—¿De donde sacaste a este hombre? —susurra mi amiga mientras estamos a unos pasos alejadas de Maximiliano, el hermano de Marko.—Ya te lo dije, es el hermano de Marko—le respondo observando a ese hombre que esta perdido viendo a mis hijos.Mientras observo a Maximiliano interactuando con los tres bebés, mis hijos, sus sobrinos y la razon de mi existir. Es evidente que él está completamente perdido y embobado con la niña en particular. La similitud entre ella y su hermano es sorprendente, y parece ser la razón por la que Maximiliano se siente tan atraído hacia ella.Su rostro se ilumina con una sonrisa cada vez que ella lo mira o lo toca, y su comportamiento es claramente influenciado por su instinto de protección hacia ella.La mira de una forma increíble cuando a mi me miro como si fuera una cucaracha.La conexión entre ellos es palpable, y es como si Maximiliano hubiera encontrado una parte de sí mismo en esta pequeña criatura. La forma en que la mira, la forma en que la sonríe, tod
MAXIMILIANO—Las ordenes señor? —pregunta una de mis hombres mas fieles y que pertenece a mi grupo de escoltas mas cercanos.—Matarlos a todos y si el jefe esta con ellos, me lo dejan a mi.Recibo la otra carga que me pasa, mientras nos dirigimos al ascensor.—Es un cobarde—me dice mi hombre mientras cinco mas me acompaña—no son como nosotros.Eso es verdad. Nosotros, los de la Bratva, nos caracterizamos por ser aguerridos y sin miedo a nada. Nuestro Boss siempre va adelante, liderando con ejemplo y dejando claro a sus hombres que, así como ellos están dispuestos a morir por él, él también está dispuesto a dar su vida por ellos. No somos lo que somos por casualidad ni por chismes.El apodo de la mafia más poderosa del mundo lo hemos ganado a pulso, con sangre, sudor y sufrimiento. Hemos luchado por cada centímetro de territorio, por cada dólar que ganamos, por cada vida que hemos salvado o perdido. Y no lo hemos hecho solo por el poder o el dinero, sino por la lealtad y la familia. Po
MEXIMILIANOEl vestíbulo queda en un estado de desolación y terror. Los cuerpos de los hombres de Gunnar yacen en el suelo, algunos con heridas mortales, otros con miradas vacías y sin vida. El silencio es opresivo, solo roto por los llantos y sollozos de los civiles que se esconden en las esquinas, temiendo por sus vidas.La sangre se ha derramado por todas partes, formando charcos rojos en el suelo de mármol. Los muebles están volcados, las mesas y sillas rotas, y los cristales de las ventanas están hechos pedazos. El aire está lleno del olor a sangre y a miedo. Los civiles, aterrorizados, se agarran unos a otros, llorando y suplicando por su seguridad. Algunos intentan huir, pero no saben hacia dónde ir. Otros se quedan paralizados, sin saber qué hacer.Mis hombres les disparan a los tipos que estan vivos, y el unico que dejamos en pie, sale corriendo con la cabeza en sus manos.—Señor, tenemos que irnos ya. Viene la policía —dice Víctor, su voz llena de urgencia.—Está bien, pero
MILAMientras Aleksi abre la puerta de la gran mansión, me sorprende la majestuosidad del lugar. La mujer que nos recibe es elegante y amable, y nos saluda con una sonrisa cálida y acogedora. Me cargo a la niña en mis brazos, sintiendo su peso ligero y suave contra mi pecho. Ella me mira con ojos curiosos y sonríe, y yo no puedo evitar sonreír también. Mi amiga Alisa carga a los dos niños, uno en cada brazo, la señora se emociona con los bebes, diciendo y elogiando lo hermosos que son y es normal que mis hijos reciban ese tipo de trato la primera vez que los ven.—Sigan por aquí por favor.—Gracias nana—dijo Aleksi y sinceramente tenia mis precauciones para seguir adelante pero no tenia mas opciones.La mansión es enorme, con altos techos que parecen llegar al cielo y grandes ventanas que dejan entrar una gran cantidad de luz natural. El suelo es de madera oscura y brillante, y las paredes están adornadas con cuadros y esculturas que reflejan un gusto exquisito y sofisticado. Me sient
MILAMi corazón se detiene cuando veo la sombra masculina parada en el umbral de la puerta. Mi mente se vuelve un caos de pensamientos y emociones, y mi cuerpo reacciona de manera instintiva. El plato de fruta que tenía en mis manos se escapa de mi grasp y cae al suelo con un ruido seco. El plato se fragmenta en pedazos, y el sonido de la cerámica quebrada es como un golpe en mi sistema nervioso.Me quedo paralizada por un momento, mi mirada fija en la sombra que sigue sin moverse. Luego, mi instinto de supervivencia se activa y me hace retroceder lentamente, como si estuviera tratando de escapar de una amenaza. Mi espalda choca con la encimera de la cocina, y me doy cuenta de que estoy tratando de alejarme de la sombra lo más posible.Mi respiración es agitada y mi corazón late con fuerza en mi pecho. Me siento como si estuviera en una pesadilla, y no puedo despertar. La sombra sigue sin moverse, pero puedo sentir su presencia, como si estuviera observándome con una intensidad que me
MILAMi corazón late con fuerza y mi apetito se desvanece de repente. Me levanto de la silla y rodeo la encimera, acercándome a él con preocupación.—Estás herido —le digo, mi voz llena de inquietud.Maximiliano me mira con una sonrisa leve, como si no fuera nada importante.—No es nada —me dice.Pero yo no me creo. Me acerco más a él y agarro su muñeca, revisando su brazo con cuidado. El calor de su piel me estremece pero me concentro en lo importante. La herida es más profunda de lo que pensaba, y puedo ver la sangre que sigue saliendo de ella.—Tenemos que limpiar esta herida —le digo, mi voz firme.Maximiliano me mira con una mirada intensa, como si estuviera evaluando mi reacción.—Estoy bien —me dice—es normal.Pero yo no me rindo. Me dirijo al botiquín que está en la cocina y lo abro, buscando los suministros necesarios para limpiar y vendar la herida. Mientras busco, puedo sentir la mirada de Maximiliano sobre mí, como si estuviera estudiando mi reacción.—¿Qué pasó? —le pregu
MILAMe siento en el cambiador, rodeada de mis tres pequeños, dos niños y una niña, que me miran con ojos grandes y curiosos. Acabo de bañarlos y están desnudos, listos para ser vestidos y preparados para la noche.—Hola, mis amorcitos —les digo, mientras les pongo un pañal nuevo a cada uno. —Están tan preciosos, tan parecidos a su tío Maximiliano. Tienen sus mismos ojos y su misma sonrisa.Mi niña me mira con atención, y puedo ver la curiosidad en sus ojos. Me encanta cómo me mira, como si estuviera tratando de entender todo lo que le digo y lo peor es que tiene los ojos verdes de su padre.—Eres una niña tan hermosa —le digo, mientras le pongo una crema hidratante en la piel. —Y tus hermanos son unos niños tan guapos. Los tres son unos ángeles.Siempre hablo con ellos, diciendoles lo mucho que los amo. Les pongo ropa adorable a cada uno, y les peino el cabello. Mientras lo hago, les hablo en un tono suave y cariñoso.—Los amo tanto, mis niños —les digo. —Son mi todo, mi razón de ser
MILASu altura es imponente, y su presencia es como un golpe de efecto. Su cabello rubio es como un halo de fuego que rodea su rostro, y sus ojos son como dos pedazos de hielo que me miran con una intensidad que me hace sentir incómoda. Su mirada es feroz, como si estuviera dispuesta a devorarme en cualquier momento.Está vestida de rojo, un color que parece ser su seña de identidad. El traje rojo que lleva es ajustado a su cuerpo, y resalta sus curvas de manera provocativa. Su figura es esbelta y atlética, como si se mantuviera en forma mediante una rutina de ejercicios intensa. Su piel es suave y luminosa, y su sonrisa es como un cuchillo que me hace sentir vulnerable.La manera en que me mira es como si me estuviera desafiando, como si me estuviera retando a hacer algo. Su mirada es desafiante, y su actitud es como la de una mujer que no tiene miedo a nada. Es como si fuera una guerrera, lista para luchar por lo que quiere.—Lo siento mucho—busco por donde irme.—Un momento—la muje