MILAMe organizo en el espejo, ajustando mi cabello y mi ropa. Alisa está en la cama con los bebés, mirándome con una expresión de preocupación.—¿Estás segura de ir? —me pregunta, su voz llena de duda—. Me parece muy extraño. Acabas de enviarle un mensaje a Maximiliano y él te dice que lo esperes allá, en la azotea de un edificio. Me parece muy sospechoso.Me encojo de hombros, mientras me aplico un poco de maquillaje en los ojos.—No pasa nada —le digo, tratando de sonar calmada—. Maximiliano es un hombre ocupado, y a veces tiene que hacer cosas de última hora. No hay nada de qué preocuparse.Alisa no parece convencida, pero yo sigo adelante, terminando de maquillarme y ajustando mi ropa.—Me visto con este vestido negro —digo, mirándome en el espejo—. Me hace sentir elegante y segura.Me pongo un poco de lápiz de ojos y me miro de nuevo en el espejo.—Y me maquillo con un poco de sombra de ojos y rímel —digo, sonriendo—. Me hace sentir más despierta y lista para enfrentar el día.A
MAXIMILIANO.Bajo del avión con Aleksi, sintiendo el calor húmedo de la ciudad después del fresco de Francia.—Aleksi, ¿cómo crees que Mila reaccionará cuando le dé el anillo? —pregunto, mientras reparo el anillo en la parte trasera de la camioneta.Aleksi me mira por el espejo retrovisor.—No lo sé, Maximiliano —dice—. Pero estoy seguro de que le encantará. ¿Cuándo vas a dárselo?Me tomo un momento para responder, concentrado en el anillo.—Pronto —digo—. Quiero que sea especial.—Jamás en mi vida me imaginé que tú estuvieras perdido por una mujer —dice—. Y precisamente por la mujer de tu hermano.Lo miro, mi expresión seria.—Recuerda que él está muerto —digo—. Y si mi hermano estuviera vivo, no me hubiese fijado en su mujer.Aleksi me mira con curiosidad.—¿Estás seguro de eso, Maximiliano? —pregunta.Me encojo de hombros, concentrado en el anillo.—En igual forma —digo—. No hay manera de saberlo. Las cosas pasaron como están ahora y no pienso en esas cosas.Aleksi asiente, aunque
MILAEstoy aquí, en este sótano oscuro y frío, rodeada de paredes de piedra que parecen absorber cualquier rastro de calor. El aire está cargado de humedad y puedo sentir el frío calándome profundamente en los huesos. Frente a mí, mis escoltas están arrodillados, con la cabeza gacha y una expresión de derrota en sus rostros. Me siento culpable, terriblemente culpable. Esto es culpa mía. Si no hubiera sido tan imprudente, si no hubiera confiado en la persona equivocada, mis escoltas no estarían en esta situación. No estarían arrodillados, con la mirada baja, como si se sintieran responsables de mi seguridad.Me duele verlos así. Me duele saber que están sufriendo por mi culpa. Quiero hacer algo, quiero ayudarlos, pero no sé cómo. Estoy atrapada en este sótano, sin saber qué va a pasar con nosotros.La oscuridad parece cerrarse sobre mí, y puedo sentir el peso de la responsabilidad sobre mis hombros. Quiero gritar, quiero llorar, pero no puedo. Tengo que mantener la calma, tengo que pen
MILACorro libre por el bosque, sonriendo con un vestido blanco que ondea al viento. El sol se filtra a través de los árboles, iluminando mi camino. De repente, escucho pasos detrás de mí y volteo a mirar. Maximiliano viene detrás de mí, su mirada fija en la mía.Me alcanza y me lleva contra el árbol, su brazo rodeándome la cintura. Me pega a él y me da un beso apasionado. Me siento sin aliento y emocionada.—No intentes escapar de mí —dice, su voz baja y sensual—. No puedo dejar que te vayas.—Maximiliano —susurro, mi voz temblando—. ¿Por qué me persigues?—Porque te amo —responde, su mirada intensa—. Porque no puedo vivir sin ti.Me siento débil y sin fuerzas ante sus palabras. Me doy cuenta de que no puedo escapar de él, de que no quiero escapar de él.—No quiero escapar —digo, mi voz apenas audible—. Quiero estar contigo.Maximiliano sonríe y me besa de nuevo, su abrazo estrechándome contra él. Me siento segura y amada en sus brazos.Maximiliano me mira con una intensidad que me h
Llego a la pista de aterrizaje con los miembros más letales de mi organización, mis hombres más confiables y mejor entrenados. A unos pasos de mí, el italiano está de pie, con sus hombres armados hasta los dientes, sus trajes negros impecables. Dos leones se enfrentan en un espacio neutral, listos para discutir negocios.Un espacio abierto, como este lugar, permite una mayor sensación de libertad y control. Puedes moverte con más facilidad, puedes ver a tu alrededor sin sentirte atrapado. Y, sobre todo, puedes evaluar mejor la situación y a la persona que tienes enfrente.Me bajo del auto y camino con mis hombres detrás de mí, su presencia es un recordatorio silencioso de mi poder. Llego hasta donde el italiano está sentado y corro la silla, sentándome frente a él. Estamos en un espacio abierto, en la mitad de la pista de aterrizaje, rodeados de nada más que asfalto y silencio. Los hombres del italiano y mis hombres están fuertemente armados, listos para cualquier cosa.Tomo asiento f
MAXIMILIANO.—Te admiro, Maximiliano —me dice Aleksi—. No pensé que de esa situación tan grave sacarías ventaja y te quitarías un enemigo de encima.Lo miro con una sonrisa leve.—Eso es lo que hace un jefe —le respondo—. No solo derramar sangre, también evitarla.Aleksi asiente con la cabeza.—Lo entiendo perfectamente —me dice—. Nunca dudé de tus capacidades, Maximiliano. Sin embargo, eso ha sido una jugada maestra.—Has jugado tus cartas con maestría —me dice—. Sabías exactamente qué ofrecerle para que aceptara el trato.Asiento con la cabeza, satisfecho con el resultado.—Conozco a los hombres como él —le respondo—. Saben cuándo es hora de parar la guerra y empezar a ganar dinero.Aleksi se ríe.—Sí, el dinero es un gran motivador —dice—. ¿Crees que mantendrá su palabra?Lo miro pensativo.—Espero que sí —le respondo—. Pero si no lo hace, estaremos preparados. No podemos permitirnos el lujo de confiar ciegamente en nadie en nuestro mundo.El silencio se cierne sobre nosotros duran
MAXIMILIANO—Tenemos que ser precisos, Aleksi. Por Mila, debemos ser precisos. Necesitamos un plan sólido para infiltrarnos en la fábrica sin ser detectados. Sé que Mila, esté donde esté, está contando con nosotros, y debemos demostrar nuestra habilidad y estrategia en este momento.Aleksi me mira con intensidad en los ojos, pero veo una chispa de confianza en su mirada.—Tienes razón —me dice—. Podemos dividirnos en dos equipos. Uno se encargará de distraer a los guardias en la entrada principal, mientras que el otro equipo se infiltra por la parte trasera.Asiento con la cabeza, sintiendo una sensación de alivio.—Exacto —le digo—. Y una vez que estemos dentro, debemos movernos rápidamente. Mila está en el piso de abajo, así que necesitamos llegar allí sin ser detectados. Tu padre puede hackear el sistema de seguridad para desactivar las cámaras y alarmas.Aleksi asiente con la cabeza, mostrando una determinación renovada.—Vamos a hacerlo —me dice—. Vamos a traer a Mila de vuelta y
MILALo abrazo con fuerza, sintiendo el calor de su cuerpo contra el mío. Maximiliano me besa y yo respondo con pasión, dejando que el mundo a nuestro alrededor se desvanezca. En este momento, nada más importa que la conexión entre nosotros. Su boca se une a la mía en un beso profundo y tierno, y yo me siento transportada a un lugar donde solo existimos nosotros dos.El tiempo se detiene y todo lo que nos rodea se vuelve irrelevante. Olvido la tensión, el peligro y la incertidumbre. Solo estoy yo, Maximiliano y este beso que nos une. Siento su amor y su pasión, y respondo con la mía propia. El abrazo se vuelve más fuerte, como si quisiéramos fusionarnos en un solo ser.En este instante, todo lo demás desaparece y solo quedamos nosotros, perdidos en el calor de nuestro amor.Maximiliano me toma de la cintura y me mira con preocupación en sus ojos.—¿Estás bien? —me pregunta con suavidad—. ¿Qué te hizo esa loca de Alaska?Me toma un momento responder, procesando la intensidad de sus pal