capítulo 14

Le pesaba el cuerpo como si hubiera envejecido diez años en apenas un momento. No recuerda cómo llegó a su caballo. Absorto en la vorágine de sus pensamientos. Subió en él y salió de la propiedad como alma que se lleva el diablo.

Llegó al pequeño cementerio al atardecer. Ya no había visitantes a esas horas. Camino despacio hasta la tumba de su madre, y se dejó caer de rodillas. Hundió su cara en las manos y comenzó a llorar desconsoladamente como un niño. Hacía años que no le sucedía. Pero no pudo controlarlo. ¿Por qué? Se preguntaba una y otra vez. ¿Por qué? ¿Qué haría ahora con toda esa información? ¿Qué pasaría si Alexander lo supiera? ¿Y John? ¿Iliana? Era toda una farsa, no era quien creía ser…No sabía quién era.

Y ese odio interior que había empezado a devorarlo, que no podría aplacar jamás pues su causante estaba a tres metros bajo tierra.

La oscuridad lo estaba envolviendo. Se cernía sobre él, como una tormenta que vaticina destruirlo todo.

-Es una hermosa tumba hijo- oyó tras de sí. Era una anciana visitante. ¿Un familiar? -pregunto curiosa. - ¿Es usted quien le trae esas bonitas flores cada día? -Siguió preguntando.

William se fijó que en una esquina de la lápida había un pequeño ramo de flores azules atadas con un delicado lazo de terciopelo rojo. ¿Cada día? Pensó. Seguramente el artífice era Ellis Duncan. Hermoso gesto. Pero no podía pensar en ello tampoco. No quería. Los odiaba a todos. Duncan, su madre, su padre.

¿Porque le destrozaban la vida hasta después de muertos?

Se levantó, y sin tan siquiera saludar a la amable anciana, salió de allí.

**********

Era más de medianoche cuando llegó a la casa. No había ningún caballerizo para hacerse cargo de su montura. Se bajó del caballo y lo dejo irse suelto, sin preocuparse por desensillarlo.

Entró dando tumbos con los sentidos alterados por el alcohol. Dando traspiés ruidosos, sin preocuparse por despertar a alguien.

- ¿Vaya quien tenemos aquí? -Dijo John saliendo de un salón. - El héroe perdido. No sé si debo preguntar…-dijo con ironía.

-No son tus asuntos, -contesto William de malos modos.

-Uhhhhhhh. Mal vino - Dijo John. -Quizás deberíamos acostarnos. ¿Qué tal si te preparo una cama en mi cuarto Willy?

-Si vuelves a llamarme así te parto los dientes- dijo William tratando de ponerse recto. -Voy a mi cuarto.

-No me parece buena idea que Iliana te vea en este estado- dijo John tratando de disuadir a su amigo.

-Créeme, me ha visto en peores estados, te lo aseguro. -Dijo William enigmático.

-Aun así, podrías incomodarla. No me parece buena idea. Vamos a mi cuarto. - Siguió insistiendo John.

-Quieres dejarme en paz de una m*****a vez- Le grito William fuera de sí. - ¿Porque no te buscas una vida? En lugar de seguirme como un perrito por medio mundo. Hace años que a cada paso que doy estas detrás de mí. Lárgate y déjame en paz. Voy a mi cuarto.

William era presa de una rabia asesina, y estaba dispuesto a disparar su odio guiado por el alcohol a quien se le pusiera a tiro, aunque este fuera su amigo, su hermano del alma.

Estaba cegado y tan dolido que ni tan siquiera se paraba a pensar la ponzoña que salía de su boca.

-Si es lo que quieres. Vete al infierno- contesto John sorprendido por el ataque gratuito. -Mañana estarás más sereno.

-Mañana espero no verte aquí abusando de mi hospitalidad. - Dijo William subiendo la escalera.

Entró en la habitación en tromba, sin apuro por el ruido que hacía.

De todos modos, Iliana estaba despierta en la cama.

- ¿No dormís nunca? -le pregunto William irónico

- ¿Está todo bien? Me pareció oír voces- Pregunto ella

-Todo en orden dijo mientras se quitaba la camisa torpemente. Pequeñas desavenencias entre soldados. -Sonreía cuando se quedó con el torso desnudo.

- ¿Qué tal vuestro día querida? -siguió sirviéndose un vaso de brandy torpemente.

-Estuve esperándoos todo el día. Pensé que teníamos una conversación pendiente. - Dijo ella- ¿No creéis que ya hayáis bebido bastante? -Añadió Iliana.

Era más que evidente el estado de embriaguez lamentable en el que se encontraba el capitán.

- ¡Vaya! - Exclamó William. - Parece que hoy todos me dicen cómo debo vivir mi vida. Sobre todo, quienes menos vida propia tienen. - Decía William hablándole al vaso

-Estáis borracho. Dijo Iliana ofendida, encajando esa bofetada gratuita.

-Sí, querida, completamente. - Dijo William sentándose sobre la cama. -Pero aquí estoy. ¿De qué queríais hablar? -Dijo apartando un mechón de la cara de Iliana.

-Mañana será mejor. No estáis en condiciones -Dijo ella. -Intentemos dormir.

-Vamos Iliana. Querida. Esposa mía. Aquí está vuestro capitán -dijo abalanzándose sobre ella intentando besarla.

- ¡Basta! - grito ella. ¿Se puede saber qué demonios pretendéis?

-Vamos Iliana. Estamos unidos en matrimonio. Atados el uno al otro. Podría ser agradable al menos. -Decía William pegado a su cuello. - Apestaba a alcohol. -Una manera más amena de ser fiel mi promesa -dijo.

Iliana lo empujó hasta liberarse de él.

-No sé en qué diablos estáis pensando, pero…. -Hizo una pausa antes de seguir. - Estáis libre de vuestra promesa capitán. No estoy en cinta. -Dijo furiosa. -Eso es lo que quería deciros, aunque pensé que…- Se interrumpió nuevamente. -Seguramente me equivoque. Sois libre no habrá ningún hijo bastardo con el que romper una promesa.

William se puso de pie, aturdido. Guardo silencio durante un minuto, tras la revelación. Cuando su respiración se calmó exclamó:

- ¡Perfecto! - Apurando la Copa de brandy. - Vos también quedáis libre para la segunda parte del plan. Podéis largaros enseguida. Mañana seré un marido despechado. Puedo daros un pagaré inmediatamente. Una cantidad que haga vuestro viaje más fácil.

-No quiero tu maldito dinero. -Chillo ella frente a él, las mejillas rojas de la ira.

-Vaya, y ahora aparece la digna Madeimoselle. No sé cuál me convence más. La Virgen desvalida, o la esposa amante. Ambas actuaciones son tan convincentes. Si te hubieras quedado en ese burdel hubieras tenido mucho futuro querida.

La mano de Iliana fue a dar con la cara del capitán con una fuerza inusitada para ella. Lo abofeteo con toda la ira de la que fue capaz. Mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

-Bastardo hijo de puta. - Dijo mientras le cruzaba la cara.

-Bastardo e hijo de puta…-repitió el tocándose la cara dolorida. - Nunca mejor dicho.

Y se desplomó sobre la cama desvanecido por el alcohol.

*********

Se despertó pasado el mediodía. La cabeza le dolía como si la hubiera estado golpeando contra la pared toda la noche.

Su estómago no estaba mejor.

Estuvo largo rato tumbado, mirando el techo.

Recordaba el día anterior. Las revelaciones, la sensación de pérdida profunda.

La rabia. También se acordaba de haberse comportado como un auténtico idiota.

Se había convencido de que debía alejar a las dos personas que más quería en este mundo. Alejarnos de todo este sórdido amasijo de mentiras. Los odiaba por seguir siendo tan amables, fieles, libres de toda la oscuridad que había entrado en su alma y lo había cambiado todo para él. Los odiaba por seguir siendo tan perfectos a sus ojos, se preguntaba como seria el ahora a los suyos.

Quería haberse metido en un hoyo y que nadie lo viera, que nadie intentara sacarlo de él.

Había salido esta mañana, curioso, feliz, lleno de planes de futuro y ahora....

No sentía que tuviera fuerzas, para compartir su secreto. Sentía vergüenza. Quería estar solo. Y ellos lo querían proteger. Ellos no saben ni quien soy, pensó.

Pero la luz del día traía, promesas de mañana. Había sobrevivido a esa hecatombe de sentimientos. El alcohol y la ira no habían sido buenos consejeros.

Quizás con la ayuda de John, con el amor de Iliana pudiera reconstruirse.

Juntos habían pasado por cosas terribles, tanto Iliana como John habían conseguido enfrentarse a sus retos, En el fondo él no tenía la culpa de nada.

Iliana había conseguido ayudar a Octavia. Quizás si compartía con ella su dolor y sus causas, ella podría curarlo. Les debía por lo menos contarles el relato y desvelarles la razón de su desasosiego por muy terrible que esta fuera .

Se había comportado como un auténtico imbécil. Debía bajar a disculparse.

Si Iliana podía olvidar lo acontecido y le perdonaba. El prometería jamás volver a herirla y serle fiel eternamente. Estaba completa e irremediablemente enamorado de ella.

Eso había querido confesarle antes de todo aquello.

Salto de la cama, a pesar de que la cabeza le iba a estallar.

Se vistió y bajo en busca de ella.

No había nadie en el salón. En ninguno de ellos.

Octavia le sonrió sobriamente cuando entró en su habitación. Iliana tampoco estaba allí. En el cuarto de juegos estaba Diana dormida sobre un sillón y las tres pequeñas jugaban en silencio. Ni huella de Iliana.

Volvió al cuarto para ver si había vuelto. Entonces lo vio.

Sobre el despacho estaba colocado el collar de zafiros que le regaló. Junto con una nota de su puño y letra.

Los rubíes no están hechos para vivir con los zafiros.

Adiós Iliana Barnes.

Se había llevado sus cosas. La habitación estaba vacía.

Vacía de ella.

Cabalgó hasta el pueblo.

Recorrió las calles.

Fue a la estación de la diligencia.

Entró en el mesón esperando que estuviera ahí. Pero no fue así.

En una mesa, al fondo del local. Estaba John absorto mirando un vaso de vino. William se acercó.

-Se fue William. - Dijo sin mirarlo. -Se ha ido para siempre. La hemos perdido

Sintió el vacío abrirse bajo sus pies...

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