83.

La tarde pasó tranquila, no había ningún toquido a la puerta para anunciar a la modista, y aunque Nina había salido varias veces a averiguar, regresaba sin noticias. Solo con la palabra de que se había ido a informar al pueblo para conseguir a alguien, pero por el tiempo en que había transcurrido, o no había nadie disponible o no había nadie que quisiera tomar el encargo. 

Seguramente lo último era la razón. 

―Hah… ―Norah se estiró en el asiento de la mesa, ya se había cansado de estar en la misma posición por varios minutos. 

―¡Milady, son hermosos!

―¿Te gustan?

―Son impresionantes, me gustaría

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