La herencia m*****a
Los trabajos avanzaban rápidamente.

El clima inglés por su parte parecía querer darles una tregua y el sol brilló cada día. Todos estaban muy atareados con todas las reparaciones, la organización…

Alexander en buen jefe de familia daba órdenes sin parar.

Era agradable tener tanta tarea para así olvidar los terribles acontecimientos ocurridos.

Alexander tenía razón, en apenas unas semanas la finca lucia aún más esplendida que antes.

Había un montón de nuevos animales y ya solo algunos árboles talados recordaban la temida tormenta.

Iliana y William se encontraban por las noches exhaustos para caer uno en los brazos del otro olvidando el mundo y dando rienda libre a su amor.

Estaban en una dulce monotonía de caricias aprendidas, de calor tierno, sexo suave y lento.

Pasaban horas hablando de lo que querían hacer en un futuro. De los viajes que harían. Quizás intentar encontrar a los parientes maternos de Iliana.

- Lo que sea, pero no en barco -reía Iliana.

-Esta mañana m
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