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Capítulo 06 «Manipulador»

—Siempre consigo lo que quiero, Beauregard —su manera de hablar era un poco jactanciosa, esto me hacía sentir como si fuera un mero objeto para él, solo una transacción.

Es decir, todo esto era un plan, era un compromiso y no desconocía la manera en la que Arzhel se manejaba en los negocios. Intenté poner la sonrisa menos hipócrita del universo; no me agradaba ser comparada con una cosa.

—No se imagina, señorita, lo afortunada que es. Whitfield es un gran hombre —expuso mi padre con una sonrisa esperanzadora.

¿Acaso se estaba escuchando? ¡¿Si supiera que yo era su hija, pensaría de la misma manera?! ¡Claro que no! Arzhel era una  persona egoísta, centrada en él mismo, no le importaba para nada lo que sucediera conmigo. Solo me quería, como una apariencia.

Está bien, yo también me beneficiaba en algo con esto, pero no significaba que estuviera satisfecha.

—Por supuesto, señor. Lo sé —sonreí, dedicándole una sonrisa enamorada a mi supuesto prometido—. Sé lo afortunada que soy por tenerlo a mi lado.

—Él insistió mucho en que la trataran bien en el lugar y que la tomara bajo mi cuidado. Si tiene algún problema con cualquier persona, no dude en decírmelo. Si me disculpan, debo asistir a una reunión.

Cuando mi padre se marchó siendo seguido por mi hermana, mi mente logró asimilar las cosas que dijo hace unos segundos.

—Así que… ¿Insististe para que me tratara bien? —susurré con un tono burlón mientras nos encaminábamos al auto.

En ningún momento dejó de tomar mi cintura, todo fuera por la actuación. Estaba claro que nos encontrábamos en medio de los lobos. No podíamos descuidar ningún aspecto de nuestra relación, o podría ser usada en nuestra contra.

Arzhel no me respondió en el momento, parecía como si me estuviera ignorando. Abrió la puerta del auto y me hizo una señal para que subiera. ¿Cómo era posible que mi padre creyera que este ser era un buen partido? ¡Ja! Ni en mil vidas llegaría a serlo.

—Por supuesto que insistí —habló luego de mil años, con esa frialdad que lo caracterizaba—. Si alguien se atreve a tratar mal a mi prometida, falsa o no, estaría insultándome directamente. Y no tolero que nadie cuestione mi juicio, ni siquiera tu querido padre.

Lo miré por el rabillo del ojo, era una tontería la que estaba diciendo; por supuesto, tenía que ser Arzhel. En sus ojos se notaba ese brillo de satisfacción que tanto me molestaba. Si pudiera, lo agarraría a golpes hasta que olvidara su nombre o toda esta tontería.

—Qué generoso de su parte —respondí con sarcasmo, cruzándome de brazos.

—No lo malinterprete, Aideen. No lo hice por usted. —Bajó el tono de su voz, llegando a casi ser un susurro, pero era lo suficientemente fuerte como para que cada palabra cortara como una cuchilla—. Lo hice porque si alguien la lastima, mi plan se complica. No puede vengarse de nadie si está llorando en un rincón, ¿verdad? Mantenerte intacta es simplemente… práctico.

Abrí mi boca para decir algo, pero solo salió una exhalación frustrada. ¿Acababa de decir que era más práctico? Lo decía como si mi bienestar fuera uno de sus cientos de negocios más.

—Eres un maldito manipulador —gruñí finalmente.

Arzhel soltó una breve risa, como si mi comportamiento en este momento le estuviera dando mil años de vida.

—Lo soy. Pero sabes qué es lo peor, princesa. —Se inclinó hacia mí, sus ojos estaban centrados en los míos, su voz bajó un poco, no tenía más opción que dejar que un trago grueso descendiera por mi garganta—. Lo detestas porque sabes que soy bueno en ello… y porque parte de ti desea que no lo fuera.

Un escalofrío recorrió mi espalda. Estaba tan cerca de mí que podía oler su aliento fresco; mi mente me llevó a esa misma mañana. Lo único que pude hacer, fue lanzar un pequeño gruñido y girar mi rostro para quedar de frente a la ventana.

No dijo nada, comenzó a conducir. No necesitaba verlo, sabía que llevaba esa estúpida sonrisa victoriosa en el rostro. Cada vez que pensaba en ello,  me llenaba de irritación; sin embargo, lo que necesitaba era centrarme en mi plan de venganza.

Nuestro camino siguió sumido en el silencio, a pesar de que mi mente corriera a mil por hora. Podría decir que me estaba encaminando por donde era y, aunque no me gustara reconocerlo, el que mi padre estuviera decidido a ayudar a Kenna, gracias al tonto que estaba a mi lado, tenía cierta clase de impunidad dentro de la empresa.

Que mi adorada hermana llevara ese collar que hice especialmente para ella, garantizaba que pronto los síntomas comenzarían a aparecer.

¿Por qué la sigo llamando hermana, si ni siquiera compartimos una gota de la misma sangre?

Mi madre falleció cuando era una niña, y mi padre conoció a la bruja y a la desgraciada hace unos cuantos años nada más. Mi deseo de haber tenido una hermana menor era lo suficiente como para haberla recibido. ¡Qué gran error!

•♥•

A la mañana siguiente fui una de las primeras en llegar a la empresa. Daría todo de mí para escalar en esa pirámide de poder. Comenzar desde abajo no sería fácil, pero no imposible. Solo con mover los hilos correctos tendría un pase en ascensor.

Y con eso, quiero decir que necesito acercarme a la hija de la bruja.

Me dirigí al baño para tomar un pequeño descanso. Un objeto bastante familiar me llamó la atención, era una prueba de embarazo positiva, pero, lo más desconcertante, era ver que le pertenecía a Nessa. Lo supe porque era la única persona en ese sitio.

—Tú… —balbuceó, apenas me vio.

—Ya me voy —me apresuré a salir como si fuera un gato asustado.

Era imposible.

—¡Kenna! —gritaba a mis espaldas—. Kenna ¡Ven aquí!

Mi rostro seguramente demostraba mi estado de conmoción. Nessa estaba embarazada, lo extraño estaba en el hecho de que su boda fue hace unos días. Su prueba indicaba tener más de tres meses, así que sin duda ese niño fue concebido desde antes.

El motivo de todo esto es que, si llegaba a salir a la luz, que era un «hijo bastardo», mi padre seguramente la desheredaría.

Si todo parecía que estaba yendo de maravilla en mi vida, esto lo hacía aún mejor. El destino de Nessa prácticamente estaba en mis manos.

—¿Se encuentra bien? Parece que ha visto un fantasma —escuché una voz familiar frente a mí. Al levantar mi mirada, noté que era Rune junto a mi padre.

Nessa llegó a mis espaldas, suplicándome con la mirada que no mencionara nada de eso.

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