Aunque pasé el tiempo, Marcos siempre estará para ella, pero eso no implica que le sea infiel a Alba, él decidió estar con ella y así será. —Felicidades —se acerca lentamente y sonríe. —Gracias —le devuelve la sonrisa—, ¿Solo viniste a felicitarme? Algo dentro de ella tiene esperanzas de que él aún la siga queriendo. —Sí. —A tú esposa no le debe agradar nada que la hayas dejado el día de su inauguración para felicitarme. Ella se siente victoriosa. —De hecho, está a unas cuantas habitaciones de la tuya, nuestro bebé también nació hoy. Esa información la hace enojar, Leandro no le dijo nada, y claro, ¿Cómo le va a decir? Si él solo quería evitar discutir, más Ester estaba muy demandante. Gracias al irá que lleva dentro por escuchar eso, Ester no soporta la idea de que Marcos tenga una familia feliz con Alba, esa debería ser ella, estar con él formando su familia. —¿Su bebé? —pregunta en tono irónico. —No empieces —Marcos la conoce perfectamente. —Ese bebé no es tuyo Marcos, s
—Leandro, espera. —Aquella petición retumba en el corazón del CEO, quien rápidamente se gira hacia ella.— Claro que creo en tu amor, pero no puedo tomar una decisión como esta a la ligera. —¿Me darás una oportunidad? —pregunta con un brillo en sus ojos. —No he dicho eso. —Leandro la mira confundido. —¿Entonces, ya no me amas?—Te amo, pero eso no cambia la realidad, sigues casado con Ester. —Pero no la amo, solo he amado a una mujer y es a ti, Alba.—¿De qué me sirve que me ames, si no podrás estar conmigo? ¿O sí? Nuevamente las palabras de Alba dejan desarmado y sin argumentos a Leandro. —Y-yo —tartamudea. —No digas nada, Leandro. Si piensas que por tener una hija voy a convertirme en tu amante, te equivocas. Además no creo que Marcos se merezca mi traición. —Tenemos una hija, Alba. No puedes negarme el derecho a verla. ¿Puedes por un minuto ponerte en mi lugar? No me casé con Ester porque la amaba. Es algo mucho más complicado de lo que parece. Sólo necesito que me des un po
Leandro reacciona de aquel recuerdo gracias a una llamada, chequea el teléfono y ve que es Ester, da un suspiro pensando en como resolver su asunto con ella y luego contesta.—¿Si, Ester? ¿Necesitas algo? —¿Dónde estás?—En el auto, iba a casa a darme una ducha, pero si necesitas algo, puedo ir a buscártelo.—Solo quiero hablar contigo, es algo importante.—¿Muy importante? Es que quiero darme una ducha.—Está bien, puedo esperar, pero no lo olvides, ¿Vale? —Vale.Corta la llama y por más curiosidad que tenga, arranca el auto para irse a casa. En el transcurso, sigue pensando en como deshacerse del contrato que tuvo con Ester para ayudar a su madre. Estela no tiene conocimiento de aquel acuerdo, pero la forma en la que su hijo encontró prometida rápidamente, se vio sospechoso. Por otro lado, Leandro no le comento nada porque no quería que su madre se angustiara más de lo que ya estaba por estar presa y sabía que si le decía que a la empresa ya no le iba tan bien, podría sentirse cu
Un mes después de aquella conversación en el restaurante, Leandro decide dar el siguiente paso, tanto él como Alba merecían ser felices junto a su pequeña hija, Lucía.—Alba —la mira fijamente sosteniendo sus manos entre las suyas—¿Aceptarías ser mi esposa? —Le pregunta provocando en Alba una profunda emoción. Alba había dudado muchas veces que aquello ocurriera así como también muchas veces había soñado con aquel momento. Por ello, al escuchar la propuesta de matrimonio de sus propios labios se llenó de asombro. Estaba impresionada y no sabía que contestarle:—¿Es en serio? —cuestiona con duda.—Tan en serio como la propuesta que te hice aquella tarde en mi oficina—dice enlazándola por la cintura con sus brazos.—¿Puedo pensarlo? —bromea ella. —Puedes pero no tardes mucho —besa entonces sus labios de forma escueta y cuando se dispone a separarse, ella se lo impide sujetándolo sensualmente por el cuello de la camisa.—¡Acepto, Sr Suárez! —sonríe y sus labios se funden en el más inte
Martina sale de la oficina de nuestro jefe con el vestido un poco más arriba de cómo entró y con su labial corrido, esta se acomoda el vestido y se limpia un poco el labio, al pasar su mirada por mi pequeño escritorio, bajo la mirada para no recibir un regaño. Tal vez lleve semanas trabajando aquí, pero no soy tonta, es obvio que se revuelca con el jefe y la verdad es que la comprendo, ¿Quién no querría acostarse con Leandro Suárez? Uno de los empresarios más guapos de España, treinta y tres años de edad y exitoso. Soy Alba Lucía Bermúdez y hace unas semanas que comencé a trabajar aquí en la empresa Suárez, la chica que acabo de mencionar, Martina Roso, es la secretaria principal de la empresa y por alguna razón fui contratada. Yo metí currículum en muchos lugares, pero jamás creí recibir una llamada para una entrevista para ser secretaria secundaria de esta empresa. Me imaginé un puesto más inferior, ya que tengo el problema de muchos jóvenes de 23 años, que después de graduar
Me agacho y abro esta mientras pienso que debe ser algo muy especial como para tenerlo de último. Cojo el estuche y me incorporo, le dejo el estuche frente a su manos a menos que quiera también que use su mano para abrir el estuche. —Gracias, ahora siga ordenando. Él alza la mirada de las carpetas y me mira confundido, ¿Hice algo mal? Me apresuro a darme la vuelta, pero siento su mirada tan intensa en mi que me pone aún más nerviosa, tanto que me tropiezo con la papelera y está se voltea. —Lo siento. Trato de recoger el desastre, pero retroceso al ver condón lleno, no pienso recoger eso, mi espalda choca con algo y cierro mis ojos apenas escucho el ruidoso desastre que he hecho. —¡Pero que incompetente! —se escucha molesto. La he cagado, joder. —Lo siento, lo siento. —Abro mis ojos y me volteo. Los papeles se han caído y estaba todo revuelto. —Quien debería disculparse es la secretaria por pedirte que trajeras su trabajo a mi oficina, pero ahora que has causado esto,
Apenas Martina entra a mi oficina la veo con severidad, algo no anda bien. —Señor… —la interrumpo. —No puedo darte la mínima confianza porque la desaprovechas, sabes que la apariencia del personal es muy importante para mí y si no fuera porque estaba muy ocupado, por supuesto que no te hubiese dejado a cargo. —Lo siento. —Recoge todo lo que has hecho, si no fuera por ti, esto no hubiera pasado. —Si señor. Ella se acerca y recoge la papelera, luego camina coleándose a mi lado para acomodar los papeles. Giro mi silla y la detallo de abajo hacia arriba, ella siempre me complace y teme mucho de mí, eso lo sé. Llevo una mano a la zona baja de su espalda y me mira, no tengo intenciones de follarla ahora, el castigo sería no dárselo, la perra se porta mal, no merece el hueso. —¿Alguien estuvo involucrado en la contratación? —pregunté. —Yo… yo —tartamudea. —No soy tonto Martina y sé que tú tampoco, sé que tú jamás me desobedecerías a menos que alguien te haya engañado.
Martina regresa algo nerviosa por el reclamo de su jefe-amante. Para salir bien librada de aquel problema tuvo que decirle una verdad disfrazada al CEO. ¿Ahora qué debía hacer? Por ningún motivo podía permitir que Ester se enterara de lo que acababa de hacer. Ester Guzmán era una mujer de armas tomar. Acostumbrada a controlarlo todo, incluso a su novio, Leandro Suárez con quien apenas tenía un acuerdo de matrimonio por contrato. Aún así era de carácter dominante y controladora. Por ello, Martina astutamente supo desde un primer momento convertirse en su aliada dentro de la empresa. Seis meses atrás… La hermosa y elegante mujer entró a la empresa atrayendo a todos con su elegancia y glamour. La rubia llevaba puesto un hermoso vestido blanco con cuello halter que permitía ver lo largo de su cuello y sus hombros delicados. La falda tipo lápiz, acentuaba su delgada y esbelta figura, el oufit lo completaban los saltos negros de tacón fino y una cartera de sobre de la misma marca