Emma
Justo un momento después de salir del cine de la mano con Aiden, mamá me envió un mensaje preguntándome cómo iba todo, a lo cual yo le respondí que muy bien. La tarde iba de maravilla, la verdad, y cada que me ponía a pensar con detenimiento que él tomaba mi mano con delicadeza pero a la vez también con firmeza, me entraban los calores.
Me tomó de la mano por primera vez cuando mirábamos la película. No esperaba que hiciera eso, y creo que no esperarlo hizo del contacto algo más interesante. Esto era tan cursi, tan raro... Antes no me gustaban las cursilerías, y tal vez era porque las veía y no las podía tener, porque ahora todo el romanticismo me agradaba. Y seguía sin creer que esto estuviera pasando.
Doblamos por una esquina larga, y al llegar al final cruzamos la calle. Nos encaminábamos a un parque, porque Aiden
AidenCerré la puerta detrás de mí mientras mantenía la mirada de su padre. No quería que pensara que era un tipo que no podía mirarlo a la cara por vergüenza, quería demostrarle que no era un cobarde.Gastón corrió la silla del escritorio y se sentó al mismo tiempo que me señalaba que hiciera lo mismo.—¿Cómo estás, Aiden? —me preguntó. Su tono no era autoritario pero tampoco parecía ser del todo amable.«Un poco incómodo.»—Bien.—Me dijo mi mujer que has estado viniendo seguido a casa. A ella le caes muy bien, dice que eres un buen chico.Sonreí levemente.—Sí —respondí, sintiéndome tonto por no saber qué más agregar.—¿Sabes? Desde el día en que cruzaste la puerta de cas
EmmaCerca de las cinco de la mañana, cuando los invitados empezaban a irse, mamá le dijo a Aiden que sería mejor que con sus hermanos se quedase a dormir en casa porque era demasiado tarde como para irse hasta su hogar. Él se resistió y dijo que no era necesario, que podía tomarse un taxi tranquilamente, pero mamá insistió.—No, Aiden, no quiero que gastes dinero en un taxi. Quédate. Además, se nota que en cualquier momento se largará a llover y no es buena idea andar en coche con la lluvia. Hay más probabilidades de tener un accidente.Si algo noté de mi madre en los últimos tiempos es que empezó a tenerle miedo a ciertas cosas que antes no. A veces era un poco molesto que se preocupara tanto por cosas que no eran tan grandes, pero hoy, en este caso, le agradecía.—Sí, quédate —le pedí al
AidenE: Ya me voy a dormir, Aiden, espero que descanses bien. Te quiero.Leí el mensaje de Emma sintiendo un pinchazo de culpa en el medio de pecho.Era deshonesto. Todo lo que hacía era deshonesto. Mi mente seguía repitiendo que lo que hacía era por mi familia, pero ahora ya ni eso era lo suficientemente fuerte como para seguir manteniéndome con la mente algo tranquila, porque a pesar de no tener malas intenciones, eso no cambiaba el hecho de que vender drogas estaba mal.Era viernes por la noche, iba caminando rumbo al callejón de siempre y un mal presentimiento caminaba de la mano conmigo. Algo malo iba a pasar, algo malo iba a pasarme hoy. Tenía que dejar de hacer estas cosas, tenía que hacerlo por mi salud mental, por mi bienestar físico y por mi relación con Emma. Llevábamos apenas cuatro semanas y media de noviazgo y ya la estaba cagando. Bueno, en realid
AidenLa semana siguiente al robo me desperté con mucho frío y fiebre. Apagué la alarma y me centré en el sonido de la fría lluvia de Nueva York. Me senté pesadamente en la cama justo en el momento en que Nick abría la puerta de mi cuarto con su pijama de autitos rojos puesta.—¡Aiden! —se lanzó a mis brazos e hice una mueca de dolor cuando su cuerpo chocó bruscamente con el mío.Me dolía mucho el cuerpo, mierda.Palmeé la espalda de mi hermano y terminé alejando sus brazos que se aferraban firmemente alrededor de mi cuello. Sus ojos se clavaron en los míos y sabía perfectamente en qué estaba pensando él.—Está lloviendo mucho, eso significa que hoy no iré a la escuela, ¿verdad? Porque hoy no tengo ganas de ir, quiero quedarme a dormir hasta tarde. Es viernes, quiero fal
AidenMe alejé del cuerpo hasta que mi espalda chocó la puerta. Me mantuve allí parado, pensando, todavía con ganas de llorar pero sin poder desahogar aquellas gotas que pedían salir. Mis ojos deparaban en mi madre y le rogaba a Dios que esto no estuviera pasándome ahora.Pero recordaba que su corazón no latía, que sus ojos entreabiertos seguían de la misma manera, las drogas en el suelo, la botella de alcohol... todo aquello era un golpe fuerte en la cara y el medio del pecho. Sentía un gran vacío en mí que nunca antes había llegado a sentir, ni siquiera cuando mamá me pegaba o me decía que hubiera sido mejor si yo no nacía.Me sequé la primera lágrima y respiré pesadamente por milésima vez. No sabía bien qué hacer primero, quería acercarme a ella, pero me daba terror hacerlo, me daba m
AidenMe alejé del cuerpo hasta que mi espalda chocó la puerta. Me mantuve allí parado, pensando, todavía con ganas de llorar pero sin poder desahogar aquellas gotas que pedían salir. Mis ojos deparaban en mi madre y le rogaba a Dios que esto no estuviera pasándome ahora.Pero recordaba que su corazón no latía, que sus ojos entreabiertos seguían de la misma manera, las drogas en el suelo, la botella de alcohol... todo aquello era un golpe fuerte en la cara y el medio del pecho. Sentía un gran vacío en mí que nunca antes había llegado a sentir, ni siquiera cuando mamá me pegaba o me decía que hubiera sido mejor si yo no nacía.Me sequé la primera lágrima y respiré pesadamente por milésima vez. No sabía bien qué hacer primero, quería acercarme a ella, pero me daba terror hacerlo, me daba m
EmmaLo vi meter la llave en la cerradura y luego abrir la puerta para permitirle primero el paso a los niños y a mí. Cuando cerró la puerta detrás de él se quedó observando la desordenada sala que habían dejado los policías y luego hizo un corto contacto de miradas conmigo.—Guarden algo de ropa en sus mochilas, chicos —ordenó Aiden y los pequeños asintieron con la cabeza y desaparecieron de la sala.No sabía cómo ellos se lo habían tomado, mucha charla no había podido tener con mi novio cuando salió de la sala en la que se metió para darle la noticia a los chicos, pero por cómo Cassie agachaba la mirada y tenía las mejillas rojas, me daba una idea. Nick, por otro lado, no parecía estar afectado, porque en el auto iba cantando tranquila y alegremente una canción que, según dijo, le ense&n
EmmaAiden y yo volvíamos a casa sintiéndonos ambos más tranquilos. Él comenzaba a sentirse mejor corporalmente y en lo sentimental ya se había calmado un poco, no respiraba con dificultad, no levantaba la voz para rechazarme y no andaba inquieto. Me había costado un rato lograr que se tranquilizara, pero ese costo de tiempo había servido para ambos.—Esta noche mis padres tendrán una fiesta de la hija de unos amigos del trabajo de papá, y con mis hermanos no queremos ir, así que nos quedaremos en casa. Podríamos tú y yo ver una película en mi cuarto, protegiéndonos del frío y comiendo algo rico. Seguramente los niños querrán quedarse jugando con Katherine.Sonrió.—Suena bastante bien, Em.—¿Sí? Qué bueno. ¿Qué te gustaría comer hoy?—