EL DESEO ARDIENDO

MAXIMILIANO

—Por favor, se calman todos —dice Islam, intentando intervenir en la tensa situación.

—Dile a tu perro que baje el arma —espetó Aleksi, refiriéndose a Rusland.

—Antes de bajarla, puedo meterte un tiro —responde Rusland, sin apartar la mirada de Aleksi.

—Y antes de que le metas el tiro a mi hombre, yo se lo meto en la cabeza a tu jefe —intervengo, con una voz firme y amenazante.

La situación está a punto de descontrolarse, y Islam se apresura a pedir calma.

—Por favor, bajen las armas. No es necesario llegar a estos extremos —rogó.

El sabe que tiene mucho mas que perder que yo.

—¿Qué decides, Islam? ¿Vas a permitir que las cosas sigan así, o vas a intentar calmar la situación?

—Voy a hablar con mi hija y trataré de que las cosas se lleven en paz —responde Islam.

—Eso espero —digo, con una mirada intensa—.Ni se te ocurra intentar investigar o descubrir quién es mi supuesta amante y mis hijos, porque no me va a gustar para nada. Y no va a gustarte a ti tampoco las consecuenci
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