¡Voten! ¿Marcos o Leandro?
Alba se aparta de Leandro, se arregla la blusa y el cabello, respira profundamente y contesta con voz firme: —¡Adelante! Leandro la mira con desconcierto, aplana sus labios y se dispone a salir de la oficina. Justo cuando la puerta se abre, ambos quedan frente a frente. La presencia de Leandro provoca incomodidad en Marcos, quien al verlo, no puede ocultar su molestia. —¡Vaya, tú por aquí! —comenta en tono sarcástico. —Ya se iba, el Sr Suárez ya se iba —se adelanta Alba a contestar. —Sí, ya me iba. Pretendía convencer a tu esposa de que accediera a venderme los terrenos, pero por lo visto no lo logré —se encoge de hombros, mientras Alba se ruboriza al darle un doble sentido a aquellas palabras—. Por cierto, felicidades por tu futuro hijo. —dice dando un par de palmadas a su amigo. La mirada de Marcos va directamente hacia Alba, quien trata de mantenerse tranquila y segura. —Gracias, Leandro. Igualmente para ti. No había tenido la oportunidad de decírtelo en el debido momento.
—Sí, Alba soy yo. Era la única manera de verte sin que nos vea tu esposo o los paparazzi.—¿A qué has venido? Pensé que no querrías estar en este lugar mucho menos cuando tus intenciones con este terreno eran otras.—Debería estar enojado contigo por esto, pero no puedo. No hago otra cosa que recriminarme a mí mismo por no haberte valorado como debía.—Es un poco tarde para eso, Leandro. ¿No lo crees? Él la observa de pie a cabeza, y sabe que ella tiene razón. Que aquel hijo que espera es de otro hombre y que nunca volverá a tenerla junto a él.—Lo sé. Asumo que mi mayor estupidez fue no tomar la decisión que debía hace meses atrás, pero créeme que no es tan sencillo como parece.—No creo que haya razones más poderosas que las de nuestro propio deseo de estar con quien amamos. Y la verdad, es que no me importa hablar del pasado. Cada uno de nosotros eligió lo que prefería tener consigo y yo, yo estoy siendo responsable de mis decisiones, y deberías hacer lo mismo, Leandro.—Por favor
—Amor, respira —apoya Marcos.—¡¿Y que demonios crees que hago?! —le responde de mal humor por los dolores—. Lo siento amor, seguramente estás tan nervioso como yo.—Lo entiendo amor, tranquila.Marcos la comprende y posa su mano en su espalda para sobarla y ayudarla como han estado practicando. Ayuda a Alba a caminar, quien va despacio.Ellos salen del baño y caminan por el pasillo, no hay otra salida de la fundación que evite pasar por los invitados. En lo que van caminando juntos, son el centro de atención de la familia de Alba, inmediatamente Mario y Macarena se acercan a ellos.—¿Qué está sucediendo? —pregunta preocupado siguiéndolos.—Alba entró en labor, hay que llevarla a la clínica rápido —resume Marcos.—No puedo dejar a estos invitados —dice Alba aguantando el dolor.—Nosotros nos encargaremos hija, tu ocúpate de traer esa criatura al mundo —apoya Macarena.—Gracias mamá, los espero allá cuando todo acabe —concluye Alba antes de irse.Llegan a la salida y Marcos le pide al
El silencio domina el ambiente por un rato, pero luego Estela responde.—Pues yo lo hice hijo y fue porque me enamoré, muchas veces, ese fue mi error, me dejé llevar por el enamoramiento, un sentimiento momentáneo que te llena de mucha adrenalina, es como drogarse.—¿Y si te digo que me siento así todo el tiempo pero también siento paz con una persona?—Diría que es el amor de tu vida … y supongo que esa persona no es Ester. Él niega con la cabeza.—Lo siento, no quise decepcionarte…Estela lleva su mano a la mejilla de Leandro y se la acaricia.—Ay cariño, tu no me decepcionas nada, ¿Vale? Yo siempre te apoyaré y te apoyé con Ester porque pensé que eso era lo que querías, pero ahora me doy cuenta de que no.—Necesito a Ester, más no la quiero madre.—Y ahora ella te necesita a ti, hijo.—Lo sé.Leandro suspira y vuelve a guardar su carta, tal parece que no tendrá el valor de dársela. Estela ha notado el movimiento y le causa intriga aquel papel. Él entra a la habitación y se propone
Aunque pasé el tiempo, Marcos siempre estará para ella, pero eso no implica que le sea infiel a Alba, él decidió estar con ella y así será. —Felicidades —se acerca lentamente y sonríe. —Gracias —le devuelve la sonrisa—, ¿Solo viniste a felicitarme? Algo dentro de ella tiene esperanzas de que él aún la siga queriendo. —Sí. —A tú esposa no le debe agradar nada que la hayas dejado el día de su inauguración para felicitarme. Ella se siente victoriosa. —De hecho, está a unas cuantas habitaciones de la tuya, nuestro bebé también nació hoy. Esa información la hace enojar, Leandro no le dijo nada, y claro, ¿Cómo le va a decir? Si él solo quería evitar discutir, más Ester estaba muy demandante. Gracias al irá que lleva dentro por escuchar eso, Ester no soporta la idea de que Marcos tenga una familia feliz con Alba, esa debería ser ella, estar con él formando su familia. —¿Su bebé? —pregunta en tono irónico. —No empieces —Marcos la conoce perfectamente. —Ese bebé no es tuyo Marcos, s
—Leandro, espera. —Aquella petición retumba en el corazón del CEO, quien rápidamente se gira hacia ella.— Claro que creo en tu amor, pero no puedo tomar una decisión como esta a la ligera. —¿Me darás una oportunidad? —pregunta con un brillo en sus ojos. —No he dicho eso. —Leandro la mira confundido. —¿Entonces, ya no me amas?—Te amo, pero eso no cambia la realidad, sigues casado con Ester. —Pero no la amo, solo he amado a una mujer y es a ti, Alba.—¿De qué me sirve que me ames, si no podrás estar conmigo? ¿O sí? Nuevamente las palabras de Alba dejan desarmado y sin argumentos a Leandro. —Y-yo —tartamudea. —No digas nada, Leandro. Si piensas que por tener una hija voy a convertirme en tu amante, te equivocas. Además no creo que Marcos se merezca mi traición. —Tenemos una hija, Alba. No puedes negarme el derecho a verla. ¿Puedes por un minuto ponerte en mi lugar? No me casé con Ester porque la amaba. Es algo mucho más complicado de lo que parece. Sólo necesito que me des un po
Leandro reacciona de aquel recuerdo gracias a una llamada, chequea el teléfono y ve que es Ester, da un suspiro pensando en como resolver su asunto con ella y luego contesta.—¿Si, Ester? ¿Necesitas algo? —¿Dónde estás?—En el auto, iba a casa a darme una ducha, pero si necesitas algo, puedo ir a buscártelo.—Solo quiero hablar contigo, es algo importante.—¿Muy importante? Es que quiero darme una ducha.—Está bien, puedo esperar, pero no lo olvides, ¿Vale? —Vale.Corta la llama y por más curiosidad que tenga, arranca el auto para irse a casa. En el transcurso, sigue pensando en como deshacerse del contrato que tuvo con Ester para ayudar a su madre. Estela no tiene conocimiento de aquel acuerdo, pero la forma en la que su hijo encontró prometida rápidamente, se vio sospechoso. Por otro lado, Leandro no le comento nada porque no quería que su madre se angustiara más de lo que ya estaba por estar presa y sabía que si le decía que a la empresa ya no le iba tan bien, podría sentirse cu
Un mes después de aquella conversación en el restaurante, Leandro decide dar el siguiente paso, tanto él como Alba merecían ser felices junto a su pequeña hija, Lucía.—Alba —la mira fijamente sosteniendo sus manos entre las suyas—¿Aceptarías ser mi esposa? —Le pregunta provocando en Alba una profunda emoción. Alba había dudado muchas veces que aquello ocurriera así como también muchas veces había soñado con aquel momento. Por ello, al escuchar la propuesta de matrimonio de sus propios labios se llenó de asombro. Estaba impresionada y no sabía que contestarle:—¿Es en serio? —cuestiona con duda.—Tan en serio como la propuesta que te hice aquella tarde en mi oficina—dice enlazándola por la cintura con sus brazos.—¿Puedo pensarlo? —bromea ella. —Puedes pero no tardes mucho —besa entonces sus labios de forma escueta y cuando se dispone a separarse, ella se lo impide sujetándolo sensualmente por el cuello de la camisa.—¡Acepto, Sr Suárez! —sonríe y sus labios se funden en el más inte