MIS TRILLIZOS, HEREDEROS DEL PELIGROSO MAFIOSO
MIS TRILLIZOS, HEREDEROS DEL PELIGROSO MAFIOSO
Por: REINA ROJA
UN MAL DIA

MILA

—Lárgate de mi casa, Mila—mi tía me dice, con una voz fría y sin emociones y por un momento me quedo estática esperando de que sea una broma.

Pero no, Kenia Vraslova es todo menos una mujer alegre que haría esto con otra intención que no sea humillarme, despreciarme y pasar por encima de mi como lo ha hecho toda su vida.

—¿Por qué? ¿Qué he hecho?—pregunto, intentando entender lo que está pasando.

—No me hagas preguntas, Mila—mi tía responde, con una mirada dura—simplemente lárgate. Tu marido ha dejado de pagar el alquiler, y ya no quiero que te quedes aquí.

Me siento como si hubiera recibido un golpe en el estómago y trago saliva ignorando la presencia de su marido al que odio con todas mis fuerzas y estoy segura que es el causante de que me ella me este echando como un perro.

—Pero... estoy segura de que él te pagó por más de dos años—digo, intentando defender al padre de mi hijo.

—No me importa lo que creas—mi tía me interrumpe, con una voz cortante—lo que importa es que no ha pagado en seis meses, y yo no voy a seguir cubriendo sus deudas. Así que, te largas de mi casa.

—Por favor, tía... mis hijos... ¿dónde vamos a vivir?—suplico, intentando que se apiade de mí.

—No es mi problema—mi tía responde, sin emociones—tú y tu marido deberían haber pensado en eso antes de dejar de pagar el alquiler. Ahora, es tu problema. Así que, lárgate.

Me levanto, con la cara bañada en lágrimas.

—Pero... ¿por qué eres tan cruel? —pregunto, intentando entender su comportamiento—¿Qué te hecho para que toda la vida me trataras de esta manera.

—No soy cruel, Mila—mi tía responde, con una sonrisa fría—simplemente soy práctica. Y no tengo por qué darte explicaciones. Así que, lárgate de mi casa. Ahora. o le diré a mi marido que lo haga por mi pero a la fuerza.

—Tranquila tía—me limpio las lagrimas porque no le daré el gusto de verme destruida—ya mismo recogeré mis cosas de tu casa.

Me dirijo con los ojos llorosos hacia la parte trasera de la casa de mi tía, donde se encuentra la pequeña vivienda que ha sido mi hogar durante algún tiempo. A medida que camino, mis pensamientos se entrelazan con la confusión y el dolor que siento, ya que no entiendo por qué mi tía me está echando de su casa de manera tan abrupta y cruel. Sin embargo, una idea comienza a tomar forma en mi mente: es posible que el marido de mi tía esté detrás de todo esto, ya que siempre ha sido un hombre manipulador y nunca ha tenido buenas intenciones hacia mí.

A medida que ingreso a mi pequeña vivienda, me siento abrumada por la tarea que tengo por delante: recoger las pertenencias de mis tres hijos pequeños, incluyendo sus biberones, ropa y otros artículos esenciales. También necesito reunir mis propias cosas, como ropa y algunos objetos personales, ya que no sé cuándo podré regresar. Pero lo que más me preocupa es el dinero: tengo algunos ahorros que había guardado para emergencias, pero sé que solo me alcanzarán para pagar el alquiler de un nuevo lugar por dos meses. Después de eso, no sé qué haré, ya que mi principal preocupación es la comida y el bienestar de mis hijos.

Recojo empacando todo con lágrimas en mis ojos.

La situación se vuelve aún más desesperante cuando pienso en el padre de mis hijos, quien ha estado ausente durante seis meses sin dar señales de vida. Regularmente, él solía visitarme y pasar tiempo con los niños, a pesar de que su trabajo como agente de viajes lo mantenía constantemente en movimiento. Sin embargo, ahora parece haber desaparecido sin dejar rastro, y no sé por dónde empezar a buscarlo. La falta de noticias y la incertidumbre sobre su paradero me han dejado en un estado de ansiedad y desesperación.

—¿Marko mi amor donde estas? —musito sintiéndome sola en este momento cuando más lo necesito.

La preocupación por su desaparición y ahora esto, me hace sentir que me voy a volver loca. Cierro la maleta porque no puedo empacar nada mas, solo lo esencial para mi y lo mas importante para mis hijos.

—Mila—la voz masculina me asusta y hiela los huesos porque odio estar a solas con este tipo tan asqueroso.

—¿Qué quieres? —le pregunto al marido de mi tía, mientras bajo la maleta de la cama, dispuesta a salir de aquí.

Lo odio, pero mas que todo, me da asco porque nunca me ha gustado la forma en que me mira y todas sus asquerosas insinuaciones que me dice cada que tiene oportunidad.

—Ya sabes bien lo que quiero—me dice, quedándose en el puerta y no se como voy a salir si no se aparta.

No quiero contacto con el, me repugna todo de este tipo, desde su mirada lasciva que me dedica, hasta su olor, todo de el.

—Jamás.

—Entonces dejaras a tus hijos sin techo.

—Sabía que tú estabas detrás de todo esto.

—Te dije que si no correspondías, si no me dabas lo que quería, te iba a joder la vida. Y ahora, aquí estás, sola, en la calle y sin nada.

—Nunca voy a ser tuya, jamás estaré con un hombre como tú—le digo, intentando mantener la dignidad—tú eres el marido de mi tía, y no voy a convertirme en tu amante.

—Puedo ofrecerte todo lo que necesitas, para ti y para tus hijos—me dice, con una mirada lasciva—puedo darte un lugar donde vivir, comida, ropa... todo lo que necesites.

Me río.

—¿Qué me puedes ofrecer, si tú vives de lo que mi tía te da?—le pregunto, intentando mantener la calma—¿qué tienes que ofrecerme, aparte de tus palabras vacías y el deseo que siente por mi cuerpo?

—Tú no sabes lo que soy capaz de hacer—me dice, con una mirada amenazante—puedo hacer que tu vida sea mucho más fácil, de lo que desees.

—Mejor apártate que me tengo que ir, porque por tu culpa y tu absurda obsesión tengo que buscar donde pasar la noche con mis tres hijos pequeños, asi que quítate.

No me acerco a él, no quiero hacerlo, tengo miedo, y sostengo ambas maletas, pero el tipo no tiene intenciones de moverse.

—Mila, no seas tan rebelde—se acerca dando un paso adelante, activando todas mis alarmas—caprichosa, solo tienes que darme una noche, y convenzo a tu tía de darte una oportunidad.

Me veo sin escapatoria, es mucho mas grande, corpulento y con mas fuerza y no creo que sea capaz de luchar contra él. tengo miedo, miro mis opciones y retrocedo cuando da un paso más, acortando el espacio que nos separa.

—No te acerques porque grito—amenazo pero solo consigo que se ría de mi—te lo advierto, le diré a mi tía todo lo que ha estado pasando contigo.

—Quería que las cosas fueran por las buenas, pero me obligas a que sea a las malas.

—Noooo.

Grito cuando se me abalanza, tirándome a la cama, viniéndose encima de mi como un león hambriento por su presa y me acorrala entre su cuerpo y el colchón mientras lucho con todas mis fuerzas ya que comienza a besarme el cuello.

—Suéltame, noooo—grito—auxiliooooo.

Me cubre la boca ahogando las suplicas y comienzo a llorar desesperada al sentir sus manos recorrer mi cuerpo, tocarme y apretarme como lo haría el padre de mis hijos.

Pienso en Marko, su imagen se me viene a la mente e intento moverme, pero me aplasta con su cuerpo mientras besa mi cuello revolviéndome el estomago con el olor que emana y las cosas que hace.

Si me dejo las cosas serán más fácil que hechos con violencia..

—Deja de luchar—rompe mi blusa aumentando el pánico cuando deja a su vista mis sostenes—eres tan hermosa como lo imagine.

—Animal—rasguño su cara con la rabia que me toma pero recibo su violencia cuando me da una bofetada que me revienta la boca.

—Zorra—vuelve abofetearme mareándome con el segundo golpe—sí, asi, quédate quieta.

Seria mejor, quedarme quieta y que esta pesadilla pase lo antes posible, pero pienso en mis hijos. No puedo permitir que mis hijos crezcan pensando que su madre se rindió fácilmente, que no luchó por ellos. Quiero que sepan que hice todo lo posible por darles una vida mejor, que luché por ellos con todas mis fuerzas.

Vuelvo a tomar fuerzas, cuando alza la parte de mi vestido rompiendo mis bragas y más lucho, dándole pelea, porque no pienso que me robe mi dignidad de esa manera, pero pese a todo siento que no podre con su fuerza bestial que me mantiene debajo de él, indefensa, impotente y frustrada. Cierro mis ojos cuando siento que va a hacerlo y solo le pido a Dios que si me considera un poco, no permita que me suceda esto…

—¿Qué esta pasando aquí? —la voz de mi tía consigue que su marido se levante liberándome y lo primero que hago, es ir llorando hacia mi tía que no deja que me acerque porque me recibe con una bofetada que me tira al piso.

Aumentando el dolor en mi corazon cuando mi propia familia me da la espalda.

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