MILA—No te tengo miedo —le dice mi amiga, con una voz firme. —No me importa quién seas o qué creas que eres.Alita ayuda a levantar a Alaska, que se limpia la sangre de la nariz y la boca. Alaska está furiosa, y su rostro se distorsiona de rabia.—Lo vas a pagar con tu vida —le dice a Alisa, con una voz baja y amenazante. —Ya soy la Koroleva de la mafia, y esto me va a salir muy caro.Maximiliano se acerca a Alaska con una sonrisa y parece que la situacion a el lo divierte mucho.—Deja de decir estupideces, Alaska. No eres nadie. Mi hermano murió, y esa corona ya la perdió.Alaska se vuelve hacia Maximiliano, con una mirada de odio en sus ojos.—Hasta que tú no tomes el puesto y te cases, ese lugar me pertenece —le dice. —Y voy a hacer que esta perra, y esta otra perra, paguen lo que acaban de hacernos.La situación se está volviendo cada vez más tensa y peligrosa. Alisa y Alaska están en una confrontación directa, y no parece que vaya a haber una resolución pacífica. La amenaza de A
MILA—¿Cómo que no vamos para ninguna parte? —le pregunto, intentando entender qué está pasando.Maximiliano me mira con una mirada intensa y se acerca quitándome la pequeña que se deja cargar por el.Su aroma me impacta, es muy masculino y retrocedo tomando distancia sin entender que me pasa y que pasa con esta situación.—Maximiliano Explícate—le pido cuando se emboba con mi hija.—Lo que oíste en ese momento, no se van de aquí. O mejor dicho, no se van solas. Si se van, se van conmigo.—Lo siento, Maximiliano, pero yo me voy con mis hijos. Todo lo que suceda alrededor tuyo no me interesa absolutamente para nada.Acaricia al niño que tiene mi amiga.—Lo siento, pero es demasiado tarde. No sé qué pasa contigo y con tu suerte, pero lo que acaba de suceder allá abajo ya pone en peligro a tus hijos.—No seas imbécil, tu esposa piensa que tú y yo somos amantes y que, además de eso, mis hijos son tuyos.Maximiliano se encoge de hombros y no puedo descifrar la expresión en su rostro.—Es p
MAXIMILIANO—¿Qué sucede, Maximiliano? Alita está muy preocupada por ti. Dice que tienes un amante con hijos y que quieres que le expliques sobre eso.Era de esperarse que Alita hiciera esto, viniera con el chisme a mama para generarle lastima, pero aunque respeto a mis padres, no quiero responder. No quiero mentir, pero tampoco quiero confirmar nada. Así que me limito a encogerme de hombros y mirar hacia abajo.—No sé de qué habla —digo, intentando sonar indiferente.Papa por otro lado le da un sorbo a su bebida.—Maximiliano, no juegues con nosotros. Alita está muy angustiada. ¿Qué hay de verdad en lo que dice?—No voy a hablar de eso —digo finalmente, mi voz firme pero educada.Mi madre suspira y se inclina hacia atrás en su silla sacudiendo la cabeza porque sabe como soy yo.Mi hermano Marko era fundamentalmente diferente a mí, lo que se refleja en su forma de ser y de interactuar con nuestros padres, además, su personalidad era distinta, Marko era más abierto y comunicativo, siem
MAXIMILIANOMientras voy en la camioneta con mis hombres, no puedo evitar pensar en mis sobrinos y en su madre. Siento una ansiedad inexplicable por verlos, por estar cerca de ellos. No debería sentir esto, no es correcto, pero no puedo controlar mis emociones. Me duele admitirlo, pero las ansias me están matando. Me pregunto qué pasa conmigo, por qué siento esto. Debería estar enfocado en la reunión que tengo con el padre de mi esposa, pero mi mente está en otro lugar. Me siento confundido y desesperado, sin saber cómo manejar estos sentimientos que me están consumiendo.La verdad es que muero por quitarle las bragas a la mujer de mi difunto hermano.Llegamos al sitio de la reunión, es una empresa industrial abandonada.—No te exaltes—pide Aleksi porque sabe muy bien como soy yo—escucha primero y no tomes nada a la ligera.—No me va a temblar nada si tengo que matarlo, total, todos somos reemplazables—dejo claro porque no voy a permitir que me falte al respeto.En Rusia, los checheno
MAXIMILIANO—Por favor, se calman todos —dice Islam, intentando intervenir en la tensa situación.—Dile a tu perro que baje el arma —espetó Aleksi, refiriéndose a Rusland.—Antes de bajarla, puedo meterte un tiro —responde Rusland, sin apartar la mirada de Aleksi.—Y antes de que le metas el tiro a mi hombre, yo se lo meto en la cabeza a tu jefe —intervengo, con una voz firme y amenazante.La situación está a punto de descontrolarse, y Islam se apresura a pedir calma.—Por favor, bajen las armas. No es necesario llegar a estos extremos —rogó.El sabe que tiene mucho mas que perder que yo.—¿Qué decides, Islam? ¿Vas a permitir que las cosas sigan así, o vas a intentar calmar la situación?—Voy a hablar con mi hija y trataré de que las cosas se lleven en paz —responde Islam.—Eso espero —digo, con una mirada intensa—.Ni se te ocurra intentar investigar o descubrir quién es mi supuesta amante y mis hijos, porque no me va a gustar para nada. Y no va a gustarte a ti tampoco las consecuenci
MILAA veces, siento que la suerte me sonríe y todo parece ir bien, pero en otras ocasiones, me pregunto si la suerte es realmente algo bueno. Me pregunto si es algo que puedo controlar o si es simplemente un producto del azar.Pienso en mi vida y en cómo la suerte ha influido en ella. Si no hubiese venido a este lugar, no estaría pasando por lo que estoy pasando ahora. No conozco a las personas que conozco, no he vivido las experiencias que he vivido. Todo es resultado de la suerte, de la decisión de venir aquí. Me pregunto si el destino es algo que está predeterminado o si es algo que podemos cambiar.—No entiendo de qué hablas —le digo a Maximiliano, confundida por su petición.—Es muy simple —responde él, con una sonrisa enigmática—. Necesito que te hagas pasar por mi amante.—Estás loco —le digo, incrédula—. ¿Qué situación es esta que requiere que me haga pasar por tu amante?—La situación lo amerita —insiste él, sin dar más explicaciones.—¿Qué tipo de situación es esta que no e
MILA—¿Qué estabas haciendo, Mila? —dice Maximiliano, con un tono sensual.—Discúlpame por ingresar sin avisar —le respondo, nerviosa.Manteniéndome en el mismo lugar, con el detrás y mi frente contra la puerta.—Me estabas espiando —me pregunta, con un tono insinuante y trago saliva, sintiendo mi cuerpo elevarse.Siento una extraña sensación en mi cuerpo, como si mi temperatura hubiera subido de repente. Mi piel se siente caliente y sensible, y puedo sentir mi corazón latiendo con una frecuencia más rápida de lo normal. No puedo explicar por qué me siento así, pero parece que la presencia de Maximiliano tiene algo que ver con ello. Me siento incómoda y nerviosa, como si mi cuerpo estuviera reaccionando de manera autónoma a su proximidad. Intento calmarme y respirar profundamente, pero la sensación persiste, no lo puedo comprender, pero la sensación de inquietud y confusión me está consumiendo.—No, no te creo —dice Maximiliano, con un tono escéptico.—Te lo juro —le respondo, intenta
MILAMe siento como si estuviera soñando. Estoy aquí, en este enorme centro comercial, rodeada de tiendas y marcas que nunca había visto en mi vida. Mi pueblo era tan diferente, tan sencillo. Recuerdo las pequeñas tiendas donde comprábamos ropa básica, nada extravagante. Vestidos simples, pantalones y camisetas. No había mucho donde elegir, pero no necesitábamos nada más.Ahora, estoy aquí, en este lugar increíble, y Maximiliano ha alquilado todo el centro comercial solo para nosotros. Para mí, para mi amiga y para nuestros hijos. Me dice que podemos escoger toda la ropa que queramos, que no hay límites. Me siento abrumada, la verdad. Es demasiado para mí.Me sorprende la cantidad de opciones que hay, la variedad de colores, estilos y tallas. Me siento como una niña en una tienda de dulces, no sé por dónde empezar. Pero al mismo tiempo, me siento incómoda. No estoy acostumbrada a este lujo, a esta extravagancia. Me pregunto si merezco todo esto, si soy digna de esta generosidad.Cargo