parecería un invento del momento. ―Yo… 

Albert la tomó de los brazos antes de que pudiera continuar hablando. ―¡Te he prometido que cuidaría a tu madre! ¡No hay necesidad de que hagas esto, no encontrarás nada con lo que puedas escapar de aquí!

La voz de Albert era fuerte, enojada, como si el bello sueño que había tenido hace unos minutos hubiera sido un engaño. Como si el afecto que se habían dado el día anterior hubiera sid

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