Me agacho y abro esta mientras pienso que debe ser algo muy especial como para tenerlo de último. Cojo el estuche y me incorporo, le dejo el estuche frente a su manos a menos que quiera también que use su mano para abrir el estuche.
—Gracias, ahora siga ordenando. Él alza la mirada de las carpetas y me mira confundido, ¿Hice algo mal? Me apresuro a darme la vuelta, pero siento su mirada tan intensa en mi que me pone aún más nerviosa, tanto que me tropiezo con la papelera y está se voltea. —Lo siento. Trato de recoger el desastre, pero retroceso al ver condón lleno, no pienso recoger eso, mi espalda choca con algo y cierro mis ojos apenas escucho el ruidoso desastre que he hecho. —¡Pero que incompetente! —se escucha molesto. La he cagado, joder. —Lo siento, lo siento. —Abro mis ojos y me volteo. Los papeles se han caído y estaba todo revuelto. —Quien debería disculparse es la secretaria por pedirte que trajeras su trabajo a mi oficina, pero ahora que has causado esto, enfócate en limpiar, que es tu trabajo. Quedó confundida, pero hago caso de inmediato. —Enseguida señor. —¿Cómo puede ser posible que la nueva secretaria le haya pedido a la señor de limpieza venir a traer estos papeles? Si no fuera por tu forma de vestir , no lo hubiese notado, pero cada quien debe estar en su puesto, ¿Sabes a dónde fue? Tendré que hablar seriamente con ella. Me detengo y miro al hombre, pero por lo pronto me arrepiento por su mirada intimidante. —Yo… yo —tartamudeo. —¿Tu qué? —se cruza de brazos y arquea una ceja—, ¿No sabes hablar? Espero que sepas limpiar mejor que como hablas, pero ahora necesito que hables, ¿Dónde está la secretaria secundaria? —Yo soy la secretaria secundaria —respondo y el hombre se sorprende. —¿Qué tú que? Parece no creerlo. —Eso es imposible, mi empleados jamás lucirían así —me examina de forma despectiva. Yo retrocedo un poco por la humillación. —¡Martina! —grita. La puerta de la oficina se abre y luego está se cierra, sus pasos se escuchan apresurados. —¿Si, señor? —¿Se puede saber porque contrataste a alguien con mal aspecto? ¿Se te olvida que la apariencia importa en nuestra empresa? Esto debió ser un error. —Pero es que las otras no estaban calificadas señor, eran lindas si, pero también necesitábamos alguien que trabaje. —Ambos sabemos que ustedes son solo una fachada y que yo llevo todo. —Lo siento, señor —veo por el rabillo del ojo que ella también ha agachado su rostro. —No la quiero aquí Martina, a menos que esté presentable, recuerda que vendrá un socio bien importante y no queremos dar una mala impresión. —Si señor, le prometo que no estorbará en su camino. Siento que me toma el brazo y me hala sacándome de la oficina para luego soltarme de golpe al momento que cierra la puerta. —¿Qué hiciste? ¿Por qué se ha enojado? Te dije que me mantuvieras invisible. —Eso traté, pero no estabas en tu puesto y solo cumplí con mi trabajo. —¿Y ahora que? Podrían despedirte. —¿Por mi mal aspecto? —pregunté irónica—, creí que era más importante trabajar que la apariencia. —Para Leandro Suárez la apariencia es todo. —¿Y por qué no me dijiste nada durante la aceptación? Ella no me dice nada, yo no me siento de mal aspecto, solo digamos que tengo una vestimenta un poco hippie, es muy cómodo, pero si ella me hubiera llamado la atención, yo me hubiera cambiado un poco mas. No cualquiera es contratado aquí, pude haberme esforzado a pesar de que me gusta estar cómoda con todo. —No quería quitarte tu esencia y en parte quería cambiar la idea del jefe, que no valemos por nuestra apariencia… así que puedo meter las manos en el fuego por ti con tu forma de vestir, pero por el trabajo no, vi todo muy desordenado y creí que eras mas ordenada que tu cabello. Me genera inseguridad y me sostengo mi cabello deshecho al natural. —¿Qué fue lo que pasó? —demanda y vuelvo a estar nerviosa. —Bueno, yo solo lo estaba ayudando y sin querer tropecé con la papelera y se cayeron algunas, y vi algo que me incómodo y pues retrocedí y deje caer todo. —¿Te incómodo o te asusto? ¿Qué viste? —Un condón lleno —respondo con pena y escucho que se ríe. —¿Le tenías miedo a condón lleno? ¿Nunca has visto uno? Por supuesto que nunca has visto uno, se nota que nunca has tocado uno o hecho llenar uno. Yo la miro enojada. —No fue miedo, fue asqueroso e incómodo. —¿Por qué? Es del jefe, a cualquiera le hubiese encantado. —Tal vez, pero tal vez era mejor que te lo tragaras, así no hay evidencias, ¿No? Ya que él tiene novia. —Pero creo que ese sería tu trabajo, ya que el jefe te vio como señora de limpieza. Me enojo, pero me muerdo la lengua, necesitaba el trabajo, la razón por el cual acepte, fue por el dinero y también por la experiencia, ¿Y quién sabe? Tal vez una carta de recomendación, sueño en grande, pero mi vida es pequeña. —¡Martina, ven enseguida! —grita el jefe desde su oficina y yo sonrío. —¿Quién será la señora que limpia ahora? —me burlo y ella me ve retadora. —Cuida muy bien lo que dices, porque yo creo que es más humillante lo que te ha pasado, además de que yo soy tu palanca si verdad quieres estar aquí. —Claro, porque tienes mucha influencia al hablar. —le sonreí y ella queda furiosa. Pero antes de que objete, vuelve a ser llamada y la chica entra enseguida con ganas de tal vez darme una paliza. ¿Quería trabajar aquí? Conociendo al jefe ahora, por supuesto que no, pero lo necesitaba, solo por unos meses más. Tomo aire y luego suelto por la presión que he sentido en mi pecho, debes tranquilizarte Alba o te causaras daño. Me dirijo a mi escritorio para tomar descanso de aquella intensidad, pude defenderme de ella, pero no con el jefe, porque ella no me dijo mucho antes de comenzar el trabajo. Yo no tengo mal aspecto, ¿O si? Cubro mi rostro y me siento de mal gusto.Apenas Martina entra a mi oficina la veo con severidad, algo no anda bien. —Señor… —la interrumpo. —No puedo darte la mínima confianza porque la desaprovechas, sabes que la apariencia del personal es muy importante para mí y si no fuera porque estaba muy ocupado, por supuesto que no te hubiese dejado a cargo. —Lo siento. —Recoge todo lo que has hecho, si no fuera por ti, esto no hubiera pasado. —Si señor. Ella se acerca y recoge la papelera, luego camina coleándose a mi lado para acomodar los papeles. Giro mi silla y la detallo de abajo hacia arriba, ella siempre me complace y teme mucho de mí, eso lo sé. Llevo una mano a la zona baja de su espalda y me mira, no tengo intenciones de follarla ahora, el castigo sería no dárselo, la perra se porta mal, no merece el hueso. —¿Alguien estuvo involucrado en la contratación? —pregunté. —Yo… yo —tartamudea. —No soy tonto Martina y sé que tú tampoco, sé que tú jamás me desobedecerías a menos que alguien te haya engañado.
Martina regresa algo nerviosa por el reclamo de su jefe-amante. Para salir bien librada de aquel problema tuvo que decirle una verdad disfrazada al CEO. ¿Ahora qué debía hacer? Por ningún motivo podía permitir que Ester se enterara de lo que acababa de hacer. Ester Guzmán era una mujer de armas tomar. Acostumbrada a controlarlo todo, incluso a su novio, Leandro Suárez con quien apenas tenía un acuerdo de matrimonio por contrato. Aún así era de carácter dominante y controladora. Por ello, Martina astutamente supo desde un primer momento convertirse en su aliada dentro de la empresa. Seis meses atrás… La hermosa y elegante mujer entró a la empresa atrayendo a todos con su elegancia y glamour. La rubia llevaba puesto un hermoso vestido blanco con cuello halter que permitía ver lo largo de su cuello y sus hombros delicados. La falda tipo lápiz, acentuaba su delgada y esbelta figura, el oufit lo completaban los saltos negros de tacón fino y una cartera de sobre de la misma marca
Martina después de la llamada que tuvo con Ester, retoca su maquillaje en el baño y al finalizar sale de este. Cuando Alba escucha los tacones de la misma, se esconde para no ser vista y en cuanto Martina se encuentra lejos, Alba se adentra al baño. Se acerca al lavabo, abre la llave y se enjuaga el rostro, ha escuchado la conversación que Martina tuvo con Ester y es obvio que no le ha caído bien, tanto que lo primero que se le viene a la mente es renunciar, ella no merecía ser tratada así. Alza su mirada y se ve en el espejo, se sentía insegura, no es porque le hayan insinuado que es fea, sino que la contrataron por su apariencia y no por su inteligencia, la seguridad viene desde el interior, no se siente de valor. Era una gran decisión, pues a pesar de que sabe que no lo merece, también sabe que necesita el empleo y el dinero, es un empleo bien pagado y tiene gastos que cubrir. Mientras que Alba se queda un buen rato en el baño, Leandro pasa a su oficina y nota que la secret
—¿Disculpe? Alba se pierde en las palabras de su jefe. Él, exasperado por la lentitud de la chica, toma el brazo de ella y se la lleva a su oficina para tener privacidad con esta y hacerle una propuesta. —¡Vamos, hablemos en privado! —¿A dónde me lleva? —pregunta aturdida sin entender lo que ocurre. —¡A mi oficina, joder! Leandro la lleva a rastras hasta su oficina, abre la puerta, ella entra y luego él cierra la puerta, se desabotona la chaqueta, se dirige hasta su escritorio, se sienta y le pide a la asistente que tome asiento. Ella nerviosa, se sienta y esconde la mirada. —¿Estarías dispuesta a trabajar conmigo y a ganar cinco veces más del sueldo que recibes como asistente secundaria? —Ella levanta el rostro, realmente lo que deseaba era irse de aquel lugar. No seguir trabajando con él, sino desaparecer de esa empresa. Al ver que ella no reaccionaba, Leandro decide explicarle lo que tiene planeado: —Realmente lo que necesito es que seduzca a mi socio y pu
—Joder Camilo… ¿Cómo ha pasado esto? —Ella ya tiene un tiempo malita, pero sabes lo terca que es, dice estar bien, pero ya para la última visita la encontré en el suelo Alba, que bueno que tenía llave o si no, no sé que hubiera pasado. —Muchísimas gracias Camilo, de verdad. —Es un placer Alba, sabes que ustedes son como mi familia. Ella se calla por la incomodidad, no porque no sea cierto, sólo que al hablarle así, le hizo recordar su pasado con él. —Gracias igual. —Esboza una sonrisa aunque sabe que no puede verla. —¿Qué vamos a hacer? —Bueno, pediré permiso en el trabajo para llegar mañana allá. —De acuerdo, entonces me quedaré con ella hasta que llegues. —Está bien… y nuevamente gracias Camilo, no sé cómo agradecerte. —Preocúpate por pedir permiso y en llegar, luego vemos. —De acuerdo. —¿Y como has estado? —No ha sido fácil, pero siempre recuerdo al abuelo con sus consejos positivos y me motivo. —Era muy sabio, yo también lo extraño. Hace
Tal cual como lo planteó, Leandro llega a buscar a Alba a la hora pautada, sin embargo la chica aún no ha terminado de arreglarse. Había pasado toda la noche pensando en la situación de su abuela. El auto se detiene frente al edificio. El CEO saca su móvil y le envía un mensaje: ‘Estoy abajo, aguardo por ti’ Mientras, espera por Alba, detalla la antigua y humilde construcción de tres pisos, se distrae un poco viendo salir a algunas personas del lugar y dando oportunidad a que la asistente aparezca. Si algo caracteriza al arrogante hombre es su manía por ser puntual y su poca paciencia. Por ello, al no obtener respuesta de la chica decide bajar y entrar al edificio para buscarla. Desciende de su BMW iX1 color plata, se encamina hacia la entrada. Casualmente una mujer sale y él aprovecha de entrar a la edificación. Por la apariencia de aquel lugar, la chica debía pagar un arriendo bastante bajo. Sube las escaleras, encontrándose con un joven cuya apariencia es un tanto
¿Cómo soportaré a este hombre durante el fin de semana? Ojalá se le presente algo y se vaya con su actitud arrogante a otro lado. Mi abuela es lo más importante para mí y no quiero que él la esté haciendo pasar un mal rato en su estado. Al ver que me ha dejado sin palabras, se regresa a su asiento y pone el auto en marcha. —La seducción es un arte que trata de cautivar a alguien creando una conexión íntima más allá del físico y hacer que la otra persona sienta deseo, esto no es manipulación sino que aproveches todo tu poder femenino. Yo lo miro incrédula. —¿De verdad cree que es buen momento para comenzar a hablar de eso? Le pedí comenzar después del fin de semana. —No me gusta desaprovechar el tiempo, debes comprender lo que realmente le mueve a los hombres, no es complicado, pero para tener éxitos debes tener confianza en lo que haces. Mi jefe habla y aunque lo escuchó, me pierdo en el movimiento de sus labios al emitir una palabra, claro que para que no se dé cu
Finalmente llegamos a la villa. —¡Es aquí! —dice ella. Orillo el auto, pero antes de que me baje para abrirle la puerta, Alba desciende del coche un tanto enojada. Puedo reconocer rápidamente los gestos y facciones de cada mujer que se me pone en frente, sus gestos, cuando están enojadas o cuando me coquetean. Aunque hay algo en ella diferente que me hace dudar de mis convicciones con respecto a todo el resto de mujeres con las que he estado. A mis treinta tres años, no sólo soy exitoso en el tema de los buenos negocios, sino de las mujeres. Ella voltea a verme, apresuro el paso y le doy alcance. —¿Está enojada por qué no me detuve en el camino? —ella me mira y responde parcamente. —¡No! ¿Cómo podría exigirle algo a un hombre tan ocupado como usted que sólo piensa en lo que le conviene? Chasqueo los dientes como respuestas. Nos acercamos a la pequeña casa. Debe ser del tamaño de mi baño, nada más de verla por fuera. Ella saca las llaves de su bolsa y abre la pue