MILAMe siento en el cambiador, rodeada de mis tres pequeños, dos niños y una niña, que me miran con ojos grandes y curiosos. Acabo de bañarlos y están desnudos, listos para ser vestidos y preparados para la noche.—Hola, mis amorcitos —les digo, mientras les pongo un pañal nuevo a cada uno. —Están tan preciosos, tan parecidos a su tío Maximiliano. Tienen sus mismos ojos y su misma sonrisa.Mi niña me mira con atención, y puedo ver la curiosidad en sus ojos. Me encanta cómo me mira, como si estuviera tratando de entender todo lo que le digo y lo peor es que tiene los ojos verdes de su padre.—Eres una niña tan hermosa —le digo, mientras le pongo una crema hidratante en la piel. —Y tus hermanos son unos niños tan guapos. Los tres son unos ángeles.Siempre hablo con ellos, diciendoles lo mucho que los amo. Les pongo ropa adorable a cada uno, y les peino el cabello. Mientras lo hago, les hablo en un tono suave y cariñoso.—Los amo tanto, mis niños —les digo. —Son mi todo, mi razón de ser
MILASu altura es imponente, y su presencia es como un golpe de efecto. Su cabello rubio es como un halo de fuego que rodea su rostro, y sus ojos son como dos pedazos de hielo que me miran con una intensidad que me hace sentir incómoda. Su mirada es feroz, como si estuviera dispuesta a devorarme en cualquier momento.Está vestida de rojo, un color que parece ser su seña de identidad. El traje rojo que lleva es ajustado a su cuerpo, y resalta sus curvas de manera provocativa. Su figura es esbelta y atlética, como si se mantuviera en forma mediante una rutina de ejercicios intensa. Su piel es suave y luminosa, y su sonrisa es como un cuchillo que me hace sentir vulnerable.La manera en que me mira es como si me estuviera desafiando, como si me estuviera retando a hacer algo. Su mirada es desafiante, y su actitud es como la de una mujer que no tiene miedo a nada. Es como si fuera una guerrera, lista para luchar por lo que quiere.—Lo siento mucho—busco por donde irme.—Un momento—la muje
MILA—No te tengo miedo —le dice mi amiga, con una voz firme. —No me importa quién seas o qué creas que eres.Alita ayuda a levantar a Alaska, que se limpia la sangre de la nariz y la boca. Alaska está furiosa, y su rostro se distorsiona de rabia.—Lo vas a pagar con tu vida —le dice a Alisa, con una voz baja y amenazante. —Ya soy la Koroleva de la mafia, y esto me va a salir muy caro.Maximiliano se acerca a Alaska con una sonrisa y parece que la situacion a el lo divierte mucho.—Deja de decir estupideces, Alaska. No eres nadie. Mi hermano murió, y esa corona ya la perdió.Alaska se vuelve hacia Maximiliano, con una mirada de odio en sus ojos.—Hasta que tú no tomes el puesto y te cases, ese lugar me pertenece —le dice. —Y voy a hacer que esta perra, y esta otra perra, paguen lo que acaban de hacernos.La situación se está volviendo cada vez más tensa y peligrosa. Alisa y Alaska están en una confrontación directa, y no parece que vaya a haber una resolución pacífica. La amenaza de A
MILA—¿Cómo que no vamos para ninguna parte? —le pregunto, intentando entender qué está pasando.Maximiliano me mira con una mirada intensa y se acerca quitándome la pequeña que se deja cargar por el.Su aroma me impacta, es muy masculino y retrocedo tomando distancia sin entender que me pasa y que pasa con esta situación.—Maximiliano Explícate—le pido cuando se emboba con mi hija.—Lo que oíste en ese momento, no se van de aquí. O mejor dicho, no se van solas. Si se van, se van conmigo.—Lo siento, Maximiliano, pero yo me voy con mis hijos. Todo lo que suceda alrededor tuyo no me interesa absolutamente para nada.Acaricia al niño que tiene mi amiga.—Lo siento, pero es demasiado tarde. No sé qué pasa contigo y con tu suerte, pero lo que acaba de suceder allá abajo ya pone en peligro a tus hijos.—No seas imbécil, tu esposa piensa que tú y yo somos amantes y que, además de eso, mis hijos son tuyos.Maximiliano se encoge de hombros y no puedo descifrar la expresión en su rostro.—Es p
MAXIMILIANO—¿Qué sucede, Maximiliano? Alita está muy preocupada por ti. Dice que tienes un amante con hijos y que quieres que le expliques sobre eso.Era de esperarse que Alita hiciera esto, viniera con el chisme a mama para generarle lastima, pero aunque respeto a mis padres, no quiero responder. No quiero mentir, pero tampoco quiero confirmar nada. Así que me limito a encogerme de hombros y mirar hacia abajo.—No sé de qué habla —digo, intentando sonar indiferente.Papa por otro lado le da un sorbo a su bebida.—Maximiliano, no juegues con nosotros. Alita está muy angustiada. ¿Qué hay de verdad en lo que dice?—No voy a hablar de eso —digo finalmente, mi voz firme pero educada.Mi madre suspira y se inclina hacia atrás en su silla sacudiendo la cabeza porque sabe como soy yo.Mi hermano Marko era fundamentalmente diferente a mí, lo que se refleja en su forma de ser y de interactuar con nuestros padres, además, su personalidad era distinta, Marko era más abierto y comunicativo, siem
MAXIMILIANOMientras voy en la camioneta con mis hombres, no puedo evitar pensar en mis sobrinos y en su madre. Siento una ansiedad inexplicable por verlos, por estar cerca de ellos. No debería sentir esto, no es correcto, pero no puedo controlar mis emociones. Me duele admitirlo, pero las ansias me están matando. Me pregunto qué pasa conmigo, por qué siento esto. Debería estar enfocado en la reunión que tengo con el padre de mi esposa, pero mi mente está en otro lugar. Me siento confundido y desesperado, sin saber cómo manejar estos sentimientos que me están consumiendo.La verdad es que muero por quitarle las bragas a la mujer de mi difunto hermano.Llegamos al sitio de la reunión, es una empresa industrial abandonada.—No te exaltes—pide Aleksi porque sabe muy bien como soy yo—escucha primero y no tomes nada a la ligera.—No me va a temblar nada si tengo que matarlo, total, todos somos reemplazables—dejo claro porque no voy a permitir que me falte al respeto.En Rusia, los checheno
MAXIMILIANO—Por favor, se calman todos —dice Islam, intentando intervenir en la tensa situación.—Dile a tu perro que baje el arma —espetó Aleksi, refiriéndose a Rusland.—Antes de bajarla, puedo meterte un tiro —responde Rusland, sin apartar la mirada de Aleksi.—Y antes de que le metas el tiro a mi hombre, yo se lo meto en la cabeza a tu jefe —intervengo, con una voz firme y amenazante.La situación está a punto de descontrolarse, y Islam se apresura a pedir calma.—Por favor, bajen las armas. No es necesario llegar a estos extremos —rogó.El sabe que tiene mucho mas que perder que yo.—¿Qué decides, Islam? ¿Vas a permitir que las cosas sigan así, o vas a intentar calmar la situación?—Voy a hablar con mi hija y trataré de que las cosas se lleven en paz —responde Islam.—Eso espero —digo, con una mirada intensa—.Ni se te ocurra intentar investigar o descubrir quién es mi supuesta amante y mis hijos, porque no me va a gustar para nada. Y no va a gustarte a ti tampoco las consecuenci
MILA—Lárgate de mi casa, Mila—mi tía me dice, con una voz fría y sin emociones y por un momento me quedo estática esperando de que sea una broma.Pero no, Kenia Vraslova es todo menos una mujer alegre que haría esto con otra intención que no sea humillarme, despreciarme y pasar por encima de mi como lo ha hecho toda su vida.—¿Por qué? ¿Qué he hecho?—pregunto, intentando entender lo que está pasando.—No me hagas preguntas, Mila—mi tía responde, con una mirada dura—simplemente lárgate. Tu marido ha dejado de pagar el alquiler, y ya no quiero que te quedes aquí.Me siento como si hubiera recibido un golpe en el estómago y trago saliva ignorando la presencia de su marido al que odio con todas mis fuerzas y estoy segura que es el causante de que me ella me este echando como un perro.—Pero... estoy segura de que él te pagó por más de dos años—digo, intentando defender al padre de mi hijo.—No me importa lo que creas—mi tía me interrumpe, con una voz cortante—lo que importa es que no ha