Inicio / Romántica / Llamas de Traición / Capítulo 09 «Serpientes en su hábitat natural»
Capítulo 09 «Serpientes en su hábitat natural»

El trayecto al restaurante fue rápido, demasiado para mi gusto. Mis dedos jugueteaban con el dobladillo del vestido mientras miraba por la ventana, intentaba con todas mis fuerzas no pensar en la noche que me esperaba. Rune y Nessa. Sus nombres rondaban en mi mente como un castigo infernal.

Cuando llegamos, el asistente salió primero y me ofreció su mano para ayudarme a bajar. La puerta del restaurante era imponente, iluminada por un suave resplandor dorado. Antes de entrar, el asistente hizo una pausa, inclinándose ligeramente hacia mí.

—El señor Whitield está adentro esperándola. —Su tono era neutro, pero algo en su mirada sugería que sabía exactamente el efecto que tendría mi entrada.

Me enderecé, alzando ligeramente el mentón. Si vamos a hacer esto, que sea a lo grande.

Al cruzar por las puertas, el murmullo del restaurante se detuvo por un breve instante, lo suficiente como para que sintiera las miradas sobre mí. El vestido cumplía su propósito con creces: captaba la atención de todos en la sala.

Mis ojos buscaron a Arzhel, pero se encontraron primero con el infeliz mayor, sentado en una mesa junto a la hiena.

La expresión en su rostro era imposible de ignorar. Sus ojos me recorrieron con una intensidad descarada, como si no pudiera evitarlo, y por un momento olvidaba que Nessa estaba sentada a su lado. Podía sentir su mirada como un fuego quemándome la piel, y aunque mi instinto me decía que apartara la vista, algo en mí decidió enfrentarlo.

Sonreí. Una sonrisa pequeña, calculada. Solo lo suficiente para que supiera que había notado su reacción.

—A tiempo como siempre, princesa. —La voz de Arzhel rompió el momento, haciéndome girar hacia él.

Era la primera vez que me aliviaba tenerlo cerca

Estaba de pie junto a una mesa cercana, vestido con un traje impecable, con esa confianza natural que siempre parecía envolverlo. Pero había algo más en su expresión cuando me miró: un destello que no había visto antes.

»Debo admitirlo, superaste mis expectativas. —Su tono era desinteresado, pero sus ojos no mentían. Por primera vez, parecía ligeramente… impresionado.

—¿Eso significa que estoy aprobada para tu agenda de manipulación? —susurré con una pequeña sonrisa mientras me sentaba. Debíamos jugar como la pareja perfecta.

—Aún estás en evaluación. —Sonrió con suficiencia mientras me acomodaba en la silla.

—Tonto.

Desde mi posición, podía ver perfectamente a Rune y Nessa. Sus gestos hablaban de incomodidad; Nessa parecía estar diciendo algo en voz baja, mientras Rune apenas le prestaba atención, con la mirada volviendo a mi mesa más veces de las que debía.

—¿Disfrutando de la atención? —preguntó Arzhel, inclinándose ligeramente hacia mí, con un tono que solo yo podía escuchar.

—Tú planeaste esto. Así que sí, lo estoy disfrutando —respondí en el mismo susurro—. Aunque seguro que tú también lo estás.

Arzhel soltó una risa baja, su mirada fija en mí con una mezcla de burla y… algo más difícil de descifrar.

—Que el mundo arda, ¿cierto?

No pude evitar sonreír.

—Exacto. ¿Sabes? Tenías razón con lo de «ver a las serpientes en su hábitat natural».

—Antes de que se me olvide, princesa, —susurró Arzhel con ese tono de voz que me ponía los pelos de punta, inclinándose ligeramente hacia delante—, cuando hablamos por teléfono, mencionaste que tenías algo que contarme. ¿Puedo suponer que es algo importante?

—Prefiero hablarlo en casa —tomé un sorbo de agua y le devolví la mirada con firmeza—. Es algo… personal, y me sentiré más cómoda con algo de privacidad.

Él sonrió, pero no de la manera usual. Esta vez fue más lenta, más cargada de misterio.

—¿Privacidad? —replicó como si quisiera intimidarme—. Qué misteriosa, señorita Whitield. Perdón, Whitfield. —Remarcó la corrección con una falsa seriedad que hizo que mis labios se curvaran.

—Ese es su apellido y fue lo que dije, Whitield —respondí con un deje de exasperación.

—Oh, siempre lo dice mal, ¿cómo cree que la reconocí? Y debo admitir que casi he llegado a preferirlo. —Se reclinó en su silla, observándome con una expresión que no podía leer del todo—. Aunque tengo que preguntarme, ¿cuánta privacidad necesitas para este misterioso asunto? ¿Estamos hablando de una confesión romántica, princesa?

Me atraganté con el agua.

—¡¿Una qué?! —exclamé, demasiado alto para mi gusto. Las cabezas de las mesas cercanas giraron hacia mí, y Rune fue el primero en fijar sus ojos en los míos con evidente interés. Nessa, por supuesto, seguía parloteando, completamente absorta en su burbujita.

—Oh, tranquila. No tienes que ponerte nerviosa. —Arzhel se inclinó hacia mí, con esa mirada burlona que lograba ser igual de irritante que fascinante—. Prometo no interrumpir si decides declararme tu amor eterno.

Cerré los ojos y respiré hondo, reprimiendo el impulso de tirarle el contenido de mi vaso en la cara y el vaso, de paso.

—Tienes una imaginación demasiado activa, Whitield.

—Gracias. Lo tomaré como un cumplido. —Su sonrisa no desapareció ni un instante.

Intenté ignorarlo, concentrándome en el menú que había tomado para tener algo que hacer con las manos, pero él no dejaba de mirarme. Finalmente, dejé el menú a un lado y lo encaré.

—Si tanto quieres saber, tendrás que esperar. No es algo que debamos discutir aquí.

—Interesante —murmuró, apoyando el codo en la mesa y su barbilla en su mano—. Nunca pensé que podrías ser tan reservada. Pero está bien, esperaré. Aunque… —Hizo una pausa, como si estuviera considerando algo—. Esto me deja con una duda.

—¿Ahora qué? —largué en medio de un suspiro.

—Si eres tan misteriosa, Aideen, ¿cómo puedo conquistarte? —Su tono era suave, casi sincero, pero su mirada seguía teniendo ese brillo astuto, como si estuviera disfrutando del juego más de lo que debería.

Lo miré fijamente, tratando de encontrar las palabras adecuadas para responder; aun así, algo en mí se detuvo. ¿Ahora de qué rayos hablaba?

—¿Conquistarme? —repetí, levantando una ceja.

—Por supuesto. —Arzhel se enderezó en su asiento, su expresión volviéndose un poco más seria, pero no del todo—. Debo decir que no soy fanático de las relaciones falsas. Y ya que tú insistes en que esto es una actuación, pensé que podría hacerla más interesante para ambos.

—Eres imposible —murmuré, sintiendo cómo el calor subía a mis mejillas.

—Pero divertido —respondió, y pude ver cómo sus ojos recorrían mi rostro, deteniéndose justo en el rubor que intentaba ocultar.

—Si eso te hace sentir mejor. Honestamente, no creo que hayas tenido muchas relaciones en el pasado.

—Soy el que prefiere la calidad, a la cantidad. No como tú, con el bastardo.

Tomé aire, forzándome a no golpearlo, enterré mi vista en el menú y continué desviando el tema. Necesitaba poder decirle al tonto de Arzhel, sobre el embarazo de Nessa.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo