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Capítulo 04 «Beso familiar»

«No juegues con fuego», escuché eso cientos de veces; sin embargo, es hora de que yo misma aprenda a aprovechar cada pequeño fuego para crear un incendio. Arzhel parece que tiene el control de todo el mundo a su alrededor, por eso mismo, debo esforzarme por jugar su juego.

No puedo dejar que esa ventaja que tiene sobre mí, se haga más grande, incluso si intenta disfrazar eso como una obra de caridad.

—A mi parecer, luce estable —me dedicó una mirada inquisitiva—. Para que nuestra relación se asemeje a la realidad, irá a vivir a mi casa —sentenció sin dar pie a que yo hablara. Su tono de voz era más helado que el ártico—. Vamos a su antigua casa para recoger sus cosas.

Sabía que todo eso era parte del trato que no supe cuándo terminé de firmar. Por otro lado, ¿debería actuar como si tuviera alguna clase de voz y voto en mi vida en este momento? Solo necesitaba lograr mi venganza sin ser descubierta.

Al salir del hospital, un gran auto negro nos esperaba en uno de los parqueaderos VIP. Es irritante que, incluso en momentos así, no hiciera a un lado su faceta de hombre adinerado. Lo tenía, cualquiera podría pensar que hacía del baño piezas de oro.

El silencio era el rey de esa tarde. El viento se colaba por la ventana mientras mantenía los ojos fijos en el cielo que parecía estarse quemando. Verlo, era como mirar el fuego de esa noche, uno que no logró matarme.

—Recuerde llevar siempre este anillo —ordenó Arzhel irrumpiendo en mis pensamientos. Depositó el anillo en mi mano, sin despegar sus ojos de la carretera—. Antes de que intente lanzarlo de nuevo, le advierto que es una reliquia familiar; si lo pierde, ni todo el dinero de su padre podrá compensarlo.

—¡¿Por qué carajos me da algo tan significativo como esto?! —chillé por la sorpresa. Deseaba regresarlo, pero él no lo permitía.

—Es mi prometida, falsa o no, los demás deben creerlo. ¿Qué mejor que una joya que ha estado desde hace décadas en nuestra familia?

—¿Por qué hace esto? ¿Qué es lo que quiere de mí? —indagué con confusión. Nadie debería darle algo así a un conocido.

—No es lo que quiero de usted, Aideen, es que la quiero a usted —se detuvo por unos segundos y tomó una bocanada de aire, mientras sentía que mi corazón se paralizaba por un momento—. No lo malinterprete, usted es la hija de uno de los mayores socios de mi compañía; esta unión traería más beneficios de los que imagina.

Llevé una mano a mi pecho, necesitaba comprobar que mi corazón estuviera latiendo y no estuviera a punto de morir por un susto. ¿Acaso entendí que ese hombre me quería a mí? ¡Ja! ¡Estaba enloqueciendo! No hay nada que nos relacione, más allá de mi padre.

—Vaya —solté por fin una risita nerviosa, pasaba mis dedos por mi cabello—. Por un momento pensé que estaba interesado en mí o algo así. Está claro que es simplemente una relación por conveniencia.

—Sí, por supuesto que lo es —desvió un poco la mirada para centrarse en la carretera. Me pareció ver un poco de rubor en sus mejillas, pero seguramente esa era idea mía.

Llegamos a su departamento. Mis ojos recorrieron el sitio con detalle, necesitaba analizar qué clase de hombre era, ¿qué mejor que tu hogar para dar esos datos sobre ti? Mientras avanzaba, una extraña sensación recorría mi cuerpo, sentía como si hubiera visitado este sitio antes; sin embargo, yo jamás había venido.

Las pocas veces que interactué con Arzhel fueron en las juntas que tenía con mi padre, y ninguna de ellas llegó a ser en su departamento. Había detalles que se me hacían extrañamente familiares, como si en mi mente hubiera una imagen difícil de identificar.

¿Habría visto una fotografía en algún lugar?

»Está demasiado callada, Aideen. Quiero decir, Kenna —se detuvo para quedar justo al frente de mí—. ¿Hay algo que le incomode en este momento?

¿Cómo era que se respiraba?

Dejé pasar un gran trago grueso, ¿por qué sus ojos se veían tan hipnóticos en este momento? Debía estar enloqueciendo, esto no estaba bien, ni en lo más remoto. Di un par de pasos para atrás y fingí admirar la calidad del centro de mesa.

—¡No! Eh, quiero decir, no, todo está perfectamente. No me vaya a llamar Aideen en público —desvié mi mirada—. Aunque siento que lo hace nada más para ponerme nerviosa, para que recuerde que mi secreto puede salir a la luz en cualquier momento, que estoy atrapada —reconocí elevando las manos en señal de derrota.

Mientras las yemas de mis dedos recorrían la superficie de la mesa una vez más, intentando sacarme de ese momento, la sensación de la madera se me hacía inquietantemente familiar, pero, al intentar recordar más, mi mente se nublaba, esos pensamientos se esfumaban dejando desconcierto en su lugar.

—No.

Fue lo único que salió de sus labios. Fue una respuesta tan corta que me llenó de dudas y desconcierto.

—¿No? —solté un pequeño chillido al sentirlo más cerca de mí.

—Se equivoca al pensar que la llamo Aideen como una manera de manipularla y reafirmar mi posición sobre usted —tomó mi barbilla y acercó su rostro al mío—. Es… porque me gusta su nombre, Aideen —susurró con un tono ronco.

Sus ojos estaban fijos en mis labios, podía sentir su respiración en mi rostro y mi corazón parecía querer salirse de mi pecho. Mis piernas fallarían en cualquier momento.

Soltó una risa baja y burlona, retrocedió y me dedicó su típica mirada de superioridad.

»Al parecer, la tengo entre las cuerdas, princesa —se encaminó a una habitación—. Puede instalarse aquí, y recuerde, nunca, nunca, debe entrar a la mía sin autorización. Prepárese, mañana es su primer día trabajando en la empresa de su padre.

—Idiota —escupí apretando mis puños.

Cuando finalmente estuve a solas, dejé que el aire que retenía saliera por completo. Llevé mi mano al pecho mientras soportaba las ganas de asfixiarlo con una almohada. Sin duda, esto sería más difícil de lo que imaginé.

¡Un momento! ¿Trabajaría en la empresa? ¿Cómo lo consiguió?

Cuando salí de la habitación, el lugar estaba completamente vacío, no había señal alguna de Arzhel. Estaba tan feliz que podría abrazarlo de la felicidad. Él estaba en la habitación prohibida, por lo que tendría que abrazarlo y agradecerle mentalmente por eso.

•♥•

Estaba justo en frente de la empresa de papá. Hace cinco años no ponía un pie en ella, esa sensación me llenaba de nervios y adrenalina. Esto significaba que podría verlo en cualquier momento, que podría tener a papá frente a mí.

—Se lo agradezco, Whitield —tomé una bocanada de aire para prepararme a lo que me enfrentaría, pues, aunque la emoción por ver a papá era grande, también tendría que enfrentarme a esos dos seres infernales que, sin duda alguna, merecían pagar por todo lo que me hicieron.

—No agradezca, le dije que esto me beneficia, así que, enfóquese de recuperar la empresa para que podamos asociarnos como debe de ser —sentenció para dar un par de pasos en dirección de su auto.

Por un momento pareció haber visto algo, porque se acercó a mí con una sonrisa y pasos acelerados, me rodeó por la cintura acercándome a él.

—¿Pasa algo? —quedé inmóvil por la sorpresa.

—Harriman.

Lo siguiente que noté fueron sus labios contra los míos antes de que pudiera reaccionar. Mi cuerpo quedó petrificado, me desconcertaba, no el hecho que me besara, sino que yo conocía ese beso, como si mis labios recordaran algo que mi mente ya había olvidado.

Mi corazón latía con fuerza, no de sorpresa… no del todo.

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