Estábamos en camino a la villa Lancaster, ese lugar de tranquilidad que nos permitía estar lejos de todos los problemas y bullicio de la ciudad. El lugar que por bastante tiempo se había vuelto una cueva para resolver misterios y trazar planes de venganza. Ahora, era nuestro sitio para descansar esa noche.El humo del incendio aún flotaba en mi mente. Cerraba los ojos y lo veía: el crujir de las llamas devorando la cabaña, la forma en que el fuego danzaba en la oscuridad, pintando sombras retorcidas en la madera ennegrecida. Pero lo que más resonaba en mi interior no eran las llamas… sino los gritos.Su voz desgarrada aún vibraba en los rincones de mi conciencia. No me perseguía por culpa, no era un eco de remordimiento, sino la prueba de algo mucho más profundo: la certeza de que todo había terminado. Finalmente.Ciprian conducía con una mano firme sobre el volante, su rostro iluminado solo por el resplandor intermitente del tablero. Cristopher, en el asiento del copiloto, mantenía l
Estando ya en la villa, cada uno se dirigió a una respectiva habitación. Arzhel y yo nos dirigimos a la mía. El silencio se sentía distinto esta vez, no era tenso ni anticipatorio, sino calmado, como una suave ola que arrastra consigo los restos de una tormenta pasada.Me dejé caer sobre la cama con un suspiro profundo, sintiendo por primera vez en mucho tiempo que mi cuerpo podía relajarse sin que mi mente estuviera constantemente planeando el siguiente movimiento. Cerré los ojos por un momento, disfrutando de la suavidad de las sábanas, del colchón que me recibía sin exigencias ni condiciones.Era una sensación extraña. Mi piel todavía guardaba la memoria de noches en vela, de músculos tensos, de la necesidad perpetua de estar alerta. Pero ahora… ahora el peligro había desaparecido. Mi pecho se expandió con un aliento profundo, como si mi cuerpo recién estuviera aprendiendo lo que era vivir sin miedo ni rencor.Desde el umbral, Arzhel me observaba con una sonrisa divertida, apoyado
El sol de la mañana se filtraba por las cortinas en suaves destellos dorados, acariciando mi piel con una calidez reconfortante. Todavía no abría los ojos del todo, pero podía sentir la suavidad de las sábanas, la brisa ligera que se colaba por la ventana y la respiración constante de Arzhel a mi lado. Todo en ese momento era paz.Me moví ligeramente bajo las cobijas, dejando escapar un suspiro de satisfacción. Mi cuerpo seguía relajado por la noche anterior, pero mi mente comenzaba a llenarse de pensamientos dispersos, la mayoría de ellos relacionados con el futuro.Y entonces, lo sentí.Una mirada fija en mí.No necesitaba abrir los ojos para saber que Arzhel me estaba observando. Podía imaginar su sonrisa, la expresión de satisfacción en su rostro, la manera en que sus ojos recorrían mi piel como si tratara de grabar cada detalle en su memoria.No era la primera vez que lo hacía. Algo cálido y suave rozó mi mejilla, un contacto apenas perceptible que me hizo suspirar otra vez.—Es
Aideen abrió los ojos, siendo enceguecida por la luz. Estaba atada en una silla, completamente inmóvil. Su corazón latía con fuerza sin conocer cuál sería su futuro en los siguientes segundos. Rune, el hombre con el que contrajo matrimonio una semana atrás, el cual le juró el mundo entero, cruzaba por el umbral de la puerta, mientras traía una bandeja con velas e incienso.—Las encenderé cuando sea el momento adecuado —dijo con un tono macabro.Cargar incienso era una costumbre de su familia justo antes de los funerales; era la manera de preparar el cuerpo.—¿Qué? ¿Qué estás haciendo, Rune? —expuso con dificultad.Su voz salía entrecortada, el aire faltaba en sus pulmones. Una parte de ella le decía que estaba corriendo peligro; sin embargo, una parte contraria de ella le decía que todo estaría bien, que él no sería capaz de dañarla, no a ella.Una voz conocida al otro lado de la puerta, le hizo comprender que no eran los únicos en el lugar. Su hermanastra, esa que ella había querid
Me miré al espejo, vi lo poco que quedaba de mí luego de años intentando reconstruirme a mí misma. En mis manos tenía una nota de periódico que informaba acerca del compromiso de Nessa y Rune, quienes, al parecer, esperaron años para poder formalizar su relación. Para que ninguno hablara mal de ellos por haberse comprometido luego de mi supuesta muerte.Cuando menos lo pensé, mis manos se cerraron en puños tan apretados que ese trozo de papel terminó siendo una bola en ellas. Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero no eran de dolor, mucho menos celos; eran lágrimas de ira.—¿Creen que lograrán construir su imperio luego de todo lo que me hicieron? —me pregunté con amargura.Durante años, tuve que reunir cada una de mis piezas, someterme a miles de dolorosas cirugías para poder tener un rostro decente, otra vez. La rehabilitación se llevó muchas de mis fuerzas, ¿y ahora? Mi hermanastra y mi exesposo se casaban.Mis ojos descansaron una vez más en mi reflejo. Me costaba reconocer a la mu
La mirada de Rune me recorría de pies a cabeza, era como si estuviera tomando notas mentales acerca de cómo lucía. Mi corazón latía con fuerza, el riesgo de ser reconocida era mucho mayor del que pensé cuando decidí regresar, o, por lo menos, a entrar a una boda sin tener invitación o un haz bajo la manga.—Es la primera vez que la veo. ¿Nos conocemos? —cuestionó él con un tono educado, uno que intentaba ganarse a las personas que lo rodeaban.No funcionaba conmigo, no con la persona que tuvo que vivir un infierno a su lado. Era un mentiroso, era un experto en manipular a las personas para que creyeran que era un hombre honorable. ¡Tonterías! No volvería a creer en esos ojos hipnotizantes, mucho menos en esa sonrisa encantadora.—No, vine como acompañante. Kenna Lancaster, para servirle —extendí mi mano dándole un fuerte apretón.Luego de intercambiar un par de palabras, él regresó a saludar al resto de los invitados. Fue ahí cuando, por unos instantes, pude respirar con tranquilidad.
Él tenía por ahora lo que yo necesitaba para adentrarme con mayor facilidad en ese agujero de cobras. Tenía el dinero, los contactos, y los medios; si realmente estaba dispuesto a facilitar mi venganza, entonces sería exactamente lo que requería para avanzar en mi plan.Arzhel Whitield podía ser codicioso, arrogante, pedante y frío, pero había algo en él que me inspiraba una oscura confianza: jamás mentía. Su honestidad brutal era su mejor y peor cualidad, porque no necesitaba engañar cuando podía doblegar a todos a su alrededor con solo una mirada de hielo.Me tomé un tiempo para analizar todas mis opciones; lo ideal sería mantener a los Lancaster fuera de esto, al menos hasta que fuera necesario. Pero sabía que cualquier error podría costarme la ventaja que tanto me había costado conseguir.—Está bien —dije, sentándome en el borde de la cama, tratando de ignorar el dolor punzante en mi pecho—. ¿Qué es lo que averiguó?Arzhel se quedó en silencio por un momento, su expresión era tan
«No juegues con fuego», escuché eso cientos de veces; sin embargo, es hora de que yo misma aprenda a aprovechar cada pequeño fuego para crear un incendio. Arzhel parece que tiene el control de todo el mundo a su alrededor, por eso mismo, debo esforzarme por jugar su juego.No puedo dejar que esa ventaja que tiene sobre mí, se haga más grande, incluso si intenta disfrazar eso como una obra de caridad.—A mi parecer, luce estable —me dedicó una mirada inquisitiva—. Para que nuestra relación se asemeje a la realidad, irá a vivir a mi casa —sentenció sin dar pie a que yo hablara. Su tono de voz era más helado que el ártico—. Vamos a su antigua casa para recoger sus cosas.Sabía que todo eso era parte del trato que no supe cuándo terminé de firmar. Por otro lado, ¿debería actuar como si tuviera alguna clase de voz y voto en mi vida en este momento? Solo necesitaba lograr mi venganza sin ser descubierta.Al salir del hospital, un gran auto negro nos esperaba en uno de los parqueaderos VIP.