MILAEstoy boxeando con Alisa en el gimnasio, sudando y jadeando mientras nos entrenamos. Lanzo un puñetazo hacia Alisa, que lo esquiva con un movimiento rápido de cabeza.—Fui a la fábrica el otro día —le digo, mientras me recupero del golpe fallido.Alisa me lanza un gancho, que bloqueo con mi guante.—Es un lugar enorme —continúo—. Vi cómo se fabricaban las armas, es un proceso muy industrial.Alisa me lanza un uppercut, que esquivo agachándome.—¿Qué mas hiciero? —se burla—el amor sobre una mesa.Sacudo mi cabeza.—No somos como tu y Aleksi, pero sabes, me pareció muy impresionante —digo, mientras me levanto y lanzo un puñetazo hacia Alisa.Alisa lo bloquea y me lanza un contraataque, que esquivo moviéndome hacia la izquierda.—La organización que está detrás de todo esto es muy grande —dice Alisa, mientras me lanza otro puñetazo.Lo bloqueo con un movimiento rápido de mi guante izquierdo y le respondo con un gancho potente que busca conectar con la mandíbula de Alisa, pero ella e
MILAMe organizo en el espejo, ajustando mi cabello y mi ropa. Alisa está en la cama con los bebés, mirándome con una expresión de preocupación.—¿Estás segura de ir? —me pregunta, su voz llena de duda—. Me parece muy extraño. Acabas de enviarle un mensaje a Maximiliano y él te dice que lo esperes allá, en la azotea de un edificio. Me parece muy sospechoso.Me encojo de hombros, mientras me aplico un poco de maquillaje en los ojos.—No pasa nada —le digo, tratando de sonar calmada—. Maximiliano es un hombre ocupado, y a veces tiene que hacer cosas de última hora. No hay nada de qué preocuparse.Alisa no parece convencida, pero yo sigo adelante, terminando de maquillarme y ajustando mi ropa.—Me visto con este vestido negro —digo, mirándome en el espejo—. Me hace sentir elegante y segura.Me pongo un poco de lápiz de ojos y me miro de nuevo en el espejo.—Y me maquillo con un poco de sombra de ojos y rímel —digo, sonriendo—. Me hace sentir más despierta y lista para enfrentar el día.A
MAXIMILIANO.Bajo del avión con Aleksi, sintiendo el calor húmedo de la ciudad después del fresco de Francia.—Aleksi, ¿cómo crees que Mila reaccionará cuando le dé el anillo? —pregunto, mientras reparo el anillo en la parte trasera de la camioneta.Aleksi me mira por el espejo retrovisor.—No lo sé, Maximiliano —dice—. Pero estoy seguro de que le encantará. ¿Cuándo vas a dárselo?Me tomo un momento para responder, concentrado en el anillo.—Pronto —digo—. Quiero que sea especial.—Jamás en mi vida me imaginé que tú estuvieras perdido por una mujer —dice—. Y precisamente por la mujer de tu hermano.Lo miro, mi expresión seria.—Recuerda que él está muerto —digo—. Y si mi hermano estuviera vivo, no me hubiese fijado en su mujer.Aleksi me mira con curiosidad.—¿Estás seguro de eso, Maximiliano? —pregunta.Me encojo de hombros, concentrado en el anillo.—En igual forma —digo—. No hay manera de saberlo. Las cosas pasaron como están ahora y no pienso en esas cosas.Aleksi asiente, aunque
MILAEstoy aquí, en este sótano oscuro y frío, rodeada de paredes de piedra que parecen absorber cualquier rastro de calor. El aire está cargado de humedad y puedo sentir el frío calándome profundamente en los huesos. Frente a mí, mis escoltas están arrodillados, con la cabeza gacha y una expresión de derrota en sus rostros. Me siento culpable, terriblemente culpable. Esto es culpa mía. Si no hubiera sido tan imprudente, si no hubiera confiado en la persona equivocada, mis escoltas no estarían en esta situación. No estarían arrodillados, con la mirada baja, como si se sintieran responsables de mi seguridad.Me duele verlos así. Me duele saber que están sufriendo por mi culpa. Quiero hacer algo, quiero ayudarlos, pero no sé cómo. Estoy atrapada en este sótano, sin saber qué va a pasar con nosotros.La oscuridad parece cerrarse sobre mí, y puedo sentir el peso de la responsabilidad sobre mis hombros. Quiero gritar, quiero llorar, pero no puedo. Tengo que mantener la calma, tengo que pen
MILACorro libre por el bosque, sonriendo con un vestido blanco que ondea al viento. El sol se filtra a través de los árboles, iluminando mi camino. De repente, escucho pasos detrás de mí y volteo a mirar. Maximiliano viene detrás de mí, su mirada fija en la mía.Me alcanza y me lleva contra el árbol, su brazo rodeándome la cintura. Me pega a él y me da un beso apasionado. Me siento sin aliento y emocionada.—No intentes escapar de mí —dice, su voz baja y sensual—. No puedo dejar que te vayas.—Maximiliano —susurro, mi voz temblando—. ¿Por qué me persigues?—Porque te amo —responde, su mirada intensa—. Porque no puedo vivir sin ti.Me siento débil y sin fuerzas ante sus palabras. Me doy cuenta de que no puedo escapar de él, de que no quiero escapar de él.—No quiero escapar —digo, mi voz apenas audible—. Quiero estar contigo.Maximiliano sonríe y me besa de nuevo, su abrazo estrechándome contra él. Me siento segura y amada en sus brazos.Maximiliano me mira con una intensidad que me h
MILA—Lárgate de mi casa, Mila—mi tía me dice, con una voz fría y sin emociones y por un momento me quedo estática esperando de que sea una broma.Pero no, Kenia Vraslova es todo menos una mujer alegre que haría esto con otra intención que no sea humillarme, despreciarme y pasar por encima de mi como lo ha hecho toda su vida.—¿Por qué? ¿Qué he hecho?—pregunto, intentando entender lo que está pasando.—No me hagas preguntas, Mila—mi tía responde, con una mirada dura—simplemente lárgate. Tu marido ha dejado de pagar el alquiler, y ya no quiero que te quedes aquí.Me siento como si hubiera recibido un golpe en el estómago y trago saliva ignorando la presencia de su marido al que odio con todas mis fuerzas y estoy segura que es el causante de que me ella me este echando como un perro.—Pero... estoy segura de que él te pagó por más de dos años—digo, intentando defender al padre de mi hijo.—No me importa lo que creas—mi tía me interrumpe, con una voz cortante—lo que importa es que no ha
MILA—Sabia que eras una perra—dice mi tía apuñalándome le pecho cuando acaba de ver como me tenia su marido y ella piensa que yo… que yo…—MI amor, ella me sedujo, lo siento, perdóname mi amor—le dice el marido mientras ella me mira con un odio que me vuelve pequeña.Se acerca a ella, subiéndose el cierre del pantalón y ni asi, ni porque ve lo que hace su marido, mi tía deja de mirarme como una cucaracha.—Tía, por favor, escúchame —le digo, intentando defenderme—. Él me ha estado mintiendo, te lo juro. Jamás haría algo para lastimarte.Mi tía me mira con una mezcla de ira y desdén mientras me pongo de pie, tragando saliva con las mejillas adoloridas.—No quiero escuchar tus excusas, Mila —me responde—. Siempre has sido una desagradecida. Te traje a mi casa después de que tus padres murieron y esto es cómo me pagas. No te vi recoger, debería haberte dejado en ese orfanato.Mi vida cambio desde que mis padres murieron y creo que si, las cosas serian mejores si me hubiera dejado en el
MAXIMILIANOUn nuevo dia de mierda.Suspiro acostado en mi cama, con las manos debajo de la cabeza, reflexionando sobre mi vida y mi familia. Mi apellido, Romanoff, es sinónimo de poder y respeto en el mundo de la mafia rusa. Es un nombre que genera temor y admiración a partes iguales, y sé que mi familia ha trabajado duro para construir esa reputación.Mientras miro el techo, pienso en la historia de mi familia y en cómo hemos llegado a ser lo que somos hoy en día. Mi abuelo, un hombre cruel y astuto, mato haciéndose de la organización y luchó por establecer su dominio en el mundo del crimen organizado. Mi padre, un hombre igualmente ambicioso, expandió el negocio y consolidó su posición como uno de los líderes más poderosos de la mafia rusa.No puedo evitar pensar en mi hermano mayor, Marko. Él era el líder natural de nuestra familia, el que siempre había estado destinado a tomar el mando de nuestra organización. Pero su muerte repentina cambió todo. Ahora, me toca a mí asumir el po