Aiden
—Ve a ordenar tu cuarto —le pedí a Cassie cuando me preguntó en qué podía ayudarme. Asintió y desapareció corriendo—. ¡Y dile a Nick que te ayude!
Acomodé las sillas y tiré las cenizas de cigarrillos en la basura. Metí la cajetilla en un cajón y lo cerré con llave para que los niños no tocaran ese tipo de cosas. Levanté un par de botellas y latas de cerveza tiradas alrededor del sofá.
En la mañana desperté para levantar a los chicos e ir al colegio y me llevé una sorpresa al ver la pequeña sala con todas esas malditas cosas tiradas en el suelo. Vi la campera de Peter sobre el sofá individual y supe que estaba durmiendo con mi madre. No entendía cómo es que después del incidente del otro día mamá lo dejó entrar a la casa otra vez. Encima no
EmmaVoy a ser honesta: que Aiden estuviera parado en la puerta de mi casa no era algo que me hubiera esperado. La tarde de lo que sería un aburrido viernes terminó siendo más interesante de lo que esperaba.No pude ocultar la sonrisa de mi semblante y eso hizo que mis mejillas se colorearan de un tono rojizo pálido. Nuestros ojos chocaron y él formó una media sonrisa (algo falsa) en su cara. Fruncí las cejas un momento y pedí que mis recientes y fuertes nervios provocados por la sorpresa salieran de mi cuerpo para así poder pensar con claridad. ¿Por qué Aiden parecía estar fingiendo una sonrisa?Bajé la mirada hacia los niños que tomaban la mano de su hermano y les regalé una sonrisa a ambos. El pequeño Nick me sonrió con amabilidad y confianza. Cassie, en cambio, seguía manteniendo esa tímida postura.<
AidenSi algo pesaba era la consciencia intranquila. Besar a otra persona mientras estás empezando algo con alguien más es deshonesto y habla mal de tu persona. Y, ¿cómo habla de ti el estar disfrutando de ese beso y sintiendo ganas de llegar a otro punto? Maddie atormentó mis pensamientos durante los diez primeros segundos desde que uní mi boca con la de Emma, pero después me perdí en el contacto y dejé de pensar en ella.Mis manos sostenían sus pequeñas y calientes mejillas. Las suyas agarraban mis muñecas y me atrevía a decir que me atraían más hacia su boca. Emma no parecía molesta por que la besara, parecía disfrutarlo y eso de alguna manera me dejaba... caliente. Me daba vergüenza de solo pensarlo, pero era la verdad. Me sentía perdido pero como si a la vez me hubiera encontrado en su boca. Sus labios eran finos y sua
AidenLe obsequié una fingida sonrisa a la mujer de estatura media y de unos treinta y tantos para que el supervisor de caja no me dijera nada más. Si algo no me gustaba, era sonreír sin ganas. ¿Por qué tenemos que hacerlo? ¿Por qué nos fuerzan a sonreír cuando no lo sentimos? A eso se le llama falsedad. Porque, por más que curves tus labios para dar una buena imagen, en realidad, para los ojos de universo, no estás dando una. Estás siendo falso. Y en mi caso, obligado.Desde que llegué al trabajo y tomé asiento en mi caja asignada, mi mala cara llamó la atención del supervisor. Pero no es que era intencional no sonreír, me dolía mucho la cabeza y lo del embarazo de mamá rondando por mi mente no me dejaba tranquilo. Anoche, prácticamente no dormí nada pensando en cómo es que haría y en qué
EmmaA pesar de que me sentía contenta de haberme besado con Aiden, sabía que existía una tercera persona que podía salir lastimada en esto. Ver los ojos verdes y furiosos de Madison me hicieron replantear si valió la pena que pasara algo con el chico que me gustaba, pero cuando Aiden me miró supe que no fue un error, que mi primer beso fue especial y que tuvo que ser con la persona que me provocaba cosas en el estómago cada que se encontraba cerca de mí. Pero eso no quería decir que la culpa desapareció.—Madison —la llamó Aiden para que no se fuera, pero ella no se dignó a quedarse al menos un momento más. Yo la entendía.Cuando doblé el pasillo con mis libros en manos y mi cabeza envuelta en el recuerdo de cómo se puso de contenta mi prima cuando le conté que tuve mi primer beso, Madison apareció y se acerc
AidenNo muchas veces tuve las oportunidades de ponerme celoso por una persona, y siempre estuve bien con ello. Pero ahora el juego de los celos cambiaba, se daba vuelta, se modificaba para dejarme parado adelante de mi casillero y con la mirada fija en la chica que empezaba a meterse sorpresivamente en mi cabeza. Tragué saliva mientras mis cejas su fruncían con disgusto. No quería que me vieran observar a James y a Emma de esa manera, pero no lograba hacer que el problema en mi semblante desapareciera.Me aferré a la cuerda de mi mochila con molestia y solté el aire que estuve acumulando. ¿Qué era lo que James hacía abrazándola? Sé que una vez fueron compañeros en un trabajo de educación física hace unos meses, en el comienzo de las clases, justamente el día en que ella y yo lo fuimos, y no más de tres o cuatro veces los vi hablando en los pasillos
Emma—Y, ¿yo qué debo hacer? ¿Me voy o me quedo? Supongo quieres que te deje sola con Aiden, ¿verdad, Emma? —levantó las cejas. Yo me mordí el labio con nerviosismo.—Quizá sea mejor que te vayas. Digo, yo no quiero echarte de mi casa, eres mi prima, pero el chico que me gusta viene a verme porque dijo que me necesita. Dudo que sea bueno que hagas el mal tercio entre nosotros. Vas a incomodarnos.No es que Aiden fuera a venir para besarse conmigo, pero me preguntó, hace exactamente unos veinte minutos, si podía venir a mi casa con los chicos. Según expresó en el mensaje algo había pasado y necesitaba hablar con alguna persona porque la situación en su casa estaba consumiéndolo. Pude imaginarme lo que estaba pasando, seguramente más problemas con su madre por el embarazo, así que, por más nerviosa que me encontr
EmmaLa boca de Aiden se acoplaba perfectamente a la mía. No iba a decir que era como si nuestros labios fueron hechos para tal, porque me parecía algo demasiado usado y poco original. En sus labios no había picardía, no existía la agresividad y, definitivamente, no estaba la brusquedad. Eran roces y contactos firmes. Eran suaves, dulces, y con un toque de ese sentimiento que jamás pensé que iría a sentir. Esto no era como mi primer beso, ese que él también me dio. Este contacto era diferente porque ahora dejábamos a la vista que algo pasaba. O, tal vez, no a la vista, pero sí le permitíamos al tacto entender los sentimientos.Tomó mi mano y la presionó levemente para atraerme hacia su cuerpo, y luego rodeó mi cintura con ambas. Ese sabor que me inundaba amenazaba con volverme loca, porque cada segundo que pasaba, era peor. Estaba cayendo por
EmmaDi tres golpes en el marco de la puerta del cuarto de mamá. Ella estaba sentada en la cama, leyendo unos papeles que seguro eran de la empresa.—¿Puedo pasar? —le pregunté.Levantó la mirada para verme y asintió con una sonrisa.—Emma, es tu casa, no tienes que pedir permiso —me hizo saber.—Bueno —dije simplemente, nerviosa por lo que iba a hacer.Después de tener una charla seria con Aiden sobre lo que ha estado pasando entre nosotros en las últimas dos ocasiones que él vino a casa, quedamos en que, al tener ambos los mismos sentimientos empezaríamos a tener presente en nuestra mente que nuestro plan de conocernos no solo iría de la manera amistosa.Todavía no podía creer que esto estuviera pasando. Hace unos tres meses atrás Aiden y yo no éramos nada. Ni amigos, ni conocidos. Y