Fuente rota...

—Sí, Alba soy yo. Era la única manera de verte sin que nos vea tu esposo o los paparazzi.

—¿A qué has venido? Pensé que no querrías estar en este lugar mucho menos cuando tus intenciones con este terreno eran otras.

—Debería estar enojado contigo por esto, pero no puedo. No hago otra cosa que recriminarme a mí mismo por no haberte valorado como debía.

—Es un poco tarde para eso, Leandro. ¿No lo crees?

Él la observa de pie a cabeza, y sabe que ella tiene razón. Que aquel hijo que espera es de otro hombre y que nunca volverá a tenerla junto a él.

—Lo sé. Asumo que mi mayor estupidez fue no tomar la decisión que debía hace meses atrás, pero créeme que no es tan sencillo como parece.

—No creo que haya razones más poderosas que las de nuestro propio deseo de estar con quien amamos. Y la verdad, es que no me importa hablar del pasado. Cada uno de nosotros eligió lo que prefería tener consigo y yo, yo estoy siendo responsable de mis decisiones, y deberías hacer lo mismo, Leandro.

—Por favor
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