MALA SUERTE

MILA

Me siento en el cambiador, rodeada de mis tres pequeños, dos niños y una niña, que me miran con ojos grandes y curiosos. Acabo de bañarlos y están desnudos, listos para ser vestidos y preparados para la noche.

—Hola, mis amorcitos —les digo, mientras les pongo un pañal nuevo a cada uno. —Están tan preciosos, tan parecidos a su tío Maximiliano. Tienen sus mismos ojos y su misma sonrisa.

Mi niña me mira con atención, y puedo ver la curiosidad en sus ojos. Me encanta cómo me mira, como si estuviera tratando de entender todo lo que le digo y lo peor es que tiene los ojos verdes de su padre.

—Eres una niña tan hermosa —le digo, mientras le pongo una crema hidratante en la piel. —Y tus hermanos son unos niños tan guapos. Los tres son unos ángeles.

Siempre hablo con ellos, diciendoles lo mucho que los amo. Les pongo ropa adorable a cada uno, y les peino el cabello. Mientras lo hago, les hablo en un tono suave y cariñoso.

—Los amo tanto, mis niños —les digo. —Son mi todo, mi razón de ser
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