—Siempre consigo lo que quiero, Beauregard —su manera de hablar era un poco jactanciosa, esto me hacía sentir como si fuera un mero objeto para él, solo una transacción.
Es decir, todo esto era un plan, era un compromiso y no desconocía la manera en la que Arzhel se manejaba en los negocios. Intenté poner la sonrisa menos hipócrita del universo; no me agradaba ser comparada con una cosa.
—No se imagina, señorita, lo afortunada que es. Whitfield es un gran hombre —expuso mi padre con una sonrisa esperanzadora.
¿Acaso se estaba escuchando? ¡¿Si supiera que yo era su hija, pensaría de la misma manera?! ¡Claro que no! Arzhel era una persona egoísta, centrada en él mismo, no le importaba para nada lo que sucediera conmigo. Solo me quería, como una apariencia.
Está bien, yo también me beneficiaba en algo con esto, pero no significaba que estuviera satisfecha.
—Por supuesto, señor. Lo sé —sonreí, dedicándole una sonrisa enamorada a mi supuesto prometido—. Sé lo afortunada que soy por tenerlo a mi lado.
—Él insistió mucho en que la trataran bien en el lugar y que la tomara bajo mi cuidado. Si tiene algún problema con cualquier persona, no dude en decírmelo. Si me disculpan, debo asistir a una reunión.
Cuando mi padre se marchó siendo seguido por mi hermana, mi mente logró asimilar las cosas que dijo hace unos segundos.
—Así que… ¿Insististe para que me tratara bien? —susurré con un tono burlón mientras nos encaminábamos al auto.
En ningún momento dejó de tomar mi cintura, todo fuera por la actuación. Estaba claro que nos encontrábamos en medio de los lobos. No podíamos descuidar ningún aspecto de nuestra relación, o podría ser usada en nuestra contra.
Arzhel no me respondió en el momento, parecía como si me estuviera ignorando. Abrió la puerta del auto y me hizo una señal para que subiera. ¿Cómo era posible que mi padre creyera que este ser era un buen partido? ¡Ja! Ni en mil vidas llegaría a serlo.
—Por supuesto que insistí —habló luego de mil años, con esa frialdad que lo caracterizaba—. Si alguien se atreve a tratar mal a mi prometida, falsa o no, estaría insultándome directamente. Y no tolero que nadie cuestione mi juicio, ni siquiera tu querido padre.
Lo miré por el rabillo del ojo, era una tontería la que estaba diciendo; por supuesto, tenía que ser Arzhel. En sus ojos se notaba ese brillo de satisfacción que tanto me molestaba. Si pudiera, lo agarraría a golpes hasta que olvidara su nombre o toda esta tontería.
—Qué generoso de su parte —respondí con sarcasmo, cruzándome de brazos.
—No lo malinterprete, Aideen. No lo hice por usted. —Bajó el tono de su voz, llegando a casi ser un susurro, pero era lo suficientemente fuerte como para que cada palabra cortara como una cuchilla—. Lo hice porque si alguien la lastima, mi plan se complica. No puede vengarse de nadie si está llorando en un rincón, ¿verdad? Mantenerte intacta es simplemente… práctico.
Abrí mi boca para decir algo, pero solo salió una exhalación frustrada. ¿Acababa de decir que era más práctico? Lo decía como si mi bienestar fuera uno de sus cientos de negocios más.
—Eres un maldito manipulador —gruñí finalmente.
Arzhel soltó una breve risa, como si mi comportamiento en este momento le estuviera dando mil años de vida.
—Lo soy. Pero sabes qué es lo peor, princesa. —Se inclinó hacia mí, sus ojos estaban centrados en los míos, su voz bajó un poco, no tenía más opción que dejar que un trago grueso descendiera por mi garganta—. Lo detestas porque sabes que soy bueno en ello… y porque parte de ti desea que no lo fuera.
Un escalofrío recorrió mi espalda. Estaba tan cerca de mí que podía oler su aliento fresco; mi mente me llevó a esa misma mañana. Lo único que pude hacer, fue lanzar un pequeño gruñido y girar mi rostro para quedar de frente a la ventana.
No dijo nada, comenzó a conducir. No necesitaba verlo, sabía que llevaba esa estúpida sonrisa victoriosa en el rostro. Cada vez que pensaba en ello, me llenaba de irritación; sin embargo, lo que necesitaba era centrarme en mi plan de venganza.
Nuestro camino siguió sumido en el silencio, a pesar de que mi mente corriera a mil por hora. Podría decir que me estaba encaminando por donde era y, aunque no me gustara reconocerlo, el que mi padre estuviera decidido a ayudar a Kenna, gracias al tonto que estaba a mi lado, tenía cierta clase de impunidad dentro de la empresa.
Que mi adorada hermana llevara ese collar que hice especialmente para ella, garantizaba que pronto los síntomas comenzarían a aparecer.
¿Por qué la sigo llamando hermana, si ni siquiera compartimos una gota de la misma sangre?
Mi madre falleció cuando era una niña, y mi padre conoció a la bruja y a la desgraciada hace unos cuantos años nada más. Mi deseo de haber tenido una hermana menor era lo suficiente como para haberla recibido. ¡Qué gran error!
•♥•
A la mañana siguiente fui una de las primeras en llegar a la empresa. Daría todo de mí para escalar en esa pirámide de poder. Comenzar desde abajo no sería fácil, pero no imposible. Solo con mover los hilos correctos tendría un pase en ascensor.
Y con eso, quiero decir que necesito acercarme a la hija de la bruja.
Me dirigí al baño para tomar un pequeño descanso. Un objeto bastante familiar me llamó la atención, era una prueba de embarazo positiva, pero, lo más desconcertante, era ver que le pertenecía a Nessa. Lo supe porque era la única persona en ese sitio.
—Tú… —balbuceó, apenas me vio.
—Ya me voy —me apresuré a salir como si fuera un gato asustado.
Era imposible.
—¡Kenna! —gritaba a mis espaldas—. Kenna ¡Ven aquí!
Mi rostro seguramente demostraba mi estado de conmoción. Nessa estaba embarazada, lo extraño estaba en el hecho de que su boda fue hace unos días. Su prueba indicaba tener más de tres meses, así que sin duda ese niño fue concebido desde antes.
El motivo de todo esto es que, si llegaba a salir a la luz, que era un «hijo bastardo», mi padre seguramente la desheredaría.
Si todo parecía que estaba yendo de maravilla en mi vida, esto lo hacía aún mejor. El destino de Nessa prácticamente estaba en mis manos.
—¿Se encuentra bien? Parece que ha visto un fantasma —escuché una voz familiar frente a mí. Al levantar mi mirada, noté que era Rune junto a mi padre.
Nessa llegó a mis espaldas, suplicándome con la mirada que no mencionara nada de eso.
—¿Yo? —Ellos asintieron—. No se preocupen, es solo que la comida parece haberme caído mal. Necesito comprar medicina.—Voy contigo, Kenna —la bruja se aferró a mi brazo y me arrastró fuera de la empresa.Estando lo suficientemente lejos de todos, terminamos en una cafetería. Era increíble la oportunidad que la vida me daba; no hay una mejor forma para hacer que Nessa confíe y dependa ciegamente en mí.Ninguna de las dos se atrevía a decir a primera palabra. En mi caso, podría asegurar que la primera en hablar sería la más desesperada, y esa no sería yo. En estos escasos días que llevo junto a Arzhel, he aprendido a no dar nada de información, a que el enemigo no sepa qué es lo que tengo en la cabeza.»Gracias por no haber dicho nada —susurró finalmente.—Escuché de Arzhel que los hijos fuera del matrimonio, están mal vistos en su familia —susurré intentando hacer que nadie me escuchara.—Tiene razón. Por eso le pido que no le diga nada de esto a nadie, mucho menos a mi padre. No sé qu
—Una cena romántica, princesa. ¿No se suponía que las falsas prometidas también disfrutan de las formalidades? —habló con ligereza, casi como si meterse conmigo lo deleitara. Era como si estuviera midiendo cada reacción mía con detenimiento.—¿Romántica? —solté una risa seca—. Claro, porque eso suena absolutamente como algo que un Whitield haría. Tú, para ser exactos.—¿Por qué no? —preguntó con gran calma—. Hasta los hombres fríos y egoístas que solo piensan en sí mismos tienen derecho a cenar, ¿no? Aunque, para ser sincero, esta cena no es solo para nuestro entretenimiento. —Su voz bajó un poco, como si me fuera a contar algún secreto—. Hay algo que creo que te interesará.Fruncí el ceño, estaba claro que ese desgraciado siempre buscaría sacarme de mis cabales, siempre tenía un plan para todo, siempre llevaba la delantera. ¡¿Por qué tenía que ser así?! ¿Qué hice para merecer esto?—¿Qué es lo que estás tramando, Whitield? —dije, suspirando mientras masajeaba mi sien.—Tramando, tram
El trayecto al restaurante fue rápido, demasiado para mi gusto. Mis dedos jugueteaban con el dobladillo del vestido mientras miraba por la ventana, intentaba con todas mis fuerzas no pensar en la noche que me esperaba. Rune y Nessa. Sus nombres rondaban en mi mente como un castigo infernal.Cuando llegamos, el asistente salió primero y me ofreció su mano para ayudarme a bajar. La puerta del restaurante era imponente, iluminada por un suave resplandor dorado. Antes de entrar, el asistente hizo una pausa, inclinándose ligeramente hacia mí.—El señor Whitield está adentro esperándola. —Su tono era neutro, pero algo en su mirada sugería que sabía exactamente el efecto que tendría mi entrada.Me enderecé, alzando ligeramente el mentón. Si vamos a hacer esto, que sea a lo grande.Al cruzar por las puertas, el murmullo del restaurante se detuvo por un breve instante, lo suficiente como para que sintiera las miradas sobre mí. El vestido cumplía su propósito con creces: captaba la atención de
Regresamos a casa y cuando terminé de contarle, el silencio llenó la habitación. Arzhel estaba apoyado contra el respaldo del sofá, girando lentamente el vaso de whisky entre los dedos, como si estuviera procesando cada palabra. Sus ojos permanecían fijos en mí.—Déjame aclarar esto. Encontraste la prueba en el baño, tu encantadora hermanastra trató de comprarte, y… no aceptaste el dinero. ¿Correcto? —Su tono era suave, pero el sarcasmo apenas se contenía.—Correcto —respondí, cruzando las piernas y devolviéndole la mirada con firmeza.—¿Por qué no tomaste el dinero? Podríamos haberlo gastado en algo interesante. —Arzhel sonrió, pero no había humor en su expresión, solo curiosidad.—Porque no lo necesito, y tampoco es mi objetivo. —Hice una pausa, permitiéndome respirar profundamente antes de continuar—. Es mejor que ella crea que puede confiar en mí. Ganarme su confianza será mucho más útil que unas cuantas monedas, Whitield.Arzhel dejó escapar una risa baja, dejando el vaso sobre l
—Es un alivio que esté aquí, señor Harriman. Dejo a su esposa en sus manos. —Mis palabras salieron cargadas de apuro y casi distante, mientras recogía mi bolso del asiento en la sala de espera.—¿Te vas ya? —cuestionó dando un paso hacia mí. Había algo en su tono que parecía genuino, pero su sonrisa siempre lograba borrar cualquier atisbo de sinceridad.Ese era él, uno de los hombres más manipuladores que conocía. Este era el segundo en mi lista, pues, el primer lugar se lo ganaba con creces, mi adorable prometido.La diferencia entre ellos dos, era que Rune era completamente desagradable para mí, era como si mi cuerpo hubiera desarrollado una especie de rechazo a todo lo relacionado con él. Por otro lado, Arzhel, él tenía algo que me llamaba la atención. Estaba tan rodeado de misterio que me resultaba completamente hipnótico.—Sí, pero llamaré para saber cómo sigue Nessa. Estoy segura de que estará bien contigo aquí. —Incliné ligeramente la cabeza, evitando su mirada mientras me diri
Parecía la Guerra Fría. Mis ojos viajaban de un lado a otro, sentía que, en medio de su silencio, se estaban comunicando algo, quizá a través de sus ojos. No me pregunten lo que era, porque no tenía ni la más mínima idea.Una parte de mí se sentía como si fuera un trozo delicioso de carne, en medio de una hambruna, y ellos pelearan por mí. ¿Debería sentirme halagada? Pues, estaba haciendo lo contrario. Quería salir de ahí y de ninguna manera era un halago para mí.—Creo que ya es suficiente. Arzhel, cariño, es hora de que nos vayamos —susurré tomándolo del brazo para alejarlo; sin embargo, sentía como de manera inconsciente su cuerpo ejerciera resistencia.—Ya escuchaste a Kenna. Huye, cobarde.—Señor Harriman, no. No es el momento —gruñí deseando que esa escena terminara de una vez por todas—. Arzhel, no vale la pena nada de esto, ¿sí? Vámonos, no queremos llegar tarde —susurré por segunda vez.¿Qué sería de mí si les daba por agarrarse a golpes? Bueno, estábamos muy cerca del hospit
Pasaron unos pocos minutos en completo silencio. No se trataba de un silencio incómodo, sino de uno que nos permitía reflexionar y disfrutar de la compañía del otro. Seguía golpeando de manera rítmica y delicada mi mano.Podía ser a causa de todas las emociones que viví en un instante, que hicieron que mi cuerpo se sintiera mucho más cansado de lo normal. Era como si mis ojos me estuvieran pidiendo que descansara. Sin darme cuenta, mi cabeza estaba descansando en el hombro de Arzhel.—¿Sería de mal gusto si hago una pregunta? —inquirió con un tono suave de voz. Luego de que yo asintiera, continuó hablando:— ¿Quién es Ciprian o cómo lograste salir de ese lugar? No me malinterpretes, cuando relataste lo que pasaste, no diste más información que decir que alguien te sacó de ahí y comenzaste una nueva vida.Me mantuve callada mientras organizaba mis ideas de manera mental. Él tenía razón, no di muchos detalles sobre lo que viví, quizá porque no lo conocía o no confiaba en él lo suficiente
Aideen abrió los ojos, siendo enceguecida por la luz. Estaba atada en una silla, completamente inmóvil. Su corazón latía con fuerza sin conocer cuál sería su futuro en los siguientes segundos. Rune, el hombre con el que contrajo matrimonio una semana atrás, el cual le juró el mundo entero, cruzaba por el umbral de la puerta, mientras traía una bandeja con velas e incienso.—Las encenderé cuando sea el momento adecuado —dijo con un tono macabro.Cargar incienso era una costumbre de su familia justo antes de los funerales; era la manera de preparar el cuerpo.—¿Qué? ¿Qué estás haciendo, Rune? —expuso con dificultad.Su voz salía entrecortada, el aire faltaba en sus pulmones. Una parte de ella le decía que estaba corriendo peligro; sin embargo, una parte contraria de ella le decía que todo estaría bien, que él no sería capaz de dañarla, no a ella.Una voz conocida al otro lado de la puerta, le hizo comprender que no eran los únicos en el lugar. Su hermanastra, esa que ella había querid