Pasaron unos pocos minutos en completo silencio. No se trataba de un silencio incómodo, sino de uno que nos permitía reflexionar y disfrutar de la compañía del otro. Seguía golpeando de manera rítmica y delicada mi mano.Podía ser a causa de todas las emociones que viví en un instante, que hicieron que mi cuerpo se sintiera mucho más cansado de lo normal. Era como si mis ojos me estuvieran pidiendo que descansara. Sin darme cuenta, mi cabeza estaba descansando en el hombro de Arzhel.—¿Sería de mal gusto si hago una pregunta? —inquirió con un tono suave de voz. Luego de que yo asintiera, continuó hablando:— ¿Quién es Ciprian o cómo lograste salir de ese lugar? No me malinterpretes, cuando relataste lo que pasaste, no diste más información que decir que alguien te sacó de ahí y comenzaste una nueva vida.Me mantuve callada mientras organizaba mis ideas de manera mental. Él tenía razón, no di muchos detalles sobre lo que viví, quizá porque no lo conocía o no confiaba en él lo suficiente
Hice todo lo posible para permanecer en mi lugar. Fingía estar dormida aún, mi mente estaba corriendo a mil por hora. Las palabras de Arzhel resonaban en mi interior. Logré notar que dejó una bandeja sobre la mesa de noche, escuchaba el roce de su ropa por cada movimiento.Dejé pasar un trago grueso, no sabía ni siquiera por qué me estaba escondiendo, pero aquí estaba, debajo de los edredones.—¿Sigues dormida? —susurró como si esperara mi respuesta, y al mismo tiempo, no deseara despertarme. Se acercó un poco más a mí y me sacudió con suavidad—. ¿Se te olvida que es día de trabajo?Sí, en efecto, lo había olvidado. Mi mente se sentía absorbida por todo lo que pasó recientemente, comenzaba a pensar que debería regresar con el psiquiatra. No era para nada normal tener esa clase de alucinaciones, ¿no?—¿Mm? —Fue lo único que salió de mi boca. Estiré mi cuerpo, simulando que estaba despertando. Si extendía esta actuación, no podría evitar ser descubierta.Apenas saqué los edredones de mi
El hospital estaba demasiado tranquilo para todo el remolino de emociones que sentía en mi interior. Cada paso que daba resonaba como un eco martillando mi cabeza, mezclándose con los latidos descontrolados de mi corazón.Arzhel caminaba a mi lado en silencio, su presencia, como siempre, era firme, pero no invadía mi espacio. Sabía que algo estaba mal, lo podía notar en su actitud, pero no sabía completamente la gravedad del asunto, ni de la culpabilidad que inundaba todo mi ser.¿Y si algo le pasaba al bebé?Cuando llegamos al pasillo de la habitación de Nessa, algo me detuvo. Escuché dos voces que claramente reconocía: una era de Nessa y la otra de Rune; iba a entrar a saludar para asegurarme que todo estuviera bien con el pequeño y eliminar toda preocupación de mi mente.—Lo hice, Rune. Ya no tenemos que preocuparnos. —La voz de Nessa estaba cargada de algo que sonaba a una mezcla de alivio y descanso, como si hubiera sido librada de una carga gigante.De seguro estaba tranquila a
El auto avanzaba en silencio, solo el sonido del motor llenaba el espacio entre nosotros. Mi mente seguía avanzando, atravesada entre la culpa, la furia y una profunda sensación de calma que no tuve la oportunidad de notar tan pronto.Finalmente, Arzhel rompió el silencio. Su tono al hablar era sereno, tranquilo, como si estuviera tanteando la profundidad de mi reacción y emociones, como si se cerciorara de no atacarme con sus palabras.—Lo que dijiste antes, sobre el collar. ¿Qué quisiste decir exactamente?Mis manos se tensaron sobre mi regazo. No sabía por dónde empezar, pero también sabía que no podía seguir guardándolo. Él ya sabía demasiado, y no sería de ayuda si yo seguía ocultándole cosas.—El collar que llevaba Nessa… yo se lo di. Fue un secreto regalo de bodas. —Mi voz era un hilo, pero seguí antes de perder el valor—. Lo mandé a hacer especialmente para ella.—¿Y por qué importa tanto ese collar? —indagó, aunque algo en su mirada sugería que ya había empezado a juntar las
A pesar de la noche anterior y de las muchas vueltas que di para poder conciliar el sueño y dejar de pensar en lo del collar y ese niño, me encontraba en la oficina trabajando, bueno, caminando para ver a mi padre. Tenía curiosidad por saber qué mentira le había dicho Nessa.No esperaba encontrarme con mi padre tan pronto, pero ahí estaba él, revisando unos documentos en su despacho. La sensación de verlo siempre era extraña, una mezcla de nostalgia y amargura que nunca sabía cómo manejar.Deseaba correr y abrazarlo, revelarle mi identidad y las razones por mi desaparición, confesarle que los verdaderos culpables de lo que me pasó estaban bajo su cuidado, se habían ganado su confianza.—Señor Beauregard. —Mi tono fue respetuoso, pero con un toque de calidez que parecía captar su atención. Levantó la mirada y me sonrió, una sonrisa que alguna vez había sido para mí, pero ahora era para una desconocida.—Señorita Kenna. ¿Qué puedo hacer por usted?—Quería preguntarle cómo está su esp
—¿Tú, preocupándose por Nessa? Eso sí es interesante. —Se enderezó, contenía una risa que parecía querer salir, colocó las manos en los bolsillos mientras me miraba con esa sonrisa que nunca desaparecía de su rostro—. Bueno, no soy quién para cuestionar tus intenciones. Pero te daré un consejo, Kenna: no confíes demasiado en ella. Nessa es… complicada.—Gracias por el consejo. Lo tendré en cuenta. A pesar de que estés hablando de tu propia esposa —mi tono era seco, pero él no pareció notarlo.Antes de que pudiera seguir con sus insinuaciones, su teléfono sonó. Rune lo sacó del bolsillo, frunciendo el ceño al mirar la pantalla. Sentí como si el universo finalmente se estuviera alineando a mi favor y pudiera estar cerca de deshacerme de este espécimen de hombre.—Tengo que atender esto. Espero que podamos seguir nuestra conversación en otro momento. —Se inclinó ligeramente hacia mí, su mirada bajó a mis labios por un instante antes de que regresara a mis ojos—. Siempre es un placer habl
El auto negro de Arzhel se detuvo frente a mí con esa precisión que lo caracterizaba. Desde el asiento del conductor, su mirada me encontró antes de que yo siquiera abriera la puerta. La sensación de ser examinada por él, volvió a recorrer mi cuerpo.Sus ojos, como siempre eran intensos, parecían buscar con lupa cada aspecto que me caracterizaba; en esta ocasión, sentía que intentaba saber qué había pasado con Nessa en el interior de esta casa.—Llegaste mucho más rápido de lo que imaginé —intenté bromear, aunque era verdad, fue más rápido de lo usual.Mis palabras parecieron tomarlo por sorpresa, pues, sus cejas se elevaron un milímetro por una fracción de segundo.—Estaba terminando unos asuntos en este lado de la ciudad. Tuviste suerte —expuso de manera desinteresada.Entré al auto en silencio, me acomodé en el asiento y cerré la puerta detrás de mí con un suspiro pesado. No pasaron ni dos segundos antes de que su voz, baja y controlada, rompiera el silencio.—¿Estás bien? —No era
Las grandes puertas de la mansión Whitfield se abrieron ante nosotros, revelando un hogar que era una mezcla perfecta entre elegancia y calidez. Era extraño. Las mansiones generalmente tienen un aire intimidante, pero este lugar parecía querer abrazarte con su atmósfera. No sabía si era el lugar o el efecto de las personas que vivían allí.O si visitar el pesado y tenebroso hogar de Nessa había alterado mis sentidos.Arzhel estaba a mi lado, caminando con una naturalidad que yo nunca había visto antes. No era el Arzhel frío y calculador al que estaba acostumbrada. Su paso era relajado, sus hombros más bajos, como si hubiera dejado una armadura invisible detrás al cruzar esas puertas.Me giré un poco a la entrada para confirmar no ver alguna armadura invisible que él hubiera dejado; sin embargo, no noté nada. Si este era un nuevo Arzhel, entonces lo aceptaría gustosa.Cuando llegamos a la sala principal, un hombre y una mujer se levantaron del sofá. Supuse de inmediato que eran los pad