MILALa bañera está rodeada de espuma y juguetes, con mis tres pequeños tesoros.—Mi amor, mi vida, mi todo —les digo a mis bebés, mientras les acaricio sus cabecitas y les doy besos en sus mejillas suaves.La niña, idéntica a su padre no deja de decirme la misma palabra que me infla el corazón.—Mamá.—Sí, mi amor, soy tu mamá —le respondo, mientras le doy un abrazo fuerte.Los niños gorjean y se ríen, como si entendieran lo que les estoy diciendo.Los amo demasiado y la verdad no siento rencor por su padre, pese a que me engaño, Marko me dio lo mas lindo de este mundo que son mis hijos.—Ustedes son mi razón de ser, mi felicidad, mi alegría —les digo, mientras les miro con adoración.—Quiero que sepan que son amados, que son importantes, que son especiales —les digo, mientras les doy besos en sus frentes suaves.En este momento, me siento plena, me siento feliz. Estoy haciendo lo que siempre quise hacer, lo que siempre soñé hacer: ser una buena madre, dar amor y cariño a mis hijos,
MILAHan pasado dos semanas desde que le envié el regalo al italiano. Me he mantenido tranquilo, esperando a ver si hay alguna reacción. Pero hasta ahora, no ha habido nada. No sé si esto es bueno o malo. Me pregunto si estará pensando en cómo vengarse, si estará tomando su tiempo para planear algo. El silencio es ensordecedor, me hace sentir ansioso y expectante. ¿Qué estará pensando? ¿Qué estará planeando?Me paso las noches en vela, pensando en todas las posibilidades. Me imagino escenarios en los que él se enfurece y busca venganza, y otros en los que simplemente se ríe y olvida el asunto. Pero no puedo evitar sentir que hay algo más detrás de su silencio. ¿Estará esperando a que yo baje la guardia? ¿Estará planeando algo que me hará sentir vulnerable?Intento distraerme con mis hijos, el trabajo en la fundación y las actividades diarias, pero mi mente siempre vuelve a ese regalo y a la persona que lo recibió. Me pregunto si habrá hablado con alguien sobre ello, si habrá compartid
MILAMe guía por la fábrica, mostrándome las diferentes máquinas que producen las armas. Maximiliano se detiene frente a una gran prensa hidráulica.—Esta es la que nos permite dar forma a los cañones de los rifles —explica, mientras acciona un interruptor y la máquina cobra vida—. Es un proceso delicado, pero crucial para la precisión del disparo.Me acerco para ver mejor, fascinado por la complejidad del proceso.—Es impresionante —digo—. ¿Y qué hay de la munición? ¿Cómo se fabrica?Maximiliano sonríe, claramente orgulloso de su trabajo.—Eso es lo más interesante —dice, llevándome a una sección de la fábrica donde se encuentran varias máquinas que producen cartuchos—. Aquí es donde se ensamblan los componentes. La precisión es fundamental para garantizar que cada bala sea idéntica.Me muestra cómo se cargan los cartuchos con pólvora y cómo se ensamblan las balas. Me impresiona la atención al detalle que requiere cada paso del proceso.—¿Y qué hay de la seguridad? —pregunto, mientra
MILAEstoy boxeando con Alisa en el gimnasio, sudando y jadeando mientras nos entrenamos. Lanzo un puñetazo hacia Alisa, que lo esquiva con un movimiento rápido de cabeza.—Fui a la fábrica el otro día —le digo, mientras me recupero del golpe fallido.Alisa me lanza un gancho, que bloqueo con mi guante.—Es un lugar enorme —continúo—. Vi cómo se fabricaban las armas, es un proceso muy industrial.Alisa me lanza un uppercut, que esquivo agachándome.—¿Qué mas hiciero? —se burla—el amor sobre una mesa.Sacudo mi cabeza.—No somos como tu y Aleksi, pero sabes, me pareció muy impresionante —digo, mientras me levanto y lanzo un puñetazo hacia Alisa.Alisa lo bloquea y me lanza un contraataque, que esquivo moviéndome hacia la izquierda.—La organización que está detrás de todo esto es muy grande —dice Alisa, mientras me lanza otro puñetazo.Lo bloqueo con un movimiento rápido de mi guante izquierdo y le respondo con un gancho potente que busca conectar con la mandíbula de Alisa, pero ella e
MILAMe organizo en el espejo, ajustando mi cabello y mi ropa. Alisa está en la cama con los bebés, mirándome con una expresión de preocupación.—¿Estás segura de ir? —me pregunta, su voz llena de duda—. Me parece muy extraño. Acabas de enviarle un mensaje a Maximiliano y él te dice que lo esperes allá, en la azotea de un edificio. Me parece muy sospechoso.Me encojo de hombros, mientras me aplico un poco de maquillaje en los ojos.—No pasa nada —le digo, tratando de sonar calmada—. Maximiliano es un hombre ocupado, y a veces tiene que hacer cosas de última hora. No hay nada de qué preocuparse.Alisa no parece convencida, pero yo sigo adelante, terminando de maquillarme y ajustando mi ropa.—Me visto con este vestido negro —digo, mirándome en el espejo—. Me hace sentir elegante y segura.Me pongo un poco de lápiz de ojos y me miro de nuevo en el espejo.—Y me maquillo con un poco de sombra de ojos y rímel —digo, sonriendo—. Me hace sentir más despierta y lista para enfrentar el día.A
MAXIMILIANO.Bajo del avión con Aleksi, sintiendo el calor húmedo de la ciudad después del fresco de Francia.—Aleksi, ¿cómo crees que Mila reaccionará cuando le dé el anillo? —pregunto, mientras reparo el anillo en la parte trasera de la camioneta.Aleksi me mira por el espejo retrovisor.—No lo sé, Maximiliano —dice—. Pero estoy seguro de que le encantará. ¿Cuándo vas a dárselo?Me tomo un momento para responder, concentrado en el anillo.—Pronto —digo—. Quiero que sea especial.—Jamás en mi vida me imaginé que tú estuvieras perdido por una mujer —dice—. Y precisamente por la mujer de tu hermano.Lo miro, mi expresión seria.—Recuerda que él está muerto —digo—. Y si mi hermano estuviera vivo, no me hubiese fijado en su mujer.Aleksi me mira con curiosidad.—¿Estás seguro de eso, Maximiliano? —pregunta.Me encojo de hombros, concentrado en el anillo.—En igual forma —digo—. No hay manera de saberlo. Las cosas pasaron como están ahora y no pienso en esas cosas.Aleksi asiente, aunque
MILAEstoy aquí, en este sótano oscuro y frío, rodeada de paredes de piedra que parecen absorber cualquier rastro de calor. El aire está cargado de humedad y puedo sentir el frío calándome profundamente en los huesos. Frente a mí, mis escoltas están arrodillados, con la cabeza gacha y una expresión de derrota en sus rostros. Me siento culpable, terriblemente culpable. Esto es culpa mía. Si no hubiera sido tan imprudente, si no hubiera confiado en la persona equivocada, mis escoltas no estarían en esta situación. No estarían arrodillados, con la mirada baja, como si se sintieran responsables de mi seguridad.Me duele verlos así. Me duele saber que están sufriendo por mi culpa. Quiero hacer algo, quiero ayudarlos, pero no sé cómo. Estoy atrapada en este sótano, sin saber qué va a pasar con nosotros.La oscuridad parece cerrarse sobre mí, y puedo sentir el peso de la responsabilidad sobre mis hombros. Quiero gritar, quiero llorar, pero no puedo. Tengo que mantener la calma, tengo que pen
MILACorro libre por el bosque, sonriendo con un vestido blanco que ondea al viento. El sol se filtra a través de los árboles, iluminando mi camino. De repente, escucho pasos detrás de mí y volteo a mirar. Maximiliano viene detrás de mí, su mirada fija en la mía.Me alcanza y me lleva contra el árbol, su brazo rodeándome la cintura. Me pega a él y me da un beso apasionado. Me siento sin aliento y emocionada.—No intentes escapar de mí —dice, su voz baja y sensual—. No puedo dejar que te vayas.—Maximiliano —susurro, mi voz temblando—. ¿Por qué me persigues?—Porque te amo —responde, su mirada intensa—. Porque no puedo vivir sin ti.Me siento débil y sin fuerzas ante sus palabras. Me doy cuenta de que no puedo escapar de él, de que no quiero escapar de él.—No quiero escapar —digo, mi voz apenas audible—. Quiero estar contigo.Maximiliano sonríe y me besa de nuevo, su abrazo estrechándome contra él. Me siento segura y amada en sus brazos.Maximiliano me mira con una intensidad que me h