Mientras estoy en el auto con Maximiliano, puedo sentir el olor de su perfume, un aroma masculino y vigoroso que me hace sentir un poco nerviosa. El olor de un hombre puede ser tan poderoso, puede activar y excitar al mismo tiempo. Me siento un poco abrumada por la proximidad de Maximiliano, su presencia es imponente y me hace sentir pequeña y vulnerable.Puedo sentir su mirada sobre mí, pero cuando me atrevo a mirarlo, él parece estar muy tranquilo, como si no estuviera afectado por mi presencia. Me siento un poco frustrada por esto, quiero que sepa cómo me hace sentir, pero al mismo tiempo, me siento atraída hacia él, como si fuera un imán.—¿Cómo son tus padres? —pregunto, tratando de conocer más sobre su familia y romper el hielo entre los dos.—Son dos personas normales —responde Maximiliano con una sonrisa.—Estoy hablando muy en serio, Maximiliano —le digo, tratando de hacerle entender que quiero saber más.—Yo también —responde él, con una mirada intensa.—Quiero saber cómo co
Al entrar en la mansión, me siento un poco abrumada por la opulencia que me rodea. Maximiliano me toma del brazo y me lleva a la sala de estar, donde sus padres están sentados en un sofá de cuero negro.—Mamá, papá, esta es Mila —dice Maximiliano, presentándome con una sonrisa.Me presenta a su madre, Natalia Romanoff, y a su padre Milton. Su madre me mira con una expresión de desdén. Es una mujer alta y delgada, con el cabello rubio y los ojos azules. Su rostro es frío y distante, y puedo sentir la hostilidad que emana de ella.—Entonces, tú eres la amante de mi hijo —dice, su voz llena de veneno—. Me han hablado mucho de ti y como intentas acabar con su matrimonio.Maximiliano se apresura a intervenir, poniendo una mano en mi brazo y quiero que el mundo me trague.—Mamá, por favor —dice—. No es justo juzgar a Mila sin conocerla.Su padre, Milton Romanoff, un hombre grande y fuerte con el cabello gris y los ojos marrones, se posa a su lado mirandome.—No, no, Natalia —dice—. Debemos
MILA—¿Cómo se conocieron ustedes dos?Me mira a mí y luego a Maximiliano, y yo le digo con una sonrisa.—Tú por qué no le cuentas, Maximiliano, cómo nos conocimos.Maximiliano me mira entrecerrando los ojos.—Bueno, fue una tarde lluviosa, y yo estaba saliendo del trabajo, cuando decidí entrar a un McDonald's para calentarme un poco. Y ahí estaba ella, detrás del mostrador, sonriendo como una diosa. Era mesera, y yo estaba tan cautivado por su belleza que olvidé pedir mi comida.Me río y decido intervenir, agregando mi propia parte a la historia:—Sí, y yo estaba tan aburrida de estar detrás del mostrador que decidí hacer un concurso para ver quién podía hacer la cara más graciosa para hacer reír a los clientes. Y él, con su cara de "perdido en la lluvia", ganó el concurso de inmediato.Natalia se ve muy interesa.—¿Y qué pasó después?—Bueno, después de que ella me sirvió mi comida, decidí sentarme en la mesa más cercana para poder seguir admirando su belleza. Y ella, siendo la mese
MILA—¿Qué pasa aquí? —pregunta Alita, su voz alta y firme, mirando a sus suegros, Milton y Natalia, con una mezcla de enojo y decepción.No se donde meterme y sigo pensando que le pasa al mundo que me ataca tanto. Cuando las cosas iban bien, tenia que aparecer Alita a complicarlo todo.—Alita, cariño, no es lo que estas pensando... —intenta calmarla Milton, pero Alita lo interrumpe.—No, no, no —dice Alita, sacudiendo la cabeza—. No me vengan con esas. ¿Cómo es posible que ella esté aquí, cenando con ustedes? —me señala poniéndome a tragar grueso con su mirada llena de desprecio.—Alita, espera, permítenos explicarte.. —intenta explicar Natalia, pero Alita la corta.—No, no entiendo —dice Alita, su voz subiendo de tono—. No entiendo cómo pueden recibir a la amante de mi esposo en su casa, cómo pueden sentarla a la mesa con ustedes, cómo pueden... —se detiene, su respiración agitada, y mira a Maximiliano—. ¿Y tú? ¿Tú estás de acuerdo con esto?Maximiliano se pone de pie, y su mirada s
La sangre comienza a manar de su herida, y se extiende por el suelo, formando un charco rojo y oscuro. Me siento como si estuviera mirando una escena de una película, algo que no es real, algo que no puede estar sucediendo. Pero lo es. Lo es, y me duele. Me duele tanto que siento como si mi corazón se hubiera roto en mil pedazos.Alita se queda congelada, su mirada fija en el cuerpo de Maximiliano, y su arma todavía humeante en su mano. Su rostro es una máscara de horror y de shock, y parece que no puede creer lo que acaba de hacer. Pero yo sí creo. Yo sé que ha pasado, y yo sé que nada volverá a ser lo mismo.Me siento paralizada, incapaz de moverme o de hablar. Solo puedo quedarme allí, mirando a Maximiliano, y sintiendo el dolor y la tristeza que me invaden. El silencio es absoluto, y solo puedo escuchar el latido de mi propio corazón, y el sonido de mi respiración agitada. Es un momento que nunca olvidaré, un momento que me cambiará para siempre.La mamá de Maximiliano, Natalia, g
MILALa proximidad entre nosotros es eléctrica, y puedo sentir la tensión en el aire. Su mirada me envuelve, y me siento atrapada en su intensidad. La distancia entre nosotros se reduce, y su boca se acerca a la mía, enviando un escalofrío por mi espalda.—Quiero saber qué efecto tengo en ti —me dice, su voz baja y sensual.—No creo que quieras saber —respondo, mi voz temblando ligeramente.La unión de nuestros labios es como un choque de tormenta, liberando una energía que me deja sin aliento. Su lengua se desliza por mi boca, explorando cada rincón, y me siento envuelta en una nube de placer. La pasión que emana de él es contagiosa, y me encuentro respondiendo con igual fervor.—Me encanta la forma en que me haces sentir —me dice, su voz entrecortada por la emoción.—No deberíamos estar haciendo esto —respondo, mi voz débil y sin convicción.Su agarre en mi cuello es firme, pero no doloroso, y me siento segura en sus brazos. La presión de su cuerpo contra el mío es una sensación del
Han pasado dos semanas desde ese beso con Maximiliano. Dos semanas en las que él ha mantenido la distancia, tal como lo prometió. No sé cómo tomarlo, si bien o mal. Por un lado, me siento aliviada de no caer en tentación, de no dejar que mis sentimientos me dominen. Sin embargo, por otro lado, me hace falta sentirlo cerca, hablar con él, conocerlo mejor. A medida que paso los días, me doy cuenta de que no llevamos mucho tiempo conociéndonos, y hay tantas cosas que quiero saber sobre él.Además, me pregunto cómo puede ser que me sienta de esta manera. ¿Es normal sentirse así después de un beso? ¿Es normal sentir esta conexión con alguien que apenas conozco? Me siento confundida, como si mi mente y mi corazón estuvieran en guerra. Por un lado, mi mente me dice que debo mantener la distancia, que debo ser fuerte y no dejar que mis sentimientos me dominen. Por otro lado, mi corazón me dice que debo seguir mi instinto, que debo explorar esta conexión que siento con Maximiliano. En consecue
MILAEntro en el despacho con la bandeja de comida, y mis ojos se encuentran con los de Maximiliano. Esos ojos verdes que me atraviesan, que me hacen sentir como si estuviera desnuda ante él. Me pongo nerviosa, mi corazón late con fuerza en mi pecho, y mis manos tiemblan ligeramente mientras dejo la bandeja encima de la mesa.—Buenas noches —le digo, intentando sonar calmada y serena, pero mi voz sale un poco temblorosa.—Buenas noches, Mila —me responde él, con un tono agrio y distante que no me gusta. Me hace sentir como si estuviera hablando con un extraño, no con el hombre que me ha besado y me ha hecho sentir cosas que nunca había sentido antes.Me siento un poco incómoda, pero trato de comprender su actitud. Tal vez esté estresado o preocupado por algo, y no es el momento adecuado para hablar sobre lo que ha pasado entre nosotros. Así que me limito a sonreír.—Espero que te guste la comida. La nana la preparó especialmente para ti.Maximiliano asiente con la cabeza, pero no dice