LA VERDAD SALE A LA LUZ

MAXIMILIANO

Un nuevo dia de m****a.

Suspiro acostado en mi cama, con las manos debajo de la cabeza, reflexionando sobre mi vida y mi familia. Mi apellido, Romanoff, es sinónimo de poder y respeto en el mundo de la mafia rusa. Es un nombre que genera temor y admiración a partes iguales, y sé que mi familia ha trabajado duro para construir esa reputación.

Mientras miro el techo, pienso en la historia de mi familia y en cómo hemos llegado a ser lo que somos hoy en día. Mi abuelo, un hombre cruel y astuto, mato haciéndose de la organización y luchó por establecer su dominio en el mundo del crimen organizado. Mi padre, un hombre igualmente ambicioso, expandió el negocio y consolidó su posición como uno de los líderes más poderosos de la mafia rusa.

No puedo evitar pensar en mi hermano mayor, Marko. Él era el líder natural de nuestra familia, el que siempre había estado destinado a tomar el mando de nuestra organización. Pero su muerte repentina cambió todo. Ahora, me toca a mí asumir el poder y la responsabilidad de liderar nuestra familia y nuestra organización.

Pero la verdad es que no estoy seguro de si estoy listo para esto. Siempre me he encargado de los aspectos legales de nuestros negocios, de lavar el dinero sucio y de mantener nuestra organización fuera de la vista de la ley. Pero ser el jefe, ser el que toma las decisiones finales, es algo completamente diferente, convertirme en el Boss es algo para lo que estoy capacitado pero no quiero asumir.

La mujer que tengo a mi lado se mueve buscando mi hombría que tengo dura como efecto natural. Es mi esposa, Alita, la mujer que no amo pero con quien comparto mi vida para terminar con la enemistad entre familias.

—Basta Alita—sujeto su muñeca cuando agarra mi polla erecta.

—Estas duro—musita buscando mi boca pero me aparto porque aunque tengo una erección, no es por tenerla a ella a mi lado.

—No es por ti.

—Déjame me encargo de eso.

Antes de que pueda moverme, ella es rápida subiéndose encima de mi, quitándose la blusa y exponiendo sus pechos firmes, con pezones rozados y mirando con lujuria con esos ojos verdes.

—No te resistas, Maximiliano, podemos ser felices juntos—dice Alita, acercándose a mí, queriendo besarme mientras se restriega contra mi polla que siente la humedad que baña su sexo.

—No, Alita, sé por qué estamos casados y no voy a caer en tu juego—le respondo, manteniendo mi distancia—obtuviste lo que querías, pero nada más obtendrás de mí.

La tomo de la cintura para que deje de moverse sobre mi polla. Estoy seguro de no tocarla, pero soy hombre, respondo a su estimulo aunque me controle.

—Pero ¿por qué no? Podemos intentarlo, solo dame una oportunidad, que tú y yo podemos hacer grandes cosas juntos—insiste Alita.

—No voy a tocarte, Alita, no voy a hacer el amor contigo, seremos esposos por dos años como lo estipula el contrato, pero nada más—le digo, firme.

—¿No me deseas? ¿No me parece bonita? —me pregunta Alita, con una mezcla de curiosidad y dolor en su voz.

—Eres una mujer muy hermosa, Alita, pero no voy a permitir que me manipules con sexo, me acuesto con la que quiero, no con la que puedo—le respondo, sin emoción.

—Entonces, ¿qué pasa? ¿No me quieres? —me pregunta Alita, con lágrimas en los ojos.

—No, Alita, no te quiero de esa manera, y no voy a fingir que sí, puedes acostarte con el hombre que quieras, menos conmigo—le digo, sin piedad. Bajándola de mi regazo.

Me dirijo al baño donde me meto a tomar una ducha con la polla dura que baja en cuestión de segundos. En la mafia se dan muchos contratos, Uno de esos contratos es casarse para terminar una enemistad. Alita pertenece a una familia chechena y la mafia ha estado en constante guerra con ellos. La enemistad comenzó con mi abuelo y el abuelo de Alita, que eran amigos, pero una mujer, mi abuela, se convirtió en el centro de la disputa. Desde entonces, ha habido una guerra entre nuestras familias durante dos generaciones.

Pero ahora, Alita se ha obsesionado conmigo y su padre ha decidido que la mejor manera de terminar con la guerra es unirnos en matrimonio. Marko, que era el jefe de la mafia en ese momento, aceptó la propuesta y yo también la acepté, ya que no me interesaba ninguna mujer en particular y no veía problema en estar casado por dos años y ver qué pasaba. Si dentro de ese término no había ningún tipo de relación o hijos, podríamos divorciarnos y así se acabaría el contrato.

No amo a Alita, simplemente quiero que se acabe la guerra. Ha habido muchas bajas y muertes en ambos lados, y quiero que todo termine. Me doy cuenta de que Alita está obsesionada conmigo, pero yo no siento lo mismo. Estoy dispuesto a cumplir con el contrato y a estar casado con ella por dos años, pero no voy a permitir que me manipule con sexo o con emociones. Quiero que se acabe la guerra y que podamos vivir en paz, encargándonos del negocio.

Cuando salgo ella no está en la habitacion dándome el espacio para organizarme tranquilamente. Me visto con cuidado, eligiendo un traje de tres piezas negro que me queda perfectamente. La tela es suave y elegante, y me hace sentir confiado y poderoso. Me ajusto el cuello de la camisa y me aseguro de que esté perfectamente alineado.

Luego, me pongo el reloj de oro en la muñeca de mi mano izquierda, donde tengo un tatuaje de una corona. Es el símbolo de mi organización, y me recuerda constantemente de mi lealtad y mi compromiso. No es el único tatuaje que tengo, pero es uno de los más significativos. Me gusta cómo el reloj resalta el tatuaje, y cómo el tatuaje da un toque de personalidad a mi apariencia.

Me miro en el espejo y me aseguro de que todo esté en orden. Me peino el cabello hacia atrás, revelando mi frente y mis ojos. Me siento como un hombre de negocios, un hombre de poder. Luego, me dirijo al armario y saco mi arma. Es una pistola de calibre 9mm, con un cañón largo y delgado. Me la guardo en la parte trasera del pantalón, en la funda que tengo especialmente diseñada para ella. Me siento más seguro con ella cerca, aunque espero no tener que usarla aunque siempre estoy preparado para matar.

Llego a la sala y veo a Alita sentada en la mesa, con un desayuno preparado para mí.

—No es necesario que hagas esto—le digo, intentando sonar amable. —No es necesario que te esfuerces por mí de esta manera.

—Quiero hacerlo, Maximiliano—responde Alita, con una sonrisa. —Quiero que sepas que me importas. Llevamos dos meses de casados y hemos estado muy distanciados. Quiero cambiar eso. Quiero que nos acerquemos más.

—No creo que eso sea posible—le digo, intentando ser honesto. —Sé que tú manipulaste las cosas para que nuestro matrimonio sucediera, y no me gusta eso. No me gusta que me manipulen.

—Lo siento, Maximiliano—dice Alita, poniéndose seria. —Lo siento mucho. Fue una jugada de una mujer enamorada y desesperada. Pero te juro que mi amor por ti es real. Quiero que me perdones por lo que hice y que me des la oportunidad de demostrarte que soy capaz de amarte de verdad.

—No sé si puedo perdonarte tan fácilmente—le digo, mientras me siento en la silla y comienzo a desayunar. —No sé si puedo confiar en ti después de lo que hiciste.

Soy un hombre desconfiado, seguro de sí mismo, con la confianza que se requiere para manejar un imperio. Me gusta pensar que tengo lo que se necesita para ser un líder, para tomar decisiones difíciles y para proteger a los míos. Pero no me gusta que la gente se pase de lista, no me gusta que intenten hacerme creer que soy estúpido o que no sé lo que está sucediendo. Me enfada cuando la gente intenta manipularme o engañarme, y no dudo en tomar medidas para protegerme a mí mismo y a los míos.

Mi hermano tenia el control, pero cuando me lo propongo soy peor que él. Es una lastima su muerte y lo lamento como no tienen idea porque éramos muy unidos, sin embargo ahora me ha dejado con este problema de asumir el cargo del Boss.

—Voy a ir a la mansión de mi suegra—dice. —Tenemos que arreglar el tema de tu nombramiento como boss.

Me recuerda lo inevitable.

—No tienes que estar diciéndome a toda hora lo que piensas o no piensas hacer—le digo. —Realmente, no me interesa lo que hagas con tu vida.

Alita se ve afectada por mi respuesta.

—No tienes que ser así, tan directo y tan malo conmigo—dice. —Puedes ser un poco más amable, Maximiliano.

—Tú y yo no somos una pareja—le digo. —No somos nada más que dos personas que se casaron por conveniencia. Así que no esperes que me importe lo que hagas o lo que pienses.

Es cruel de mi parte decirle esas palabras pero es la verdad y no voy a cambiar hasta que ella comience a actuar como si fuéramos desconocidos.

—Eso es muy cruel, Maximiliano—dice—No tienes que ser tan duro conmigo.

—No estoy siendo duro contigo—le digo. —Estoy siendo honesto, la honestidad es algo que no te gusta, ¿verdad?

—Mejor me voy, que tengas buen día.

Alita se va y siento un alivio inmediato, como si finalmente puedo respirar de nuevo. Una de las empleadas llega a recoger los platos y yo me quedo sentado en la mesa, disfrutando del silencio. No tengo ganas de ir a la empresa hoy, así que decido quedarme en la mansión y relajarme un poco.

Justo cuando estoy empezando a sentirme cómodo, mi teléfono suena. Es Aleksi, mi mejor amigo desde la infancia. Su familia ha sido una de las más leales a la nuestra durante años, y nosotros hemos crecido juntos, compartiendo secretos y aventuras. Aleksi es más que un amigo para mí, es como un hermano.

Me levanto de la silla y camino hacia el despacho, respondiendo la llamada al mismo tiempo.

—¿Qué pasa, Aleksi?—le pregunto, curioso por saber qué lo ha llevado a llamarme.

—Necesito verte, Max—responde Aleksi, su voz seria. —Hay algo que debemos discutir.

—¿Qué es? —le pregunto, mi curiosidad aumentando.

—Prefiero no hablar de ello por teléfono—dice Aleksi. —¿Puedes venir a mi oficina?

—Estoy en la mansión—le digo. —Puedes venir aquí si quieres.

—De acuerdo—responde Aleksi. —Estoy en camino.

Cuelgo el teléfono y me siento en el escritorio, esperando a que Aleksi llegue. Me pregunto qué puede ser tan importante que lo ha llevado a llamarme de esta manera.

Sabe donde me encuentro y me distraigo revisando documentos de las empresas legales, Utilizamos estas empresas para lavar el dinero que obtenemos de nuestras actividades... menos legítimas. El tráfico de armas, la droga y la extorsión son solo algunos de los medios por los que obtenemos nuestras ganancias. Y yo, como uno de los líderes de la organización, soy responsable de asegurarme de que el dinero sea invertido de manera segura y legítima. Es un juego peligroso, pero es el que he elegido jugar.

Aun no toco el tema ilegal por lo que me sumerjo hasta que me amigo llega con una expresión que no me gusta para nada, porque siempre son muy malas noticias.

—¿Qué pasa, Aleksi?—le pregunto.

—Acabamos de descubrir quién mató a Marco—responde Aleksi.

—¿Quiénes son los responsables?—le pregunto, mi curiosidad aumentando.

—Debes tomártelo con calma, Max—dice Aleksi. —Lo que tengo que decirte es muy complicado y puede tener consecuencias graves.

—Dime de una vez, ¿quiénes son?—le digo, impaciente.

—Como tú pensabas, no te equivocaste—dice Aleksi.

—Fueron los italianos—digo, mi voz firme.

—Efectivamente—responde Aleksi.

Era lo que necesitaba saber para desatar el maldito infierno.

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