Cincuenta

Aiden

Me colgué la mochila en el hombro y salí directo a la escuela, pensando en que, tal vez, Emma estaría allí. No estaba preparado para verla, y para ser franco, tampoco es que se me apeteciera ver su rostro después de todo, porque sentía vergüenza por mis acciones, pero sobre todo, porque temía no resistir y terminar besándola.

Llegué temprano al colegio, algo que no era común en mí, y caminé hasta la cancha de fútbol a esperar que el tiempo pasara y la clase empezara. Por alguna razón, mientras caminaba por los pasillos dirigiéndome a destino, sentí que todos allí me observaban, como si supieran lo que había pasado. Pero eso era imposible, nadie de ellos podía saberlo. Solo era mi imaginación la que provocaba que me sintiera perseguido. Y la culpa también era una de las razones.

¿C&oa

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