La propuesta

Martina después de la llamada que tuvo con Ester, retoca su maquillaje en el baño y al finalizar sale de este. Cuando Alba escucha los tacones de la misma, se esconde para no ser vista y en cuanto Martina se encuentra lejos, Alba se adentra al baño.

Se acerca al lavabo, abre la llave y se enjuaga el rostro, ha escuchado la conversación que Martina tuvo con Ester y es obvio que no le ha caído bien, tanto que lo primero que se le viene a la mente es renunciar, ella no merecía ser tratada así.

Alza su mirada y se ve en el espejo, se sentía insegura, no es porque le hayan insinuado que es fea, sino que la contrataron por su apariencia y no por su inteligencia, la seguridad viene desde el interior, no se siente de valor.

Era una gran decisión, pues a pesar de que sabe que no lo merece, también sabe que necesita el empleo y el dinero, es un empleo bien pagado y tiene gastos que cubrir.

Mientras que Alba se queda un buen rato en el baño, Leandro pasa a su oficina y nota que la secretaria secundaria no se encuentra en su escritorio.

Le hace pensar que se ha ido y eso le ha parecido perfecto, así no mancha la apariencia de su empresa o tal vez de sus ojos.

Entra a su oficina despreocupado por la secretaria, pero enojado por lo que ha pasado con Enrique Fuenmayor, su rechazo lo tiene cabreado.

Se aproxima a su escritorio y se sienta en su silla para idear alguna que otra oferta o un plan para obtener aquellos papeles firmado a su nombre del terreno.

Pero Leandro es amante de aprovechar el tiempo, así que mientras alinea sus ideas, sigue retoma el trabajo en su escritorio.

Su celular suena sobre el escritorio y él chequea el nombre, es su novia, Ester, decide contestar y coloca el móvil en su oreja.

—Hola cariño, ¿Cómo te va en el trabajo? —pregunta ella.

—Me iría perfecto si dejaras de meterte en mis asuntos Ester —responde severo y apático.

—¿Por qué lo dices cariño? —se hace la inocente.

—Tú sabes lo que has hecho Ester.

—No Leandro, no lo sé.

Él da un respiro, no le gustaba la forma en la que lo hacía pasar por tonto.

—Sé, lo de la secretaria.

Realmente esperaba a que ella hablara, pero en tal caso de que se haya involucrado en otros asuntos que por ahora no sabe, entonces por esa razón se lo ha aclarado.

—Ah ya, ¿Por eso? ¿Estás molesto porque hice un acto de bondad? No sabía que esto te arruinaría el trabajo.

—¿Acto de bondad? —Él queda incrédulo, ella jamás ha hecho un acto de bondad.

—Si cariño, estabas tan ocupado que encargaste a Martina, pero yo estuve presente en las entrevistas como apoyo, porque somos pareja y la verdad es que la entrevista de la chica me conmovió, se puso a llorar y a suplicar que necesitaba el trabajo, que no tenía dinero y que necesita ayudar a su familia.

Leandro analiza la información, aunque la ropa de la chica la delataba, no confiaba del todo en Ester.

—Para eso crea una fundación Ester, mi empresa no hace caridad.

—¿Caridad? ¿Acaso no está trabajando?

—Si lo hace, pero sabes que lo que más importa es la apariencia Ester, tu perfectamente lo sabes, todo de ella da mal aspecto por lo que no hace la colaboración importante en la empresa.

—Entiendo.

—No te vuelvas a meter en mis asuntos.

—Solo quería ayudarte, cómo la pareja que somos.

—Pareja por contrato y apariencia Ester, que te quede claro, haz lo tuyo y yo hago lo mío.

—¿Así será siempre? —se desanima un poco.

—Si no estás de acuerdo, habla con tu padre, al único que puede controlar.

Ester corta la llamada furiosa y Leandro deja el teléfono en la mesa, piensa que con eso espera que Ester respete lo que él ya es.

Ahora con el tema sacado, ¿Qué hará con la secretaria? Cómo ya ha dicho, no es de contratar por caridad, es por la apariencia, porque él es la cabeza de todo.

Sin embargo la chica ha sido contratada bajo su firma, pero no su revisión y escuchando lo que dijo Ester sobre las necesidades de la chica, no quisiera despedirla, aunque tampoco quisiera tenerla cerca, considera que tal vez lo mejor era cambiarla de puesto.

Leandro agita la cabeza para reaccionar, eso no era lo importante ahora, tenía que encargarse del asunto de Enrique Fuenmayor.

¿Qué puede hacer para tener esos papeles a su nombre? Necesitaría investigar más a fondo a su familia y aunque un detective sería la opción perfecta, ¿Cuántas posibilidades habría de que use alguno de sus influencias o fieles? Leandro es un tipo calculador y confiaba poco en todo.

Contratar a un detective que sea fácil de vender o que ese detective ya tenga un vínculo con la familia y él no sepa, la verdad quería ser precavido.

Tomaría el riesgo, aún así necesitaba algo más, el detective solo le daría toda la información que Leandro no sepa, pero necesitaba a un infiltrado y por recomendación, esta debía ser mujer.

¿Por qué debía ser mujer? Porque estas siempre pasan desapercibidas, además con una buena técnica de seducción, controlaría a cualquier hombre y tal vez eso es lo que necesita Leandro, una chica que domine a Fuenmayor.

¿Pero quién sería? Debe ser alguien que él no pueda reconocer, alguien que no haya visto y que obviamente Leandro confíe en esa persona, Martina podría ser, pero con dejarse someter por Ester, se ve que es alguien que fácil traiciona, además de que Enrique ya conoce a Martina y seria muy obvio el plan.

Leandro frustrado sale de la oficina y ve a sus dos secretarias, Martina estaba trabajando y Alba estaba recogiendo.

—Martina, tráeme un café —le pide y esta se va enseguida.

Luego su vista es atendida por la fea secretaria y la analiza, piensa que tal vez con un cambio de look estaría mejor.

—¿Qué haces? —pregunta él ladeando.

—En cuánto terminara iba a decirle, pero me parece que es el momento justo.

—¿Justo para que?

—Para renunciar, tal vez necesite el dinero, pero no sé si valga la pena a cambio de ponerme por los suelos.

—Parece que te lo has pensado bien.

—No tan bien, es por dignidad y orgullo, con el orgullo no siempre se llega a algún lado, pero al menos estaré tranquila y feliz, además que me tengo fe de conseguir algo mejor.

—¿Algo mejor? ¿No pagamos bien?

—¡¿Acaso no me está escuchando?! No es por el dinero —alza la mirada exasperada, él se sorprende por su actitud y ella se retracta—, lo siento, no ha sido un buen día.

—¿Y como sería si te propongo mantener tu dignidad, orgullo y además ganar más de lo que se te iba a pagar en este puesto?

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