La mirada de Rune me recorría de pies a cabeza, era como si estuviera tomando notas mentales acerca de cómo lucía. Mi corazón latía con fuerza, el riesgo de ser reconocida era mucho mayor del que pensé cuando decidí regresar, o, por lo menos, a entrar a una boda sin tener invitación o un haz bajo la manga.
—Es la primera vez que la veo. ¿Nos conocemos? —cuestionó él con un tono educado, uno que intentaba ganarse a las personas que lo rodeaban.
No funcionaba conmigo, no con la persona que tuvo que vivir un infierno a su lado. Era un mentiroso, era un experto en manipular a las personas para que creyeran que era un hombre honorable. ¡Tonterías! No volvería a creer en esos ojos hipnotizantes, mucho menos en esa sonrisa encantadora.
—No, vine como acompañante. Kenna Lancaster, para servirle —extendí mi mano dándole un fuerte apretón.
Luego de intercambiar un par de palabras, él regresó a saludar al resto de los invitados. Fue ahí cuando, por unos instantes, pude respirar con tranquilidad.
Eso hasta que noté que a mi espalda se encontraba una fotografía de mi antigua yo, colgando en una especie de altar. Esa era una de las viejas costumbres de la familia de Rune para «honrar a los muertos».
Mi corazón se aceleró al considerar que las probabilidades de ser reconocida en ese lugar eran, cada vez, mayores.
Decidí que era el momento de irme. Pero cuando salía apresurada, tropecé con alguien y escuché un grito agudo. Al ver a la novia caer al agua, aunque en mi interior me reía a carcajadas, ante la mirada de todos, grité aterrada —¡Dios mío, lo siento mucho! ¡No fue mi intención! —Y sin dudarlo, salté al agua para sacarla y evitar levantar demasiadas sospechas.
Intentaba sacarla; sin embargo, la bruta me hundía para sacar su cabeza del agua y evitar morirse. Por mi parte, intentaba tomar aire, pero ella lo impedía. Mis fuerzas me estaban abandonando de a poco mientras luchaba por arrastrarla al borde para que se sostuviera.
El sonido de personas saltando al agua, retumbaron en mis oídos, hasta que vi que me quitaron a la bruja. Antes de sentirme liviana para poder tomar aire, terminé sintiendo debilidad en mi cuerpo, no estaba en condiciones de patalear o hacer lo necesario para salvarme. Mi cuerpo estaba aceptando su destino.
Hasta la próxima, Kenna. Sobreviviste al fuego, pero no al agua.
Mi corazón dio un vuelco al sentir que un par de brazos bastante firmes me rodearon e hicieron salir a la superficie. Mis ojos se cerraron, no dejando que estuviera consciente.
Adiós, vida cruel.
•♥•
—Puede decirse que no está en sus cabales. Saltó al agua para salvar a esa mujer —habló alguien cerca de mí.
Mis ojos permanecían cerrados; sin embargo, lentamente recuperaba mis cinco sentidos. Esa voz se me hacía familiar, pero no lo suficiente para reconocerla. Mi cabeza parecía que iba a estallar en cualquier momento y lo último que deseaba era tener que enfrentarme a la pareja desastrosa de despreciables novios.
»Si tarda en recuperar la conciencia, puede dejarla al lado de la playa, los medios dirán que fue un suicidio —continuó hablando—. Recuérdeme no volver a hacer obras benéficas.
Finalmente, mi cerebro decidió funcionar y unir las pistas. Esa voz le pertenecía a uno de los socios de mi padre; si bien esta sonaba un poco más ronca y atractiva de lo que recordaba, era una de las últimas personas que me gustaría que me descubrieran.
»Aideen, abra los ojos. Usted está despierta. —gruñó.
Mis ojos se abrieron de par en par. ¡¿Qué carajos estaba pasando?! ¡Se suponía que nadie me reconocería! Es decir, si Rune, siendo una de las personas que más me conocía, no se dio cuenta de que era yo, ¡¿cómo este sujeto me ha reconocido tan fácil?!
—¿Aideen? Creo que se confunde, mi nombre es Kenna, Kenna Lancaster —expuse con serenidad. Lo menos que necesitaba ahora era que no me creyera—. ¿Usted es? —Me giré un poco para buscar su mirada con mis ojos.
—Arzhel Whitfield —soltó con frialdad.
Esa era una de las muchas cosas que siempre había detestado de él, su arrogancia y presunción, sus intentos de aparentar ser mejor que los demás. ¡Era irritante en toda su manera de actuar! No me gustaba ni un poco.
—Un placer conocerlo, señor Whitield —expuse con debilidad, intentando contener la tos.
—Aideen, deje de fingir. La reconocería donde fuera —afirmó sin prestarme mucha atención.
—No tengo idea de lo que está hablando, ¿quién es Aideen? —indagué tratando de sonar convincente.
Por primera vez, me centré en el lugar que me rodeaba. Me encontraba en el hospital, ¿desde cuándo estoy aquí?
—No estoy seguro de cómo usted hizo para obtener nuevos documentos, «Kenna». Sé y estoy convencido de que no eres esa persona que afirma. Reconocería a ti aunque cambiaras de cuerpo mil veces.
—Realmente no sé de lo que habla, señor Whitield.
—Ahí lo tiene. Aideen es la única que no se interesó en pronunciar adecuadamente mi apellido. ¿Seguirá ocultándolo?
Me callé. Esto, sin duda, estaba saliéndose de control. Si me hubiera imaginado que todo esto pasaría, entonces le habría pedido a mi querido Ciprian de que los hubiera mandado a pelar. Pero no se trataba de eso, quería que supieran y apreciaran cómo las cosas que codiciaron, se esfumaban frente a sus ojos.
—¿Qué la trajo de regreso? ¿Venganza? —Se acercó demasiado a mi rostro y su voz se hizo un poco más gruesa—. Puedo ver ese fuego en tus ojos que jamás tuvo. No lo niegue, si me dice qué pasó, la dejaré usarme como una marioneta para llevarla a cabo —su voz sonaba tan jactanciosa que me irritaba.
La propuesta, por otro lado, era tan tentadora, que sería una estúpida si la llegaba a rechazar.
Él tenía por ahora lo que yo necesitaba para adentrarme con mayor facilidad en ese agujero de cobras. Tenía el dinero, los contactos, y los medios; si realmente estaba dispuesto a facilitar mi venganza, entonces sería exactamente lo que requería para avanzar en mi plan.Arzhel Whitield podía ser codicioso, arrogante, pedante y frío, pero había algo en él que me inspiraba una oscura confianza: jamás mentía. Su honestidad brutal era su mejor y peor cualidad, porque no necesitaba engañar cuando podía doblegar a todos a su alrededor con solo una mirada de hielo.Me tomé un tiempo para analizar todas mis opciones; lo ideal sería mantener a los Lancaster fuera de esto, al menos hasta que fuera necesario. Pero sabía que cualquier error podría costarme la ventaja que tanto me había costado conseguir.—Está bien —dije, sentándome en el borde de la cama, tratando de ignorar el dolor punzante en mi pecho—. ¿Qué es lo que averiguó?Arzhel se quedó en silencio por un momento, su expresión era tan
«No juegues con fuego», escuché eso cientos de veces; sin embargo, es hora de que yo misma aprenda a aprovechar cada pequeño fuego para crear un incendio. Arzhel parece que tiene el control de todo el mundo a su alrededor, por eso mismo, debo esforzarme por jugar su juego.No puedo dejar que esa ventaja que tiene sobre mí, se haga más grande, incluso si intenta disfrazar eso como una obra de caridad.—A mi parecer, luce estable —me dedicó una mirada inquisitiva—. Para que nuestra relación se asemeje a la realidad, irá a vivir a mi casa —sentenció sin dar pie a que yo hablara. Su tono de voz era más helado que el ártico—. Vamos a su antigua casa para recoger sus cosas.Sabía que todo eso era parte del trato que no supe cuándo terminé de firmar. Por otro lado, ¿debería actuar como si tuviera alguna clase de voz y voto en mi vida en este momento? Solo necesitaba lograr mi venganza sin ser descubierta.Al salir del hospital, un gran auto negro nos esperaba en uno de los parqueaderos VIP.
Me acercó aún más a él. Mis brazos parecían tener vida propia, pues, a pesar de que les ordenara que se mantuvieran quietos, estos terminaron de rodearlo por el cuello, como si una parte muy profunda de mí no deseara que se alejara.Mi cabeza gritaba que no estaba bien lo que pasaba, y mi cuerpo decía todo lo contrario.Al cabo de unos segundos que se hicieron eternos, terminamos con ese beso que, al juzgar por la mirada de Arzhel, no solo tuvo un efecto en mí.—Pasaré por ti en la tarde, princesa —afirmó con voz ronca mientras se alejaba.Me limité a asentir, era como si un gato hubiera devorado mi lengua por completo. Mi corazón parecía un caballo desbocado, salí de mi trance al ver que se alejó en su auto.No tenía ni la menor idea de lo que estaba sucediendo dentro de mí. Aclaré mi garganta y me encaminé al interior de la empresa. Hice mi mayor esfuerzo para ignorar a Rune, quien presenció toda la escena.Por el rabillo de mi ojo, logré observar ese gesto de disgusto en su rostro.
—Siempre consigo lo que quiero, Beauregard —su manera de hablar era un poco jactanciosa, esto me hacía sentir como si fuera un mero objeto para él, solo una transacción.Es decir, todo esto era un plan, era un compromiso y no desconocía la manera en la que Arzhel se manejaba en los negocios. Intenté poner la sonrisa menos hipócrita del universo; no me agradaba ser comparada con una cosa.—No se imagina, señorita, lo afortunada que es. Whitfield es un gran hombre —expuso mi padre con una sonrisa esperanzadora.¿Acaso se estaba escuchando? ¡¿Si supiera que yo era su hija, pensaría de la misma manera?! ¡Claro que no! Arzhel era una persona egoísta, centrada en él mismo, no le importaba para nada lo que sucediera conmigo. Solo me quería, como una apariencia.Está bien, yo también me beneficiaba en algo con esto, pero no significaba que estuviera satisfecha.—Por supuesto, señor. Lo sé —sonreí, dedicándole una sonrisa enamorada a mi supuesto prometido—. Sé lo afortunada que soy por tenerl
—¿Yo? —Ellos asintieron—. No se preocupen, es solo que la comida parece haberme caído mal. Necesito comprar medicina.—Voy contigo, Kenna —la bruja se aferró a mi brazo y me arrastró fuera de la empresa.Estando lo suficientemente lejos de todos, terminamos en una cafetería. Era increíble la oportunidad que la vida me daba; no hay una mejor forma para hacer que Nessa confíe y dependa ciegamente en mí.Ninguna de las dos se atrevía a decir a primera palabra. En mi caso, podría asegurar que la primera en hablar sería la más desesperada, y esa no sería yo. En estos escasos días que llevo junto a Arzhel, he aprendido a no dar nada de información, a que el enemigo no sepa qué es lo que tengo en la cabeza.»Gracias por no haber dicho nada —susurró finalmente.—Escuché de Arzhel que los hijos fuera del matrimonio, están mal vistos en su familia —susurré intentando hacer que nadie me escuchara.—Tiene razón. Por eso le pido que no le diga nada de esto a nadie, mucho menos a mi padre. No sé qu
—Una cena romántica, princesa. ¿No se suponía que las falsas prometidas también disfrutan de las formalidades? —habló con ligereza, casi como si meterse conmigo lo deleitara. Era como si estuviera midiendo cada reacción mía con detenimiento.—¿Romántica? —solté una risa seca—. Claro, porque eso suena absolutamente como algo que un Whitield haría. Tú, para ser exactos.—¿Por qué no? —preguntó con gran calma—. Hasta los hombres fríos y egoístas que solo piensan en sí mismos tienen derecho a cenar, ¿no? Aunque, para ser sincero, esta cena no es solo para nuestro entretenimiento. —Su voz bajó un poco, como si me fuera a contar algún secreto—. Hay algo que creo que te interesará.Fruncí el ceño, estaba claro que ese desgraciado siempre buscaría sacarme de mis cabales, siempre tenía un plan para todo, siempre llevaba la delantera. ¡¿Por qué tenía que ser así?! ¿Qué hice para merecer esto?—¿Qué es lo que estás tramando, Whitield? —dije, suspirando mientras masajeaba mi sien.—Tramando, tram
El trayecto al restaurante fue rápido, demasiado para mi gusto. Mis dedos jugueteaban con el dobladillo del vestido mientras miraba por la ventana, intentaba con todas mis fuerzas no pensar en la noche que me esperaba. Rune y Nessa. Sus nombres rondaban en mi mente como un castigo infernal.Cuando llegamos, el asistente salió primero y me ofreció su mano para ayudarme a bajar. La puerta del restaurante era imponente, iluminada por un suave resplandor dorado. Antes de entrar, el asistente hizo una pausa, inclinándose ligeramente hacia mí.—El señor Whitield está adentro esperándola. —Su tono era neutro, pero algo en su mirada sugería que sabía exactamente el efecto que tendría mi entrada.Me enderecé, alzando ligeramente el mentón. Si vamos a hacer esto, que sea a lo grande.Al cruzar por las puertas, el murmullo del restaurante se detuvo por un breve instante, lo suficiente como para que sintiera las miradas sobre mí. El vestido cumplía su propósito con creces: captaba la atención de
Regresamos a casa y cuando terminé de contarle, el silencio llenó la habitación. Arzhel estaba apoyado contra el respaldo del sofá, girando lentamente el vaso de whisky entre los dedos, como si estuviera procesando cada palabra. Sus ojos permanecían fijos en mí.—Déjame aclarar esto. Encontraste la prueba en el baño, tu encantadora hermanastra trató de comprarte, y… no aceptaste el dinero. ¿Correcto? —Su tono era suave, pero el sarcasmo apenas se contenía.—Correcto —respondí, cruzando las piernas y devolviéndole la mirada con firmeza.—¿Por qué no tomaste el dinero? Podríamos haberlo gastado en algo interesante. —Arzhel sonrió, pero no había humor en su expresión, solo curiosidad.—Porque no lo necesito, y tampoco es mi objetivo. —Hice una pausa, permitiéndome respirar profundamente antes de continuar—. Es mejor que ella crea que puede confiar en mí. Ganarme su confianza será mucho más útil que unas cuantas monedas, Whitield.Arzhel dejó escapar una risa baja, dejando el vaso sobre l