La sorpresa

En los días siguientes, la tensión podía palparse en el aire.

Alexander evitó todo lo que pudo las comidas en familia.

Diana andaba errante, tras que su esposo le hiciera partícipe de su decisión de instalarlas en Londres. Ella ya se había acostumbrado a la campiña, al menos aquí no era testigo de los líos de su esposo. Por lo menos cuando él estaba aquí era todo suyo. Las niñas tampoco parecían tomarse muy bien su partida, y estaban muy irritables.

Anna estaba feliz por su futuro matrimonio, pero no podía evitar sentir algo nostalgia ante la separación de sus niñas. Y se sentía algo culpable.

Iliana y el capitán pasaban el tiempo entre las dos propiedades.

Primero hicieron inventario de todas las posesiones del señor Walden.

William se mostraba implacable, y se deshacía de todas las cartas, diarios y cuadros del difunto. Pero Iliana tomó la iniciativa de guardar alguno de los documentos, segura de que cuando las cosas se calmaran, quizás su esposo se sentiría con fuerzas para
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