MILA—¿Qué estabas haciendo, Mila? —dice Maximiliano, con un tono sensual.—Discúlpame por ingresar sin avisar —le respondo, nerviosa.Manteniéndome en el mismo lugar, con el detrás y mi frente contra la puerta.—Me estabas espiando —me pregunta, con un tono insinuante y trago saliva, sintiendo mi cuerpo elevarse.Siento una extraña sensación en mi cuerpo, como si mi temperatura hubiera subido de repente. Mi piel se siente caliente y sensible, y puedo sentir mi corazón latiendo con una frecuencia más rápida de lo normal. No puedo explicar por qué me siento así, pero parece que la presencia de Maximiliano tiene algo que ver con ello. Me siento incómoda y nerviosa, como si mi cuerpo estuviera reaccionando de manera autónoma a su proximidad. Intento calmarme y respirar profundamente, pero la sensación persiste, no lo puedo comprender, pero la sensación de inquietud y confusión me está consumiendo.—No, no te creo —dice Maximiliano, con un tono escéptico.—Te lo juro —le respondo, intenta
MILAMe siento como si estuviera soñando. Estoy aquí, en este enorme centro comercial, rodeada de tiendas y marcas que nunca había visto en mi vida. Mi pueblo era tan diferente, tan sencillo. Recuerdo las pequeñas tiendas donde comprábamos ropa básica, nada extravagante. Vestidos simples, pantalones y camisetas. No había mucho donde elegir, pero no necesitábamos nada más.Ahora, estoy aquí, en este lugar increíble, y Maximiliano ha alquilado todo el centro comercial solo para nosotros. Para mí, para mi amiga y para nuestros hijos. Me dice que podemos escoger toda la ropa que queramos, que no hay límites. Me siento abrumada, la verdad. Es demasiado para mí.Me sorprende la cantidad de opciones que hay, la variedad de colores, estilos y tallas. Me siento como una niña en una tienda de dulces, no sé por dónde empezar. Pero al mismo tiempo, me siento incómoda. No estoy acostumbrada a este lujo, a esta extravagancia. Me pregunto si merezco todo esto, si soy digna de esta generosidad.Cargo
MAXIMILIANO—¿Qué haces aquí? —me pregunta, sorprendida.Y admiro su cuerpo y las curvas pronunciadas que tiene. Esta mujer es una diosa, es hermosa y muy sensual.—Quiero que te midas este vestido —le respondo, sin apartar la vista de su reflejo.—¿Y era necesario que ingresaras al cambiador? —me pregunta, con una ceja levantada.—Considero que sí —le digo, sin darle importancia al hecho de que estoy en un espacio íntimo con ella.No queria, pero ella me vuelve asi y nunca habia invadido el espacio personal de una mujer de esta manera pero con Mila todo es tan intenso.—¿Te puede salir? —me pregunta, como si esperara que me fuera en cualquier momento.—No, hasta que te pongas ese vestido —le respondo, sin moverme de mi posición.—¿Por qué quieres que me lo ponga? —me pregunta, con curiosidad.—Porque considero que es apropiado para la cita que vamos a tener esta noche —le explico, sin dejar de mirarla.—¿Qué cita? —me pregunta, con sorpresa.—Con mis padres —le respondo, como si fuer
MILALlegamos a la mansión después de un día de compras agotador, pero emocionante. Mientras salimos del auto y me adentro a la mansión veo a una mujer que me parece familiar. Es la misma mujer que me atendió cuando fui a buscar noticias de Marko. Maximiliano se da cuenta de mi mirada y se acerca a mí.—Les presento a mi nana —dice Maximiliano, sonriendo—. Ella les ayudará con los niños.La nana se acerca a mí y me sonríe.—Mila, es un gusto volver a verte —dice, con una voz cálida y amable.—Lo mismo, señora —respondo, sonriendo también.Maximiliano me hace un gesto para que presente a mi amiga Alisa.—Señora, esta es mi amiga Alisa —digo, haciendo un gesto hacia Alisa.—Mucho gusto, señora —dice Alisa, sonriendo—. Un placer conocerla.—Lo mismo, niña —responde la nana, sonriendo—. Eres una chica muy hermosa.—Muchas gracias —dice Alisa, ruborizándose.La nana se vuelve hacia mí y me mira con curiosidad.—No me digan que esos son los tres niños de Marko —dice, con una voz llena de em
Mientras estoy en el auto con Maximiliano, puedo sentir el olor de su perfume, un aroma masculino y vigoroso que me hace sentir un poco nerviosa. El olor de un hombre puede ser tan poderoso, puede activar y excitar al mismo tiempo. Me siento un poco abrumada por la proximidad de Maximiliano, su presencia es imponente y me hace sentir pequeña y vulnerable.Puedo sentir su mirada sobre mí, pero cuando me atrevo a mirarlo, él parece estar muy tranquilo, como si no estuviera afectado por mi presencia. Me siento un poco frustrada por esto, quiero que sepa cómo me hace sentir, pero al mismo tiempo, me siento atraída hacia él, como si fuera un imán.—¿Cómo son tus padres? —pregunto, tratando de conocer más sobre su familia y romper el hielo entre los dos.—Son dos personas normales —responde Maximiliano con una sonrisa.—Estoy hablando muy en serio, Maximiliano —le digo, tratando de hacerle entender que quiero saber más.—Yo también —responde él, con una mirada intensa.—Quiero saber cómo co
Al entrar en la mansión, me siento un poco abrumada por la opulencia que me rodea. Maximiliano me toma del brazo y me lleva a la sala de estar, donde sus padres están sentados en un sofá de cuero negro.—Mamá, papá, esta es Mila —dice Maximiliano, presentándome con una sonrisa.Me presenta a su madre, Natalia Romanoff, y a su padre Milton. Su madre me mira con una expresión de desdén. Es una mujer alta y delgada, con el cabello rubio y los ojos azules. Su rostro es frío y distante, y puedo sentir la hostilidad que emana de ella.—Entonces, tú eres la amante de mi hijo —dice, su voz llena de veneno—. Me han hablado mucho de ti y como intentas acabar con su matrimonio.Maximiliano se apresura a intervenir, poniendo una mano en mi brazo y quiero que el mundo me trague.—Mamá, por favor —dice—. No es justo juzgar a Mila sin conocerla.Su padre, Milton Romanoff, un hombre grande y fuerte con el cabello gris y los ojos marrones, se posa a su lado mirandome.—No, no, Natalia —dice—. Debemos
MILA—¿Cómo se conocieron ustedes dos?Me mira a mí y luego a Maximiliano, y yo le digo con una sonrisa.—Tú por qué no le cuentas, Maximiliano, cómo nos conocimos.Maximiliano me mira entrecerrando los ojos.—Bueno, fue una tarde lluviosa, y yo estaba saliendo del trabajo, cuando decidí entrar a un McDonald's para calentarme un poco. Y ahí estaba ella, detrás del mostrador, sonriendo como una diosa. Era mesera, y yo estaba tan cautivado por su belleza que olvidé pedir mi comida.Me río y decido intervenir, agregando mi propia parte a la historia:—Sí, y yo estaba tan aburrida de estar detrás del mostrador que decidí hacer un concurso para ver quién podía hacer la cara más graciosa para hacer reír a los clientes. Y él, con su cara de "perdido en la lluvia", ganó el concurso de inmediato.Natalia se ve muy interesa.—¿Y qué pasó después?—Bueno, después de que ella me sirvió mi comida, decidí sentarme en la mesa más cercana para poder seguir admirando su belleza. Y ella, siendo la mese
MILA—¿Qué pasa aquí? —pregunta Alita, su voz alta y firme, mirando a sus suegros, Milton y Natalia, con una mezcla de enojo y decepción.No se donde meterme y sigo pensando que le pasa al mundo que me ataca tanto. Cuando las cosas iban bien, tenia que aparecer Alita a complicarlo todo.—Alita, cariño, no es lo que estas pensando... —intenta calmarla Milton, pero Alita lo interrumpe.—No, no, no —dice Alita, sacudiendo la cabeza—. No me vengan con esas. ¿Cómo es posible que ella esté aquí, cenando con ustedes? —me señala poniéndome a tragar grueso con su mirada llena de desprecio.—Alita, espera, permítenos explicarte.. —intenta explicar Natalia, pero Alita la corta.—No, no entiendo —dice Alita, su voz subiendo de tono—. No entiendo cómo pueden recibir a la amante de mi esposo en su casa, cómo pueden sentarla a la mesa con ustedes, cómo pueden... —se detiene, su respiración agitada, y mira a Maximiliano—. ¿Y tú? ¿Tú estás de acuerdo con esto?Maximiliano se pone de pie, y su mirada s